domingo, 20 de febrero de 2022

La última batida de Fontanars dels Alforins acaba con 22 jabalíes abatidos

Este pasado domingo día 20 de febrero tuvo lugar la última de las tres batidas organizadas por la sociedad de cazadores L’Alforí en el término de Fontanars dels Alforins, que acabó con un número de capturas considerable. En total se han abatido 22 jabalíes en la zona situada entre L'Altet de Torró y la finca El Comendador.
En la batida participaron 50 escopetas, quedándose sin cubrir todos los puestos previstos, pese al día y el tiempo meteorológico que acompañaba. En esta tercera batida participaron seis rehalas. Desde la organización de cazadores han señalado que al no cubrirse el número de puestos previstos inicialmente "se han escapado muchas piezas", aprovechando los huecos que había entre unos puestos y otros, lo que ha permitido que muchos jabalíes escapasen y no fueran abatidos. La mancha a batir ha sido la zona comprendida desde L’Altet de Torró hasta la finca El Comendador, una zona densa de pinos y carrascas que proporciona durante todo el año cobijo y protección a los jabalíes, que encuentran en esta zona un lugar para esconderse.

viernes, 11 de febrero de 2022

Último día de caza

Seguramente por ser el último día de caza no he pegado ojo en toda la noche. Eso y porque también ando algo nervioso por circunstancias personales. Nada más salir de casa, en la carretera de La Font, he esquivado una liebre que se me ha cruzado delante del coche. Por suerte he podido frenar a tiempo. La niebla me ha acompañado durante todo el viaje hasta pasado Barrax. Antes de llegar a Munera se ha despejado y ha salido el sol. Un alivio porque tantos kilómetros con niebla cansan mucho a la hora de conducir. En la recta de Barrax donde hay un tramo de radar controlado, siempre que paso fijo la velocidad a 90 kilómetros para no sobrepasarla. Hay una cámara al principio y otra al final que calculan el tiempo medio de recorrido y si te excedes de velocidad, te mandan la receta. En el CD suena el bolero: “Amanecí en tus brazos “, cantado por Chavela Vargas. A las 9,30 en punto he llegado a El Bonillo. El termómetro marca 2,5 grados. En la puerta puntual como siempre, me espera Elías que nuevamente ha sido el encargado de acompañarme durante la jornada de caza. Hemos vuelto a cazar en Los Toscares. Nada más comenzar la mano he abatido la primera perdiz. Tiro mejor a tenazón que cuando apunto a la pieza. Cuando quiero asegurar, fallo. No soy buen apuntador. He estado lento y falto de reflejos, seguramente por no haber dormido. En más de una perdiz que he errado me he dado cuenta que los tiros los he hecho traseros. Hay que correr bien la mano para poder abatirlas y no quedarte atrás. Pero normalmente la pieza nos gana y los tiros se quedan detrás. La mayoría de las veces es así.
Cuando hemos llegado al campo aún podía apreciarse la escarcha que blanqueaba el paisaje, tras una noche gélida. También por aquí sigue sin llover. Es un mal generalizado en toda España, donde llevamos meses sin que caiga una gota. Afortunadamente, un pequeño arroyo que discurre por la finca todavía lleva algo de agua, lo que le ha venido muy bien a Syrah para que pudiera refrescarse porque a pesar de ser febrero ha hecho bastante calor. A mitad mañana ya sobraba casi toda la ropa. Syrah está muy picada con las perdices. Ventea muy bien y es una perra potente y eso hace que muchas veces te saque las perdices fuera de tiro. El labrador es un perro muy tranquilo, que caza a la mano, pero Syrah no cumple con este estereotipo. En la segunda vuelta he estado aún más fallón que en la primera, errando perdices incomprensibles. He tenido ocasión de hacer un doblete, pero he errado los dos tiros. Han volado de detrás de una carrasca en direcciones opuestas. Al final he tirado poco más de una caja para colgarme diez perdices. Syrah ha estado muy rápida cobrando una perdiz alicortada que ya estaba entrando a un agujero, pero ha conseguido meter el hocico y sacarla. Solo por este lance ya ha valido la pena el viaje. También ha sacado una perdiz emboscada dentro de unas jaras que de no haber sido por la perra no hubiera volado. El tiempo estaba muy calmado, con muy poco viento. Había que echarle piernas para poder tirarles. Hoy solo se podía tirar a la perdiz. El conejo se cerró el día 8 con la veda general. Kico cierra también hoy para la perdiz en mano. He terminado realmente cansado. Hemos caminado por campos de labor que son auténticos destroza piernas porque están recién labrados y caminar por ellos cuando llevas un par de horas detrás de las perdices requiere estar en una buena forma física que no es mi caso. Concluye una temporada cinegética que ha sido muy satisfactoria en lo personal, con muy buenos lances, con una buena cantidad de perdices cobradas, con mi perrita Syrah que cada vez lo hace mejor y con la amistad de un buen compañero de fatigas que ha hecho posible que esto haya sido así, como ha sido Elías. Para reponer fuerzas he parado a comer en El Rincón de Pedro, donde he degustado un delicioso arroz con bogavante que Isabel borda a la perfección. A parte de comer muy bien, el trato siempre es exquísito.

martes, 8 de febrero de 2022

Sobre la montería de Córdoba

Estos días ha salido publicada una información relativa a una cacería en una finca de Córdoba donde se han abatido cerca de 400 piezas entre venados y jabalíes que ha causado mucha indignación y que enseguida ha sido utilizada por las asociaciones ecologistas para pedir una vez más la prohibición de la caza. De hecho, se ha convocado una manifestación para los próximos días a favor de prohibir la caza. Sobre esta cuestión en particular, es decir, sobre este tipo de cacerías o monterías donde se abaten tantísimos ejemplares decir que no solo indigna a los colectivos o personas contrarios a la caza, también a muchos cazadores entre los que me incluyo. En los cercones o fincas cerradas donde los animales no tienen posibilidad de escapar no debería permitirse cazar. La actividad cinegética debería estar permitida solo en aquellas fincas abiertas. La caza debe ser una lucha de igual a igual. En estas fincas el animal no puede escapar por lo que se enfrenta a una muerte casi segura. Es como si yo cuando salgo a cazar perdices, les pusiera en las patas o en cualquier otra parte de su cuerpo una cuerda, de tal manera que si yerro el disparo, tuviera una nueva oportunidad para abatirla. La montería contaba con todos los permisos reglamentarios para poder hacerla. El año pasado hubo otra con resultados parecidos en cuanto al número de reses muertas. Pero el hecho de que sea legal no quiere decir que no sea moral y éticamente reprobable porque la caza no es abatir piezas de manera indiscriminada. La caza es un sentimiento, una pasión que muchos la vivimos intensamente y que nada tiene que ver con este tipo de caza donde prima la cantidad. El lance en la caza no termina muchas veces con la vida del animal. Yo he salido a cazar y muchas veces me he venido a casa con el morral vacío. A los cazadores se nos ha dicho de todo. Nos han deseado la muerte, nos han llamado asesinos, maltratadores,… Nada de esto es cierto, pero como en todos los colectivos siempre hay indeseables que manchan el buen nombre de los cazadores. Las redes sociales se han convertido en un estercolero de amenazas e insultos. La caza existe desde la propia existencia del hombre. En la prehistoria el hombre cazaba para subsistir y poder alimentarse. Afortunadamente la humanidad ha avanzado y ya no necesita cazar para comer. Las imágenes que hemos visto estos días con las reses tendidas en el suelo, con la sangre todavía caliente, no ayuda desde luego a reivindicar la caza como una actividad necesaria, no solo desde el punto de vista económico, también como medio para controlar el equilibrio poblacional, pues la sobrepoblación de especies trae consecuencias negativas para las propias especies como la proliferación de enfermedades.