sábado, 16 de marzo de 2019

La Sociedad de cazadores de La Font celebra su tradicional cena del socio


Desde el año 1975-76 la sociedad de cazadores de La Font de La Figuera organiza de forma ininterrumpida una cena del socio, donde el menú es el jabalí estofado. Cocinar el jabalí no es fácil. El adobo es fundamental para cocinarlo. Hay que hacerlo abundante y dejar la carne macerando mucho tiempo hasta con dos días de antelación porque si no su sabor resulta demasiado fuerte. Si se cocina bien es un manjar delicioso, como toda la carne de caza en general.

Los primeros años, como recuerda Ramón Torróla cena se hacía en un local de la sociedad, propiedad de su padre, donde actualmente está el bar Central. La gente llevaba los cubiertos de casa y el pan debajo del brazo. "Si ese día se mataba un jabalí, por la noche se lo comían en el local. Se hacían tantas cenas como batidas", señala.
A lo largo de la temporada cinegética  se celebran varias batidas en los montes de La Font para paliar los daños que el jabalí causa en la agricultura. Uno de estos ejemplares se reserva para esta noche épica donde la gran protagonista es la caza. Un sector maltratado últimamente por las asociaciones animalistas como PACMA que defienden la prohibición de la caza, con amenazas veladas  hacia el sector y los cazadores.
Este año tocaba celebrarlo en el Bar Central. La encargada de cocinarlo ha sido Rosa. Cada año se realiza en un local diferente para que todos estén contentos. El año pasado tuvo lugar en La Font'da y hubo lleno absoluto. Entonces fue Marifé quien lo preparó.
La asistencia a esta cena es masiva y puede apuntarse todo el mundo que lo desee, sea o no cazador. Las autoridades locales están invitadas. Tanto del gobierno municipal como de la guardia civil.
Es de destacar y de agradecer, un año más, la presencia del alcalde Vicent Muñoz , y de la regidora de Agricultura y Medio Ambiente, Carmen Asensi, a la cena del pasado martes.
Frente a las posturas prohibicionistas que defienden algunos partidos y asociaciones ecologistas es muy importante que haya una buena colaboración entre el Ayuntamiento y la Sociedad de Cazadores a todos los niveles porque para el mundo rural la caza es un sustento básico y necesario, no solo desde el punto de vista económico y  generador de riqueza, con más de 6.500 millones de euros y cerca de 200.000 empleos sino también para la conservación del medio ambiente y el equilibrio de las especies.




domingo, 10 de marzo de 2019

Huroneando en La Gloria

Hoy he vuelto a la finca La Gloria a cazar un rato con el hurón. Esta semana llamé a Miguel para preguntarle si iba el domingo. Al decirme que sí, le dije que contara conmigo.

Nos hemos visto en el restaurante Las Eras a las 7,15 para tomar un café. De ahí hemos ido a la casita que Miguel tiene en La Font a recoger los hurones. Tiene una pequeña huerta de habas y cebollas. Ni los perros que tiene, impiden que los conejos entren en la parcela y arrasen con las cebollas.
Alberto estuvo esta semana echando un vistazo en la finca a los bancales y vio algún conejete. Hemos cazado esas parcelas.
Con Miguel han venido también Antonio y Alberto. A Antonio no lo conocía personalmente, pero sí a su tío Genaro, gran cazador también.
Al principio de la mañana he estado muy fallón, hasta el punto que le he dicho a Miguel que me iba a casa a dejar los trastos. El primero en repicar ha sido Antonio que no ha perdonado ninguno.

De izda a dcha: Patri, Alberto, Miguel y Antonio
He tirado a 7 conejos y he errado 4, dos de ellos en el sembrado. Les he hecho el tiro trasero. No se puede estar cazando y pensando en otras cosas. Si te descentras, los fallos vienen uno tras  otro.
Pasadas las 11 nos hemos ido al coche a tomar un bocado a la sombra de un olivo.  He probado el embutido de caza  mayor que compraron en  Calamocha en una feria cinegética y que han traído hoy para almorzar: Chorizo, cecina y salchichón, de venado, jabalí, corzo y gamo.  La verdad es que no sabría decir cuál  me ha gustado más porque estaban todos buenísimos. Con un toque de picante. Además, Miguel ha traído algo que no puede faltar en cualquier cacería que se precie: una bota de vino. Ya he conseguido beber de la bota sin derramar vino ni mancharme la camisa. Para que no suba tanto a la cabeza Miguel ha mezclado tinto con rosado.
Llevamos unos meses que no cae ni una gota y el campo está muy seco. Al daño que provocan los conejos en las cosechas se suma una mala campaña agrícola. Si no llueve en las próximas semanas muchos agricultores no podrán recoger sus cosechas y perderán el trabajo de todo un año. Las orillas de los campos están comidas por los conejos, pero la siembra no levanta un palmo del suelo por la extrema sequía que llevamos arrastrando desde hace más de tres meses.
Después del almuerzo, la cosa ha cambiado y no he errado ningún conejo. He tumbado seis. Me he puesto arriba de los ribazos con muy buena visibilidad y los conejos salían a campo abierto. Miguel no ha querido tirar el hurón con las huronas porque están en celo y si los echa juntos pueden pasar horas en la madriguera hasta que salgan, así que hemos decidido hacer  dos grupos: Alberto Antonio por un lado y Miguel y yo por otro.
Miguel prefiere ver el trabajo de los hurones que coger la escopeta.
El macho, que lo he bautizado como Ronaldo, lo hace muy bien. Tiene dos años. Es muy dócil y manso, a pesar de sus afiladas garras. El bicho impone porque es muy grande. Entra y sale de manera incansable, sin dejar una boca por escudriñar. Si no fuera por el trabajo de estos animales, no matábamos ni uno.
Pasadas las 12 hemos decidido dar por finalizada la jornada porque hacía mucho calor y los hurones ya andaban cansados.
Al final la percha no ha ido del todo mal y entre los tres hemos matado una treintena de conejos.





domingo, 3 de marzo de 2019

De hurones en La Gloria

Hoy he estado cazando en la finca La Gloria en el término de Villena. Me ha invitado su dueño Juan José.  Me ha sacado un permiso para que pueda ir todo el año.
A las 8,15 como un reloj estaba en la finca. Hemos hecho dos cuadrillas. Yo he cazado con Cristóbal, que llevaba los hurones y con Pedro. A la otra parte de la finca ha ido Santiago, padre e hijo con José.
El año pasado se mataron en esta finca más de 300 conejos con hurón.
Cuando nos acercábamos con el coche al cazadero hemos visto algunos conejos en las orillas de los campos que estaban comiendo, pero al menor ruido se meten en la madriguera.
Al principio hemos echado el hurón dentro de una mata grande con varias bocas. Yo he tenido a un par a tiro entre la hojarasca, pero he desistido apretar el gatillo al no ver al hurón. Prefiero dejarlos salir y tirar sobre seguro.
Al poco de ponernos en nuestros puestos oímos un murmullo de gente, un grupo de ciclistas   atraviesa la finca sin mediar palabra.
El cazadero es bueno y tiene mucha visibilidad. Me he puesto pegado a un camino junto a un campo de almendros. Arriba del ribazo se encontraba Pedro.  Así dominamos más campo de visión y dejamos menos opciones al conejo por donde escapar.


El primero lo he revolcado en el camino. El segundo lo he dejado pasar y lo he abatido a los pocos metros.
Tras esperar un buen rato a que saliera el hurón, hemos cambiado de sitio y nos hemos ido a unos campos de cereal muy próximos de dónde estábamos. Allí hemos abatido un par de conejos más cada uno.
Los ribazos están plagados de madrigueras. Cristóbal lleva unos bichos muy buenos. Hoy ha traído para cazar cuatro, aunque la más pequeña no la ha sacado.
Cristóbal me ha contado que a veces el conejo se queda encajonado dentro de la madriguera y el hurón con sus afiladas garras trata de sacarlo. Para defenderse el hurón orina, formándose en las patas de los hurones una especie de bola al contacto con el orín y la tierra, que le resta efectividad y ya puede el hurón en esforzarse en sacarlo, que lo va a tener muy difícil.
Pedro y yo hemos presenciado una anécdota graciosa cuando un gazapo ha salido de la madriguera perseguido por el hurón. Un lance propio de un podenco más que de un hurón.
Hay quien ve este tipo de caza poco edificante.
De un tiempo a esta parte veo a los agricultores excesivamente volcados en echar la culpa de sus males a los conejos y eso está propiciando que los cacemos a todas horas y con métodos cada vez más invasivos. El deseo de productividad en la agricultura moderna se ha disparado y, en muchas zonas, no se repara demasiado en los herbicidas ni en las fumigaciones masivas que se están llevando a cabo, tampoco en la eliminación de lindazos y perdidos, para que los animales críen menos. Parece que se está olvidando que la agricultura se desarrolla en el medio natural y no en un invernadero, por lo que pretender que ésta quede a salvo al cien por cien de sus criaturas es una aberración. En ese sentido, cazar conejos con hurón en esta época, con las crías aún pequeñas, en las madrigueras, no es muy edificante para la propia caza. Sería preferible y más selectivo hacer esperas en los sitios donde hacen daño, pero claro eso no quitaría tantos ejemplares como con este método
Entre los conejos que hemos abatido había uno con las orejas blancas. Los he visto de todos los colores: blancos, negros, rojizos, pardos ... pero confieso que con las orejas y el morro parcialmente blanco es el primero.
Lo mejor del día ha sido al llegar a la finca de Juan José. Allí nos esperaba una cabrito cocinado con ajos tiernos a la leña que estaba para morirse. Con razón se llama la finca La Gloria!