jueves, 16 de octubre de 2025
Comienzo de temporada en el Bonillo
Esta mañana ha amanecido con niebla, de esas que parecen no querer levantarse. Los bancos de niebla han sido persistentes a lo largo de todo el viaje, sobre todo a la altura de Almansa. En la carretera de Barrax a Munera, ha cruzado la carretera una cierva, lo que ha hecho que el coche que llevaba delante frenara bruscamente para evitar la colisión.
Llegué a El Bonillo sobre las nueve. Allí me esperaba, como de costumbre, Elías, con quien he compartido esta primera jornada de caza. Esta vez he hecho el viaje en solitario, aunque siempre se echa en falta algún compañero con quien comentar los lances de la jornada cinegética.
Subiendo por el camino hacia el cazadero empezamos a ver las primeras perdices, que parecen no hacer mucho caso al coche. Apeonan y rompen el vuelo a derecha e izquierda.Es la hora de la comida y muchas están picoteando el trigo.
Hemos cazado en “el Pajar”, una zona de monte con carrascas y retamas que requiere de buenas piernas porque hay muchos campos recién labrados preparados para sembrar el cereal. Apenas ha llovido en los últimos meses y el campo está muy seco.
He comenzado bien la mañana, abatiendo la primera perdiz de segundo tiro. Poco después he revolcado un conejo largo que subía por la ladera de un barranco y que la perrita de Elías ha cobrado.
El conejo ha criado bastante bien este año, y pese a no llevar perros conejeros, se ven algunos rabudos. La liebre, sin embargo, ha desaparecido casi por completo de estas zonas que tiempo atrás eran muy lebreras.
La primera vuelta se ha dado bastante bien con cinco perdices, dos de ellas de doblete y un conejo. Solo he errado una perdiz y un conejo que han sacado los perros y que le he tirado después de que se zapara de Blaki y Trufa cuando ya no había peligro.
Día nublado, pero caluroso. A media mañana hemos parado para tomar un pequeño taco y aprovechar para que los perros bebieran. El calor aprieta y es necesario que los perros se refresquen.
Blaki ha cobrado bien, aunque se nota que estamos a primeros de temporada y el perro tiene que adaptarse como nos ocurre a las personas.
Al cazar, resulta más difícil mover la caza si se va uno solo.Es mejor salir un par de escopetas para poder tirar a perdices enviadas y coger una mancha a batir mayor. Aún así, no se ha dado nada mal del todo. Hemos aprovechado casi todas las oportunidades que se han presentado, con un par de dobletes muy bonitos.
En la finca hay bastante densidad de perdices, pero será mejor esperar a que llegue el frío y las lluvias de invierno, y la perdiz coja fuerza. Con tanto calor, la caza no se disfruta igual.
Aunque he salido del coto tarde, de camino he llamado al Rincón de Pedro para que me guardaran sitio en la barra. Isabel me ha preparado un delicioso arroz con bogavante, de esos para chuparse los dedos.Un buen final de día a una jornada inolvidable.
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