miércoles, 4 de junio de 2014

El parany es delito


 

Hasta que se reformó el Código Penal en su artículo 336 había ciertas discrepancias entre los jueces sobre si el parany era delito o no. De hecho, ha habido sentencias para todos los gustos. Unas absolutorias y otras que condenaban,  a quien practicara esta modalidad de caza consistente en el uso de unas varetas impregnadas de liga, una especie de pagamento, en la que las aves quedan atrapadas.

Entonces el Consell,  a través de la Conselleria de Medio Ambiente y para sortear la legislación existente y contentar al colectivo de cazadores, ideó el "parany científico", supuestamente, para el seguimiento científico de aves migratorias, que también ha sido tumbado por la normativa europea,  dado que hay otros métodos más eficaces para el estudio de la emigración de aves, que no son nada lesivos para estas especies como pueda serlo la caza con parany.

Quien suscribe estas líneas no pertenece a ningún grupo ecologista, aunque alguien pueda interpretarlo así por mis palabras. Soy cazador como todo el mundo que me conoce sabe, pero, sin embargo, siempre he reprobado esta práctica de caza por considerarla, no sólo poco selectiva que también sino innecesariamente cruenta.

En las redes se cogen no sólo las aves objeto de la captura como puedan ser tordos sino también otro tipo de aves, incluso algunas que están en peligro de extinción como se ha dado el caso.

El tema no es sólo soltarlas una vez han sido capturadas sino si consiguen sobrevivir y está comprobado que la inmensa mayoría perecen.

La nueva reforma del Código Penal no deja lugar a dudas y condena el parany como delito, contra el criterio de cazadores, que consideran esta práctica ancestral como legal al entender que se libera a las aves que no son objeto de caza sin causarles ningún daño.

Otro de los argumentos esgrimidos por los defensores a ultranza de esta caza, que cuenta con miles de aficionados, sobre todo, en el sur de Castellón es que se trata de una práctica de caza ancestral.

Siguiendo este mismo razonamiento y si por prácticas ancestrales o atávicas entendemos lo que se hacía en la Roma de Nerón todavía se seguiría practicando ese divertimento consistente en tirar a los cristianos a la fosa de los leones.

Los detractores, por su parte, alegaban que el uso del parany es un método de caza, muy poco selectivo, ya que en sus redes quedaban  atrapadas cientos de aves, que morían poco después al ingerir  pegamento, una sustancia altamente nociva.

La Audiencia provincial de Castellón ha revocado estos días una sentencia absolutoria contra un cazador de Vinaros que fue denunciado por utilizar este método de caza y lo ha condenado a una multa de 1.800 € por delito contra la fauna.

En cualquier caso, la ley es  ahora clara y precisa y hay que cumplirla por más argucias legales que se inventen algunos.

Por si alguno no se había enterado el parany es delito.

 

jueves, 15 de mayo de 2014

Nuestra condena más absoluta al maltrato animal


 

La plataforma SOS Galgos en su página de Facebook ha colgado una información que hace referencia a la detención de dos personas en el pueblo pacense de Usagre por maltratar y matar a seis galgos.

Agentes del Seprona han detenido a estas dos personas que han pasado a disposición judicial.  El Código Penal en su artículo 337 prevé penas que van desde los tres meses hasta un año de cárcel. Hasta aquí la información.

Ahora viene la opinión. Y la opinión, una vez más, es la de tratar de incriminar a todo el colectivo de cazadores de estas muertes, que la inmensa mayoría de nosotros no sólo condenamos sino que denunciamos y repudiamos. Decir como se afirma en el antetítulo de la información: "Fin de la temporada de caza … e ilustrar a continuación la información es tanto como afirmar que cuando termina la temporada cinegética los galgueros cuelgan a sus perros.

Como cazador que soy, me parece una atrocidad que se pueda causar daño a un animal, aunque a algunos les pueda parecer una paradoja esta afirmación. Es más, les diré que el Código Penal debería endurecer las penas por maltrato animal porque actualmente son irrisorias y muchas veces basta con una sanción económica  no habiendo pena de cárcel, si el agresor no tiene antecedentes penales. Con lo cual, la mayoría de las veces se resuelve mediante una sanción económica y poco más.

A estos dos individuos que han sido detenidos, confío y deseo que les caiga todo el peso de la Ley.

El maltrato animal es una lacra social que hay que erradicar de nuestra sociedad, concienciando a la gente desde muy pequeños, que una mascota no es un juguete. Cientos de animales son abandonados todos los años. Las perreras están llenas de animales que han sido abandonados por sus dueños. Muchos de los cuales son sacrificados. La adopción es una buena fórmula para evitar que perros o gatos que se hacinan en las perreras sean sacrificados

Los cazadores somos un colectivo que rechaza absolutamente el uso de estas malas prácticas en la caza como ocurre con los galgos, pero me consta porque tengo muchos amigos galgueros que la inmensa mayoría de ellos, adora a estos animales y no les causa ningún daño, más bien todo lo contrario, pero, obviamente, hay desalmados y gente sin escrúpulos en todos los colectivos y por desgracia, la caza, no es una excepción.

Las carreras de galgos congregan todos los años a un gran número de aficionados. De hecho, el campeonato de España lleva varias ediciones celebrándose,  en concreto, 76, con mucho éxito de público. También entre los que no son cazadores.

Me reafirmo y como yo la inmensa mayoría de los cazadores en condenar este tipo de actos salvajes que se cometen contra los animales. Nuestra más absoluta repulsa  ante estos hechos y creo hablar no sólo a título personal sino en nombre de todo el colectivo de cazadores.

domingo, 4 de mayo de 2014

A mi amigo Ramón





 

Aunque me sigue apasionando la caza, salgo mucho menos que antes a practicar mi afición preferida. La razón no es otra que ya no me acompaña en mis viajes cinegéticos mi buen amigo Ramón Ferrero.

Ramón sufrió hace cuatro años un ictus cerebral, del cual se recupera favorablemente. Sin embargo, ya nada es igual.


En los años que llevo cazando no he conocido a una persona que sepa más de caza. Era algo innato en él como el buen estudiante al que le basta leer la lección para aprendérsela al segundo y recitarla de memoria.

Sabía dónde ponerse en cada momento y cómo entrarle a las perdices para no tirarlas fuera del coto y poderles disparar, aunque fuera la primera vez que pisara la finca. Cuántas veces me ha dicho Patri ponte ahí. Y no fallaba. Tenía un sexto sentido.

A parte de una buena escopeta, que lo era, sobre todo, en puesto fijo, torcaz y tordo, Ramón tenía una serie de cualidades para la práctica cinegética envidiables.

Acompañado de su vieja Beretta 303 de la que no quería desprenderse por nada del mundo y de su perrita Perla, primero y Mary después, a las que sólo les faltaba hablar, era un auténtico gustazo verlo disparar, bajando piezas a las que ni usted ni yo, probablemente, se nos ocurriría dispararles. Si tenías a Ramón en el puesto de al lado, rara era la vez que no te doblaba o triplicaba las piezas.

La forma física que fue perdiendo con los años, la contrarrestaba con ese sentido que no se aprende sino que se nace con él. Hay cosas en la vida que se pueden depurar y mejorar, pero otras se tienen o no se tienen y Ramón era esa clase de persona que había nacido para ser cazador, además de un gran aficionado al fútbol, su Real Madrid de toda la vida.

De todos los cotos en los que ha cazado y doy fe que se ha recorrido media España, tenía una predilección especial por uno en concreto: Peñadorada. También yo.

Tenía, además, una gran amistad con el encargado de la finca, Venerando Gómez.

A Ramón le gustaba la caza en el sentido más amplio de la palabra. No sólo disfrutaba cuando llevaba la escopeta, también cuando no portaba el arma. Muchos cazadores lo son sólo cuando llevan la escopeta, olvidándose con frecuencia que la caza es mucho más que llevar un hierro bajo el brazo. Es amor a la naturaleza y Ramón era muy consciente de ello.

Hemos hecho muchos viajes juntos fuera de la temporada de caza para poner comida en los comederos o llenar los bebederos, sin pegar un tiro. Simplemente por el hecho de pasar un día en el campo, disfrutando de la naturaleza. Raro era el día que no me llamara para recogerme e irnos a ver la finca. Fuera a cazar o no.

A Ramón lo conozco más de treinta años. Por aquel entones yo era un joven imberbe que empezaba a cazar, pertrechado con una Franchi repetidora que le compré a mi cuñado por 25.000 pesetas de las de entonces. Fue en un pueblecito de Teruel, Calamocha, durante la media veda.  Un paraíso para la codorniz. Yo iba en compañía de mi padre y de Paco Sanchis.

Con Paco Sanchis empecé mis primeros escarceos cinegéticos.

A raíz de aquel encuentro trabamos una buena amistad que todavía perdura, a pesar de que ahora nos veamos muy poco.

Tengo muchas anécdotas que darían para escribir un libro. Pero de todas ellas me quedo con una.

Fuimos una cuadrilla a cazar al torcaz a una finca de La Mancha. Creo que era en Reolid. Ramón y yo nos pusimos en un campo de maíz. Recuerdo que hacía un calor insufrible. El  maízal estaba regado por unos pivots inmensos que escupían agua por todas partes.  A lo largo de la mañana no entró ni una sola paloma. Cuando llegamos a la casa, el grupo había emprendido viaje de regreso. Normal. Ramón, sin embargo, dijo de quedarse porque la tarde podía ser buena. Yo de haber ido en mi coche me hubiera ido también, pero no era el caso, así que tenía que regresar con él y me quedé. No tenía otra opción.

Después de comer dimos varias vueltas al coto. Empezaba a caer la noche cuando oí a Ramón disparar varios tiros. Los tiros fueron repitiéndose cada vez con mayor intensidad y frecuencia. Me acerqué donde se encontraba y me dijo que me pusiera a su derecha. Un chorro de palomas entraba al dormidero. Nos fuimos con una buena percha cada uno.

A raíz del percance de salud que tuvo Ramón, el grupo se disolvió. Formábamos una buena cuadrilla: Miguel Ferrer, Antonio Chofre, Nacho Espadas, Pepe Mora (padre e hijo), Genaro Ferrero, Colo, Ernesto, Rafael, Salvador Vila, Gonzalo Ferri, Antonio Belda, Miguel Ferrero … A muchos les he perdido la pista, otros por desgracia nos han dejado para siempre.

A Ramón sólo le puedo dar las gracias por haberme transmitido como nadie la pasión por la caza y ese espíritu luchador que conservo y que trato de aplicar en la vida cada día.

viernes, 11 de abril de 2014

Sin perdices y me temo que por mucho tiempo



Llevo varios días en el campo y, por fin, he conseguido ver una perdiz. Solo una. Ya ven. Ni si quiera una pareja. En esta época del año antes era normal encontrarte con varias parejas de patirrojas correteando entre viñas o campos de cereal.  Muchas veces tenías que frenar en la carretera cuando te encontrabas con un bando para no pisarlas y llevártelas por delante. Ahora que el cereal está  empezando a granar es el mejor momento para verlas. Luego, la siembra está alta y ya es más difícil.

Me he cruzado con ella en dos ocasiones por el camino que sube a Casa El Rull. La primera mientras subía con el tractor. La otra al cabo de los días cuando bajaba. Iba apeonando por el camino alquitranado para luego perderse por el campo de olivos. En un principio, pensé que se trataba de una pareja y que a lo mejor la hembra estaba echada en el nido cobando, pero mi buen amigo Juan Carlos Bataller me sacó de dudas y me confirmaba que la ha visto un par de veces y siempre sola.

Fontanars dels Alforins ha sido una zona muy buena para la caza menor y en concreto, para la perdiz. Aunque haya que remontarse mucho tiempo atrás para recordarlo.

Los más viejos del lugar son los que más anécdotas pueden contarnos sobre la actividad cinegética de aquel momento. Aquello ya es historia.

Vicente Calatayud, el casero que teníamos en la finca, y que desgraciadamente falleció hace unos años, me contaba, que cuando salía de casa siempre regresaba con media docena de patirrojas colgadas en el cinto. Los bandos se contaban por cientos.

Las cosas entonces eran muy diferentes a las de ahora. A penas había cazadores. Si echamos un vistazo a los socios que tenía la sociedad es más que probable que no sobrepasaran la media docena. La munición era escasa y cara. Uno se lo tenía que pensar dos veces antes de apretar el gatillo. A los tordos no se les tiraba. Gastar munición en un pajarillo era cosa de locos. Había pocos coches. Las carreteras eran infames. Había que recorrer muchos kilómetros y pasar muchas horas en el coche hasta llegar al coto.  Las escopetas de entonces, paralelas la mayoría, no tenían nada que ver con las de ahora, mucho más precisas, ligeras y sofisticadas. Tampoco los cazadores. Ahora la gente entrena. Se prepara físicamente. Va a los campos de tiro a tirar al plato o a practicar con los recorridos de caza. Dispara mucho mejor y es más certera.

Todo ello y otros muchos factores como plaguicidas, alimañas, mecanización del campo, las repoblaciones incontroladas con perdiz de granja o condiciones climatológicas adversas han contribuido a que poco a poco la perdiz vaya desapareciendo de nuestros montes. Confiemos en que no se convierta en un ave en peligro de extinción como pronostican algunos. En nuestras manos está que esto no ocurra.

En primer lugar, devolviendo a la perdiz su hábitat natural que le hemos arrebatado como consecuencia de una agricultura sumamente agresiva con el medio ambiente, donde la química y el laboreo mecánico del campo son totalmente incompatibles con una especie que a pesar de todos estos avatares milagrosamente subsiste.
 

 

sábado, 22 de marzo de 2014

Tomemos consciencia


 

Ahora que la siembra no levanta un palmo del suelo y está   empezando a brotar, a pesar de la sequía y las perdices están emparejándose es el mejor momento para poder verlas y saber más o menos, si la puesta va bien y la primavera acompaña, la densidad de perdices que tendremos en nuestros cotos.

Yo que he estado está semana labrando la viña y dentro de la zona de reserva no he visto ni una sola patirroja. Sólo he podido ver una liebre pequeña dentro de la espaldera, que arrancó al pasar cerca de la cama donde se encontraba echada.

Las razones de que no haya perdices son innumerables y viene a confirmar un estudio reciente que alertaba de que varias especies de caza menor entre ellas la perdiz, pero también la codorniz o la tórtola están o podrían estar en poco tiempo en peligro de extinción. Así de crudo como lo oyen.

Los hay que abogan por prohibir la caza, lo cual, no resolvería en modo alguno el problema, al menos desde mi punto de vista, postura que defienden los grupos ecologistas, pero desde luego, sí que hay que tomar medidas para que la perdiz vuelva a poblar nuestros montes y campos como antaño.

Para que esto ocurra es necesaria una buena gestión cinegética. De lo que hagamos nueve meses antes de que se abra la veda va a depender, que luego podamos disparar a las patirrojas o no.

En primer lugar, el control de las alimañas es fundamental. Donde abundan zorros, urracas o jabalíes es muy difícil por no decir imposible que haya caza. Hay medios legales y permisos especiales para su captura.

Otro aspecto importante a considerar son los productos fitosanitarios que echamos en el campo para combatir plagas como el mildiu, la negrilla en viñedos o frutales. Debemos ser muy respetuosos con el medio ambiente y ser conscientes de que lo que tiramos al campo no es nocivo.

En este sentido, la lista de productos prohibidos es muy amplia.

Una buena gestión cinegética consiste en poner comederos en todo el coto. Hay quien, sin embargo, es reacio a colocar bebederos porque consideran que el agua transmite muchas enfermedades y la perdiz no es un animal que precise de demasiada agua, siendo suficiente la que pueda encontrar por las mañanas con el rocío.

Tomás Martínez, el gestor de Casa Emilia, un excelente coto de caza intensiva en El Bonillo tiene repartidos en sus más de mil hectáreas decenas de comederos, pero no encontraremos ni un solo bebedero en sus campos manchegos, precisamente, por la razón que apuntaba más arriba.

Y un punto importante, si queremos conservar la perdiz salvaje es no echar perdices de granja, a no ser que queramos convertir nuestro coto en un coto de caza intensivo.

La perdiz de granja o de bote como la llaman algunos transmite muchas enfermedades y termina por aniquilar a la perdiz salvaje, además, de atraer a alimañas a nuestros cotos, pues son una presa fácil.

La climatología es otro factor del cual va a depender que sea un buen año o malo de perdices. Las sequías o las olas de calor que hemos padecido en los últimos años  como consecuencia del calentamiento global tampoco ayudan a que la perdiz procree.

Y, por último, creo que entre todos hemos acabado con el hábitat natural de la perdiz salvaje.

La agricultura intensiva, la mecanización del campo, los campos de espaldera, nos han traído muchos beneficios a los agricultores, pero ha sido contraproducente para la perdiz.

Tomemos consciencia, los cazadores los primeros y adoptemos medidas antes de que sea demasiado tarde. Y, por favor, no me tomen por agorero.

 

 

jueves, 6 de marzo de 2014

Ahora toca romper platos


 

Durante la temporada de caza, los campos de tiro permanecen cerrados, salvo unos pocos que continúan abiertos todo el año como el Gorrión Club en Alicante o Cheste en Valencia.

Como la temporada cinegética ha llegado a su fin ,ahora lo que toca es desempolvar las armas de tiro que han permanecido colgadas en el armero durante estos meses, aunque hay quien compagina ambas aficiones: la caza y el tiro. Yo, sin embargo, me olvido de los platos a partir de octubre y no me vuelvo a preocupar de ellos hasta finales de febrero cuando concluye el tordo.

Hace unos años casi todos los pueblos de alrededor tenían su propio campo de tiro. Ontinyent, Fontanars dels Alforins o La Font de La Figuera contaban con sus propias instalaciones. Con motivo de las fiestas raro era el pueblo que no organizaba tiradas de pichón o de codorniz . Había premios para casi todos los participantes y solía concurrir mucha gente. También los que no eran tiradores habituales. Había distintas categorías: Junior, sénior, damas o veteranos. Muchas empresas solían participar con la entrega de donativos o regalos. Normalmente eran las sociedades de cazadores, a falta de clubes de tiro, las encargadas de organizar el evento.

Hoy estos campos y otros muchos han sido clausurados por no cumplir las medidas de seguridad.

Hay una serie de exigencias que han de cumplir todos los campos sino quieren ser clausurados, por ejemplo, vallar el perímetro de seguridad 200 metros, colocar placas bien visibles que adviertan de la existencia del campo de tiro, que no haya caminos o casas adyacentes, etcétera.

Hoy son muy pocos los campos que han sobrevivido ante tanta exigencia legal,  y siendo un deporte de riesgo, llevar una escopeta siempre lo es, no ha habido que lamentar ningún accidente mortal.

Uno de esos campos de tiro que ha conseguido sobrevivir es el campo de tiro de Vallada. Gestionado desde la propia sociedad de cazadores, pero por gente que ama el tiro. De ahí que todavía permanezca abierto. Me refiero a gente como Amadeo, Antonio, Pepe o Raúl, que hacen que cada sábado sus instalaciones estén abiertas al público: Llueva, truene o relampaguee nunca te encontrarás con la cadena pasada.

Les mueve su pasión por el tiro y nada más. Ellos mismos se encargan de atender el bar, anotar las series, colocar platos o arreglar las máquinas si fallan.

El campo cuenta con un foso universal automatizado de 5 máquinas con fono pull , además, de varios fosos para las tiradas de codorniz.

Hace unos años, en el mes de junio tenía lugar una tirada de pichón a brazo que llevaba el nombre de Copa de la Diputación,  en homenaje al que entonces era su presidente Juan Giner oriundo de Vallada,  pero dejó de celebrarse, a pesar de llegar a contar con un par de ediciones, pero los números no salían y no llegaban a cubrirse si quiera los gastos.

Muchas tardes se organizan meriendas que los mismos responsables del campo preparan. Pepe es el encargado de llevar los tomates o las cebollas de su propia huerta que cultiva él mismo. Nada que ver con los que compramos en las grandes superficies, que no tienen sabor alguno. Además, comerlos en plena sierra es otra historia.

Allí nos reunimos casi siempre los mismos, pero hay muy buen ambiente y pasamos un rato muy agradable. Siempre hay un pequeño pique, sano por supuesto, de haber quien rompe más platos. Los hay que son muy competitivos. Por ejemplo, quien suscribe estas líneas.

Estoy deseando reencontrarme con mis buenos amigos Morán, Milio, le gusta que le llamen así en lugar de Emilio, Enrique, Rafael, Sala, Guerrero, Felipe o Josep Lluis. Amigos, nos vemos pronto.

 

 

 

sábado, 1 de marzo de 2014

Hasta la temporada que viene


 

Ha llegado el momento de colgar las escopetas en nuestros armeros hasta la temporada que viene, salvo que os guste como a mí practicar algunas modalidades de tiro al plato como el skeet, el foso o el recorrido de caza sino es así acordaros de limpiar y lubricar bien los cañones con un buen aceite para evitar que se oxide.

El viernes día 28 se cerró la veda en los cotos de caza intensiva. En el resto de acotados de Castilla La Mancha,  la temporada cinegética concluyó  el pasado día 8.

Yo guardo un mal recuerdo de mis dos últimos días de caza. Concretamente, el último tuvo lugar cerca de Bonete con perdiz soltada.

En los cotos de caza intensiva sabemos que la perdiz que hay ha sido soltada. Pensamos que las han soltado unos días o unas semanas antes. Al menos, eso es lo que pensamos. Pero una cosa es pensarlo y otra muy distinta es ver como el coche que llevas delante las va soltando por pares.

La otra tuvo lugar durante un ojeo. Y tengo un ingrato recuerdo por dos motivos. El primero porque cogí una pulmonía debido al agua cero que cayó. El cuarto ojeo debió suspenderse o aplazarlo hasta que amainara un poco, pero por no dejar el puesto libre y fastidiar el ojeo me puse sin rechistar.

La segunda porque se me ocurrió criticar la cacería en un artículo. Tengo por costumbre escribir cuando participo en una cacería y enviarlo al periódico con el que colaboro o al blog que tengo colgado en internet. Si me ha gustado lo que he visto, lo digo y si no me gusta también. Siempre, por supuesto, desde el respeto y argumentando los porqués.  Dije y cito textualmente, utilizando un símil taurino " La perdiz, si me permiten el símil taurino habría que haberla devuelto a los corrales por mansa".

A la persona en cuestión y responsable de la cacería no le pareció muy bien aquella crítica y no tardó en llamarme por teléfono para indicármelo y de un modo airado mostrar su queja por lo que yo había escrito.

Poco más o menos me dijo que si no me gustaba aquello que no volviera por allí.  He de decirles que llevo más de treinta años cazando por esas tierras y precisamente, con estas personas. A mi estas palabras me hubieran importado bien poco de no ser por la persona que me las dijo y cuyo nombre voy a omitir, porque me unía una gran amistad con su padre, que ya falleció y también con él y con su hermano.

En general, la inmensa mayoría de nosotros, tenemos muy poco espíritu crítico. A mí me gusta la crítica siempre que sea constructiva y se haga de manera educada y razonada. Y creo que esta lo era. Yo siempre aprendo de las críticas. Pero, obviamente, no todos somos de la misma opinión.

Esta persona lo vio como una crítica furibunda a su negocio. Prefiere que le doren los oídos a escuchar las críticas.

He retirado el artículo del blog y espero hacerlo también en breve con el resto de vídeos que tengo subidos al youtube.

Respecto al resto de días que he podido salir a cazar y que no han sido muchos, la verdad, ha habido un poco de todo, como en botica.

En general y por lo que he podido hablar con gente también del gremio no ha sido un buen año para la perdiz.  En cuanto al conejo hay zonas en las que ha desaparecido como Castilla La Mancha como consecuencia de la vírica. mientras que en otras zonas es una auténtica plaga.

Tampoco la media veda ha dado grandes satisfacciones a los cazadores. Poca torcaz y nula codorniz.

El tordo muy desigual, según zonas.

Habrá que esperar a la temporada próxima a ver que nos depara. Nosotros saldremos con la misma ilusión que siempre. Llenar o no el zurrón es lo de menos.