lunes, 29 de junio de 2020

De hurones en La Gloria

Esta semana Juan José ha conseguido los permisos de descaste con hurón para cazar en su finca. Se los han dado enseguida porque normalmente estas cosas suelen tardar bastante a pesar de que en algunos municipios se ha declarado la alarma cinegética por la plaga de conejos. Ha pasado menos de una semana desde que le di los datos, y ya tenemos el permiso en la mano. Me ha puesto  de jefe de cuadrilla.  Somos cuatro aunque realmente vamos a cazar sólo dos: Fernando y yo.

A las 6 de la mañana sonaba el despertador. Lo he retrasado unos minutos más. Sobre las 6,15 le he puesto un wasap a Fernando para decirle de vernos un poco más tarde. Anoche salí a cenar con Patri y Rafa  y me acosté tarde. He dormido muy poco.


A las 7 en punto estaba en el bar Las Eras, tomándome un vaso de leche con Cola Cao y dos magdalenas.  Si madrugo y no tomo algo, no me tengo en pie. Poco después ha llegado Fernando. Hemos pasado por su casa porque se había olvidado la documentación.
Ayer estuve almorzando en La Gloria para que Juan José me dijera la zona que debíamos cazar. Como hacía mucho calor, volví por la tarde, que, además, se ven mejor los conejos, ya que a poca noche salen a comer y con el calor permanecen encerrados en sus madrigueras.
Es una zona pegada a las antiguas vías del tren. El camino que cruza era un hervidero de conejos. El problema es que está muy pegado a la autovía y cerca de la carretera no se puede disparar. La distancia de seguridad, creo que son doscientos metros.
El último día que estuve cazando en La Gloria con el hurón fue el 4 de agosto del año pasado desde entonces no había vuelto a ir.
Hemos empezado cazando la zona que nos ha recomendado Juan José. El conejo está por la mañana en la viña, así que hemos dado una vuelta por la espaldera. Mientras Fernando entraba a modo de ganchillo, yo le esperaba en una punta. Hemos abatido un par.
Mientras espero dos torcaces jóvenes casi me quitan la gorra. Seguro que en la media veda no tengo una oportunidad así de buena. De un pino cercano ha salido otra paloma que seguramente tenía el nido allí mismo.
Algunos bancales tienen todavía agua. Me pongo entre dos campos de viña, cerca de un reguero.
Está difícil encontrar las bocas porque hay mucha maleza y apenas se ven.
Tras pasear la viña arriba y abajo decidimos cambiar a otra zona de la finca. Vamos a unos bancales de trigo y cebada que ya han sido segados, pero aún tienen comida.
Fernando encuentra unas bocas pegadas al monte. Echamos los hurones.
De una de esas bocas sale un conejo que se las pela. Le arreó los dos tiros. Cuando entro dentro de la zarza para ver si lo había matado, arranca hacia arriba. Fernando les descerraja otros tres tiros.  Me dice que está muerto pegado al tronco. Subo a cobrarlo. No lo veo. De repente, arranca de mis pies. Le disparo y lo revuelco. Se llevó seis tiros y no pudimos hacernos con él.
Está minado de agujeros y al menor respiro que tienen se meten en ellos.
El sol comienza a apretar. Los bichos que lleva Fernando, tres hembras y un macho, conocen de qué va la historia y si tardan en salir es porque hay material dentro.
Oímos la captura de un conejo dentro de la madriguera, Fernando no se lo piensa dos veces. Mete la mano y saca el conejo todavía vivo.
Los mejores sitios para echar el hurón son  las orillas de los bancales. Son buenos tiradores porque están muy despejados y hay muy buena visibilidad. En los sitios donde hay mucha maleza, no los ves, tiras a tenazón, muchas veces por intuición,  sin ver la pieza. A campo abierto es muy difícil que salgan, siempre buscan la boca más próxima para meterse.
Si los hurones trabajan bien, como es el caso, es una caza muy emocionante, sobre todo, cuando oyes las carreras bajo tus pies. Auténticos terremotos. No es un tiro fácil por mucho que algunos digan que sí lo es porque el conejo sale de la madriguera a toda velocidad. Tienes que estar muy rápido y con muchos reflejos. Conviene tirar con un choque abierto, preferiblemente cilíndrico porque normalmente el tiro lo efectúas a una distancia muy corta. Plomo de novena de 32 gramos es suficiente.
Fernando ya no quería echar más los hurones porque hacía mucho calor, pero al final le he convencido para ir a un último sitio. Una pinada que Juan José desbrozó el año pasado y que toman mucho los conejos. Cuando hemos llegado ha aparecido el guarda de la finca.  Fernando también lo conocía porque fue guarda del coto de La Font de La Figuera. Le digo si quiere ver el permiso y la documentación. Simplemente nos dice que cacemos en el lote que nos corresponde.
Queríamos apurar los últimos cartuchos y los últimos minutos de la mañana antes de marcharnos. Echamos los hurones y aún nos hicimos con un par de conejos más. Yo tuve la oportunidad de terminar la mañana con un doblete, solté los dos tiros seguidos, pero solo me pude hacer con uno.
Al final la percha no estuvo mal de todo con una veintena de conejos.





miércoles, 24 de junio de 2020

Defendamos la perdiz


Paso muchas horas en el campo con el tractor y no he visto todavía ni un solo bando de perdices. Ayer cuando iba con el coche cruzó una la carretera que venía volada del bancal. Por la hora que era seguro que algún animal la había molestado porque la perdiz solo vuela cuando se ve acechada, prefiere apeonar.

Es cierto que ahora es muy difícil verlas porque hay mucha hierba en el campo tras las últimas lluvias y la cosecha de cereal está todavía por recoger. Solo si te tropiezas con ellas puedes verlas.
Sin embargo, tiempo atrás por estas  mismas fechas era normal ver bandos completos, correteando por los caminos con diez o doce perdigones. Esas imágenes ya han pasado a la historia. Los que hemos tenido la suerte de conocerlo, nos gusta recordarlo y no cejaremos en el intento de que todo vuelva a ser como antes y la perdiz vuelva a poblar nuestros montes y campos.


La supervivencia de la perdiz en el medio natural es cada vez más complicada. La agricultura ha sufrido una transformación importante hacia la agricultura intensiva. Donde antes había viña en vaso ahora se levantan enormes espalderas que han mecanizado mucho la recolección de la uva, abaratando costes, pero donde resulta muy difícil que la perdiz crie. Se han eliminado lindes. La viña requiere cada vez más de tratamientos fitosanitarios para combatir las plagas que la acechan. Los mismo pasa con el olivo y el almendro. En Fontanars dels Alforins son los cultivos más abundantes. Pero, sobre todo, hay una sobreabundancia de alimañas: zorros, urracas y jabalíes. Estos animales no descansen ni de día ni de noche, destrozando nidos y acabando con las polladas.

Mientras no se efectúe un control exhaustivo de las alimañas, permitiendo su caza, la perdiz tiene los días contados.
Solo los  cotos de caza donde se realiza una buena gestión cinegética pueden presumir de tener perdices.
El otro día me contaba Amadeo que subiendo al campo de tiro de Vallada vio un bando con diez o doce perdigones. A la semana siguiente solo llevaba dos. Y es probable que ya no lleve ninguno.
La perdiz tiene muchos enemigos en el campo. Mientras se protegen especies como el cernícalo o el sisón, la perdiz es la gran olvidada.

domingo, 21 de junio de 2020

Sénia

A Sénia le cuesta cada vez más mantenerse de pie. Desde hace unos años padece displasia de cadera. En octubre cumplirá 14 años.

Cuando la llevé a la veterinaria no me dio muchas esperanzas.
La traje de Badajoz con tres meses. Conocí  a su padre, Pimienta, un magnifico labrador durante una cacería de patos en un pueblo de Extremadura. Era el único perro que había cobrando en el agua. No se dejaba ni uno. Era un espectáculo verlo.
Cuando me enteré que lo había cruzado, me puse en contacto con el dueño del perro, Evaristo Pimienta para pedirle un perrito de la camada. Tuve suerte y aún le quedaba alguno.
Le puse de nombre Sénia.



Dicen que los labradores no son perros para cazar, solo para el cobro. Sénia es la mejor perra que he visto cazando a la pluma y al pelo. Un todoterreno.
De hecho, el mejor lance de mi vida lo viví con ella cuando me cobró un conejo tiroteado que sacó con sus patas de dentro de un majano. Tengo el  final del lance grabado. Cuando lo recuerdo se me pone la piel de gallina. Acababa de llegar al coto. Arrancó el conejo y le hice el tiro trasero. Sénia lo siguió hasta el majano donde buscó refugió. Metió la cabeza hasta donde pudo y con ayuda de sus patas lo sacó de dentro. Otro lance que permanece en mi retina fue con Rocco, un fornido braco alemán curtido en mil batallas. Esta vez no fue un conejo sino una liebre. Estaba hablando con el guarda de la finca de al lado cuando arrancó la liebre. Entonces yo cazaba con repetidora. Le descerrajé los tres tiros. Rocco anduvo detrás de ella hasta perderlo de vista. Pensaba que no iba tocada. Tras casi media hora de espera vino con la liebre en la boca. El guarda me felicitó por el lance.
En Peñadorada he pasado jornadas inolvidables con ella. Noches al pato, donde me avisaba cuando a poca noche entraban a la laguna. Giraba la cabeza y me miraba. Era su forma de decirme: Prepárate que ya vienen!
En mi primera y única becada que he matado me acompañaba Sénia. Fue también en Peñadorada.
Al conejo era una auténtica máquina. Rodaba la jara hasta sacarlo. Si movía el rabo, allí estaba el conejo. No fallaba. Entraba en todo tipo de arbustos y matorrales. No tenía miedo a pincharse. Si el conejo se metía en un pedregal era capaz de rebuscar entre las piedras hasta hacerlo salir.
Era buena en todo. Al torcaz en puesto, aguantaba a mi lado sin moverse hasta que caía la pieza.
También a la codorniz. Por los trigales de la mancha hemos compartido muchas jornadas cinegéticas. Para la caza de la codorniz, si no llevas un buen perro que te acompañe es fácil que te vengas con la percha vacía. Aguantan mucho y solo  si el perro te la marca tienes opciones de hacerte con ella, si  no yerras el tiro, claro. Porque también se fallan codornices con el perro puesto. Si no que me lo digan a mí.
Siempre ha cazado a la mano. Era puro instinto. No tuve que enseñarle a nada. De pequeñita ya cobraba como una campeona.
Pero no solo ha sido una magnífica perra para cazar, también ha sido una formidable compañera y madre.
Por desgracia no tengo ningún perro de aquella camada. Una amiga mía tiene una perrita que se llama Fosca. Se parece mucho a ella. También mi hermana Patricia tiene a Rosco.
A pesar de su andar renqueante, me sigue allá donde voy, aunque cada vez más le cuesta subir y bajar  las escaleras. Trato de evitar que lo haga, cogiéndola muchas veces en brazos.
Es una experta en colarse en la cocina y arrasar con todo lo que pilla en el banco. Su hija Muga era igual de glotona.
Gracias Sénia por todos estos años que hemos vivido juntos. Has conseguido hacerme la vida mucho más agradable.