jueves, 16 de diciembre de 2021

La caza es una actividad necesaria

En relación con el accidente que se produjo hace unas semanas en el Monte Orgegia entre un ciclista y un cazador, y que la prensa se apresuró a titular de manera escandalosa diciendo que el cazador lo había confundido con un conejo y acribillado a perdigonazos, sin ni siquiera escuchar la versión del cazador, me gustaría hacer un par de consideraciones al respecto. En primer lugar fue un accidente fortuito. El ciclista que iba por una senda se cruzó justo en el momento en que el cazador disparaba a la pieza, en este caso un conejo. La cuestión a dilucidar es si el ciclista podía circular por esa zona o no. El cazador que iba provisto de toda la documentación necesaria y se encontraba dentro de un coto de caza ha relatado a una revista especializada como sucedieron los hechos y, según su versión, en ningún momento vio al ciclista. Qué dice la ley respecto a la circulación de vehículos en terrenos forestales. Según el decreto 8/2008 de 25 de enero del Consell por el que se regula la circulación de vehículos por los terrenos forestales de la Comunidad Valenciana (2008/993) en su artículo 2 dice textualmente “queda prohibida la circulación de todo tipo de vehículos campo a través, esto es, fuera de las pistas y sendas forestales”. Ocurre a menudo que no se cumplen con las medidas de seguridad. En batidas debidamente autorizadas por daños a la agricultura, irrumpen grupos animalistas a golpe de vuvuzelas, con el fin de paralizar la cacería, poniendo en peligro sus vidas y las de los demás. Batidas que son absolutamente legales y que cuentan con todos los permisos reglamentarios, que no son pocos han de ser paralizadas por la intransigencia de unos cuantos. Yo mismo he estado cazando en un coto y he visto a gente cogiendo setas, pese a la prohibición expresa que existe en este sentido de coger setas en terrenos privados y más cuando hay anunciada una cacería. Las batidas están debidamente señalizadas y aún así hay gente que no hace ni caso a las indicaciones de los organizadores que velan por la seguridad de todos.
Se nos acusa a los cazadores de ser casi unos asesinos, cuando la caza es una actividad no solo legal sino también necesaria. Hace unos días la Federación de Caza de la Comunidad Valenciana hacia pública una encuesta que ha sido recogida en este mismo periódico, donde el 72,7% de los encuestados aprueba la actividad cinegética por su contribución al medio ambiente y al mundo rural. Sin embargo, existe una persecución sistemática, sobre todo en redes sociales, por parte de grupos animalistas o personas que dicen sentirse defensores de los animales con amenazas veladas hacia los propios cazadores. Cuando por desgracia se ha producido un trágico accidente de caza donde ha muerto un cazador es motivo de celebración y júbilo por parte de algunos desalmados que lo celebran en las redes sociales. Claro que nos honramos de tener un cazador y un referente no solo literario como Miguel Delibes. Cazador en el sentido más amplio de la palabra. Un hombre comprometido con la naturaleza de la que era un firme defensor, como la mayoría de los cazadores que no somos de gatillo fácil, como también se nos acusa. La caza es una actividad necesaria para el propio equilibrio de las especies. Ahora mismo existe un problema gravísimo con la sobrepoblación de muchas especies cinegéticas y venatorias como conejos o jabalíes. Los que viven en la ciudad no saben de estas cosas porque no pisan el campo, pero los agricultores sí lo conocen de primera mano porque lo sufren a diario con cuantiosas pérdidas económicas en sus explotaciones. Por otro lado, cada vez se producen más accidentes de tráfico provocados por la fauna salvaje. Un problema que lejos de decrecer va en aumento, sobre todo en las zonas rurales, donde se produce un accidente de tráfico cada hora, muchos de los cuales con resultado de muerte para los ocupantes, La caza es desde el punto de vista económico un factor de riqueza y de generación de empleo, sobre todo en la España rural, donde genera más de 6.500 millones de euros y cerca de 200.000 puestos de trabajo. Los que abogan por la prohibición de la caza no son conscientes de las consecuencias que tendría para el ecosistema abolir la caza. La propia naturaleza no es capaz de conseguir ese equilibrio que es fundamental y necesario para el propio desarrollo y mantenimiento de las especies. De hecho, la caza existe desde la propia existencia del hombre. Y mal que les pese a algunos seguirá existiendo.

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