domingo, 2 de septiembre de 2012

No es oro todo lo que reluce

 
Como se dice coloquialmente, nos engañaron como a chinos. La tirada de torcaces prevista para el día 23 en la finca Pozo Majano fue un fiasco.
De nada sirvieron los viajes que mi amigo Pepe Sala y un servidor hicimos a la finca unas semanas antes.
Cuando nos disponíamos a entrar a los puestos y aún era de noche, Sala murmuraba, cargado de petates como iba,  que aquello no le gustaba nada. Más tarde se confirmarían sus sospechas.
Sala es gato viejo, no en vano lleva muchos años cazando y ha recorrido casi toda España. Pocos rincones le quedan por conocer.
Del pinar a los que acuden los torcaces como dormidero no salió ni uno solo. Donde estaban los millares de palomas que habíamos visto escasamente unas semanas antes?
Todos sabemos que la paloma torcaz es un animal imprevisible. Un día  el campo está lleno de palomas y al día siguiente no queda ni una.
Normalmente, a estos animales les afectan mucho las tormentas, llegando a abandonar incluso los nidos y los pollos. Cuatro rayos y las palomas desaparecen.
Pero lo que allí ocurrió la víspera no fue una tormenta ni nada que se le pareciese. Fue un engaño en toda regla.
Como todos ustedes saben, la veda para la paloma torcaz en Castilla La Mancha se abrió este año una semana más tarde. En lugar del 15, el 23. Abriéndose el 15, sólo para la codorniz.
Esto es lo que dice, al menos, la Ley de caza.
Sin embargo, cada uno la aplica como le viene en gana.
Las fincas agrícolas pueden pedir unos permisos por daños a la agricultura. Normalmente estos permisos se sacan  para el conejo por los daños que ocasionan en siembras y pastos.
Pero, hecha la ley, hecha la trampa.
Los propietarios de la finca o en este caso quien la tenía arrendada para las tiradas, un tal Antonio, solicitó un permiso a la conselleria correspondiente por los daños que la paloma estaba causando en los cultivos, fundamentalmente, alfalfa, trigo y cebolla.
No tuvieron en cuenta o si lo tuvieron les importó un carajo, la tirada programada para el día 23 y unos días antes, probablemente el día 15, montaron la tirada.
Todo muy legal, pero sólo aparentemente.
Cuando llegamos a la casa, el sorteo de los puestos ya estaba hecho, asignándose los números por cuadrillas. Mal hecho.
El sorteo tiene que hacerse en presencia de todos los cazadores. Si se decide hacer por cuadrillas, que se haga y si no, cada uno saca su número y donde le toque se pone. Y al compañero de puesto ya lo conocerás, que la mañana es muy larga.
A la hora de pagar, desembolsamos las dos tiradas. Mal hecho. Esto debería acordarse previamente entre todos los cazadores para no quedar tú como el malo de la película. Si la cacería está programada para dos días, como era el caso, primero se paga una y luego la otra. De esta manera, evitas que te engañen dos veces.
Pero ahí no había acabado todo. Más tarde me entero de que en la segunda tirada no va a haber sorteo, corriéndose los puestos tres lugares. De tal manera, que si el día 23 te había tocado en “suerte” el 10 como era mi caso, el próximo día tendré que ponerme en el 13. Y como soy algo supersticioso, ya ni les cuento.
Mal hecho. No por ser supersticioso, que de todo hay en la viña del señor. Me refiero a los sorteos. Debe hacerse un segundo sorteo y que la suerte decida. Nada de correr los puestos sin un sorteo previo.
Se nos dijo también que se nos llevaría a los puestos en coche. Aún estoy esperándolo. Cargados de bártulos como íbamos, al menos, un servidor con nevera a cuestas incluida, sin contar, barraca, cimbeles, escopetas y cartuchos. Llegábamos a los puestos con la lengua fuera. Menos mal que eran las seis de la mañana y el sol aún no apretaba.
En fin, nada de lo que se nos dijo, se cumplió., pero la culpa es nuestra por fiarnos de esta gente que sólo ve en la caza un negocio. No será la última vez que ocurra.