viernes, 22 de agosto de 2025

Primer día de palomas en Almansa

Hasta unos días antes no tenía claro dónde iba a ir a cazar el primer día de la media veda, que en Castilla La Mancha se abrió este jueves día 21. Un amigo me habló de una tirada en Almansa que, hace unos años se dio muy bien de torcaces. Me confirmaron que todavía quedaba un puesto libre y me apunté. Unos días antes fui con unos amigos a ver la finca por la tarde. Se veía mucha paloma. De una pinada próxima a la casa, donde estaban sesteando, salieron más de un centenar de pájaros. El cielo era un pegote de palomas. La tirada pintaba bien.
David, el encargado de organizar la cacería, llevaba varias semanas echando comida en los rastrojos para cebarlos. Todo estaba preparado. Tras no pegar ojo en toda la noche, a las 5:30 estaba en La Font esperando a unos amigos para irnos a la finca. A Nicolás se le pegaron las sábanas.Mientras los esperaba, me di cuenta de que el cajón de cartuchos que había echado al coche era de plato (Armusa, perdigón del 7 1/2 de 28 gramos). Menos mal que entre las cajas había tres del 7 de 34 gramos. A las 6:30 llegábamos a la finca. Allí me encontré con un buen amigo de Ontinyent, Rafa Insa, que también se había apuntado en el último momento. Dentro de la casa se hizo el sorteo de los puestos. Para que todos tuviéramos las mismas oportunidades, los puestos eran rotatorios. A mí me tocó el 4 por la mañana y el 10 por la tarde. Hasta el puesto 4 había que ir con el coche porque quedaba un poco lejos de la casa. Me acompañó uno de los tiradores que tenía el puesto 1. Del 1 al 4 estábamos de espaldas a una rambla, junto a unos cañizos y frente a un sembrado. No llevé los cimbeles, pero mi compañero de barraca compartió los suyos. No entraron al cimbel. Desde primera hora de la mañana los bandos volaban muy altos, siempre fuera de tiro. Cuando la paloma vuela tan alta, es importante, dejarla cumplir y no precipitarse en los disparos porque lo único que conseguiremos es arruinar una buena tirada. Se vio mucha paloma, bandos enteros, pero muy altos. No entraron a los cebaderos. Por suerte, el día no era especialmente caluroso. Y menos mal, porque aguantar tantas horas dentro de una barraca se hace complicado. Erré la primera paloma de la mañana, que venía de otro compañero. Como hacía tiempo que no disparaba con la paralela, me olvidé que lleva dos gatillos y apreté dos veces el primero. La paloma volaba a muy poca altura por encima del sembrado y los dos tiros se quedaron traseros. Los perdigones levantaron tierra a sus espaladas. Por la mañana solo conseguí abatir 4 palomas, pero tiré casi una caja de cartuchos. A las 11 nos reunimos en la casa. Comimos allí. Jesús preparó una paella de pollo y conejo que nos supo a gloria. Tras la oportuna tertulia en torno a la mesa, llegó la hora de volver a ponerse en los puestos. Esta vez no necesité el coche porque estaba cerca de la casa. El puesto estaba en un campo de almendros. Había unas balas de paja que servían de puesto, pero preferí colocar la barraca junto a ellas. El aire la derribó varias veces. Por la tarde se movió mucha torcaz y también mucho bando de palomos que iban entremezclados. Sopló algo de viento por la tarde, pero no hizo bajar a los torcaces que andaban en las nubes. Yo estuve fallón, no, lo siguiente. No había forma de bajar ni una paloma. Necesité cuarenta tiros para colgarme apenas media docena de torcaces. De haber estado más fino, podría haber hecho una buena percha. Dentro de unas semanas se va a hacer de nuevo otra tirada. Espero estar más fino entonces.

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