miércoles, 30 de noviembre de 2016

Una nueva jornada cinegética en la Patirroja

La semana pasada  teníamos pensado ir a El Bonillo a cazar, pero, finalmente, anulamos la cacería debido al mal tiempo. Decidimos dejarlo para esta semana, a ver si amainaba un poco el temporal.
El martes daba un pequeño respiro y para allí que nos fuimos. En la entrada de El Bonillo un coche de la Guardia Civil de Tráfico, que estaba parado en al arcén, nos dio el alto. Ángel, el yerno de Pepe Sala, que nos acompañaba en esta ocasión y  que iba en la parte trasera del vehículo, no llevaba puesto el cinturón de seguridad. La multa fue de 200 euros.
Llamé a Kiko desde el coche para decirle que nos retrasaríamos un poco. A Pepe le pidieron la documentación del coche y entre que tramitaron la denuncia y todo lo demás, nos tuvieron parados casi media hora.
Sobre las 11, ya estábamos en el campo, tras el aciago incidente. Nada más bajar del coche empezamos a ver los primeros bandos de perdices. La finca tiene una densidad muy alta de patirrojas. Siempre se ha dicho, que una buena densidad de perdices en una finca de caza menor es una perdiz por hectárea. Posiblemente en la patirroja haya bastantes más.


Los campos de cereal empiezan a verdear, con los primeros brotes de siembra y la perdiz tiene comida en abundancia, aunque en la finca hay comederos y bebederos de sobra, que sirven de refuerzo en la alimentación, sobre todo, en épocas de malas cosechas.
 Fui el primero en estrenarme. César, el acompañante, me canta una perdiz, que derribo de un certero disparo. Abro la escopeta para meter los cartuchos y me doy cuenta que baja otra a una velocidad endiablada. Con el segundo cartucho, que aún no había llegado a quitar, cierro la escopeta y aprieto el segundo gatillo del cañón izquierdo. La ventaja de cazar con una paralela frente a las semiautomáticas es que puedes seleccionar el disparo.  Esto es muy útil, por ejemplo, en los ojeos de perdiz, que tiras de más lejos a más cerca, salvo que tengas una pareja de paralelas, claro. Las superpuestas también te permiten jugar con los chokes. La perdiz cae de ala a un sembrado. Los perros se percatan enseguida y la cogen alicortada. LLuna se adelanta a Syra en la carrera y se hace con ella.
Debido a la emoción del lance, no me fijé muy bien donde cayó la primera. No cogí bien la referencia. Lluna, la perrita de Sala, hizo una faena estupenda y la cobró.
Pepe, le dejó la escopeta a su yerno, que tardó en cogerle el punto a la repetidora, pero a mitad mañana, ya se había hecho con ella. El arma le venía algo corta y eso le hizo errar algunos disparos. Además, a  Ángel le habían dado unos puntos de sutura y llevaba su mano izquierda vendada, aún así es un tirador experimentado, como su suegro y lo demostró, bajando un par de perdices de las de quitarse el sombrero.
Yo, hice un buen promedio ese día, abatiendo 8 perdices consecutivas, tiro a tiro, sin errar ninguna. A última hora de la mañana se truncó la buena suerte y erré un par de ellas. Así es la caza.
Para no comer a destiempo, siempre se nos hace tarde porque apuramos demasiado, ese día decidimos quedarnos en El Bonillo, en el mismo restaurante que tiene Kiko en el pueblo y saboreamos unas deliciosas alubias con perdiz.


jueves, 17 de noviembre de 2016

Tarde de hurones

La caza con hurón es una modalidad que se está imponiendo a marchas forzadas para acabar con la población de conejos, cada vez más numerosa. De hecho, la Conselleria concede permisos para todo el año, previa solicitud por daños. Antes los daba temporalmente.
El conejo se ha convertido en una auténtica plaga en la comarca de La Vall d'Albaida. Las pérdidas que ocasionan a los agricultores son cuantiosas. Los agricultores ya no saben qué hacer ni a quién reclamar ni recurrir.
Los lagomorfos acaban con todo tipo de cultivos: vid, almendros, cereal. Se les ha visto, incluso, trepar por los troncos de los frutales.
La única forma de darles caza es con el hurón. Este mustélido de afiladas uñas y cuerpo alargado y ágil, que recorre las galerías es el único capaz de hacerles salir de su escondite. Los rabudos pasan el día dentro de la madriguera y sólo salen para comer. Permanecen vigilantes al lado del agujero y al menor atisbo de ruido se meten de nuevo en él.
Otra modalidad de caza es a través de ganchillos, que consisten en batir una zona mientras otros cazadores esperan, parados en lugares estratégicos.
 La mejor época para la caza del conejo es durante el descaste, que tiene lugar de junio a agosto. Las hembras por esa fecha ya han parido y hay muchos gazapos en el campo. Aunque las conejas andan preñadas casi todo el año. A las diez semanas de vida ya pueden parir.
Los conejos aprovechan los terrenos arenosos, que son fáciles de escarbar para hacer las madrigueras. Son muy prolíficos, llegando las hembras a tener varias camadas al cabo del año, con una media de 5 ó 6 gazapos. No se adaptan a cualquier tipo de terreno. Se han hecho capturas para soltarlos en lugares donde escasean y poder repoblar y la suelta no ha sido fructífera.
Hoy miércoles he aprovechado la invitación que me ha hecho un amigo para salir un rato con los hurones y no ha ido mal del todo. Mi vecino, que probaba esta tarde una escopeta paralela, marca franchi ,modelo imperial montecarlo, con un grabado precioso, ha estado más fino que yo.
Para la caza con hurón se necesitan dos cosas. En primer lugar, paciencia y en segundo lugar, ir provisto de unos buenos bichos. Las prisas son malas consejeras para este tipo de caza porque muchas veces el hurón se queda dentro y tarda en salir, bien porque ha cogido un gazapo o simplemente porque las galerías están llenas de recovecos y el animal necesita su tiempo para hacer bien el trabajo.

El otro día sin ir más lejos, uno de los hurones de nombre "Ronaldo" hizo una faena de campeonato. Memorable. Tras esperar más de media hora a que saliera y cuando ya nos disponíamos a ponerle un conejo muerto en la boca de la madriguera como cebo para ver si salía- cuando huelen sangre buscan la salida enseguida- echó un conejo, que salió disparado como un rayo. El revolcón que pegó fue morrocotudo.
Cuando oyes las carreras dentro de la madriguera,  el corazón te palpita a mil por hora. No es comparable a la muestra de un perro a pieza parada, pero casi. Es muy emocionante.
Cuando echemos el hurón dentro de la madriguera es muy importante permanecer en silencio, ya que el conejo tiene un oído muy fino y al menor ruido evitará salir a campo abierto.
También es importante tener en cuenta la dirección en la que sopla el viento para evitar que le llegue nuestro olor.  Siempre buscaremos, por tanto, ponernos en una posición de tiro, que no les pegue el aire para que no nos descubran antes de tiempo.  Todas estas sugerencias, que pueden parecer una tontería son importantes tenerlas en cuenta para que el día sea lo más fructífero posible, al igual, que las capturas.
Para cubrir el mayor ángulo posible, lo ideal son dos escopetas. Si echamos el hurón en un ribazo, uno arriba y otro abajo es suficiente. Demasiadas escopetas estorban. He estado en tiradas con 3 y 4 escopetas y es una autentica locura, además, de peligroso.
Al conejo no hay que hacerlo un colador. Con varias escopetas apuntando a la misma pieza es fácil errar el tiro porque queremos tirar antes que nuestro compañero y nos precipitamos en el disparo.
Yo utilizo perdigón del 9, 32 gramos y un choque abierto: 4 y 3 estrellas. Hay quien prefiere utilizar plomo del 7 o séptima y un choque más abierto, cilíndrico o 5 estrellas. El cartucho dispersante no me gusta utilizarlo. Se emplea mucho en la caza del conejo, pero me parece muy peligroso, sobre todo, si a cazamos con perro, ya que coge un amplio perímetro y es fácil plomear a nuestro perro.

Hay que tener en cuenta que al conejo le vamos a tirar a una distancia relativamente corta, 8 ó 10 metros, incluso, menos, con lo cual, cuanto más abierto tiremos, más posibilidades tendremos de abatir al animal.

jueves, 10 de noviembre de 2016

De perdices en la Patirroja


Nueva jornada de caza en la patirroja y como siempre que vamos una auténtica gozada cazar en este coto que Kiko regenta en El Bonillo.
Kiko tiene una de las mejores perdices que conozco por su bravura y fortaleza. Una vez muerta cuesta distinguirla de la perdiz bravía. Pico rojo y un plumaje limpio, igual que las patas. Las alas no tienen restos de haber sido criadas en cautividad. Normalmente el extremo de las alas es un indicador del tiempo que la perdiz lleva en la jaula. Si las tiene romas o despuntadas, las han soltado hace poco. El mejor voladero es el campo. Una perdiz que no defrauda a los cazadores más experimentados y exigentes.
La orografía del terreno para la caza menor no puede ser mejor. Esparteras, romeros, chaparros y retamas. Monte bajo y ondulado. Ideal para la caza en mano y para el ojeo.


El día amaneció muy nublado. Las temperaturas han caído considerablemente y ya no hace el calor de días atrás.  Para cazar mejor que sea así porque uno de los enemigos de la caza es el calor. El termómetro marcaba 8 grados, pero la sensación térmica era de más frío. Tuvimos mucha suerte porque cuando terminamos sobre las dos del mediodía empezó a apoderarse una densa niebla, que nos hubiera impedido seguir cazando debido a la falta de visibilidad. Además de que cazar en días de niebla está prohibido porque es muy peligroso.
Como arreciaba un gélido viento de tramontana, la perdiz busca resguardo en las orillas de los barbechos para protegerse del frío. Lo mismo que haríamos nosotros. En días de viento, la perdiz aguanta más.
Durante la jornada cinegética nos ha acompañado Emeterio, un auténtico lujo de acompañante, que nos iba indicando en todo momento como debíamos coger la mano para no echarlas fuera y hacer el trabajo en balde.
Vimos muchas perdices. Bandos enteros. Solo eso ya es por sí mismo un auténtico espectáculo. Gabriel que venía por primera vez con nosotros no se creía lo que veían sus ojos, acostumbrado a cazar en otros acotados donde ver una perdiz es un milagro. Ya me ha dicho que está deseando volver de nuevo.
Yo, apenas dormí la noche anterior y eso se nota. No sé si por las elecciones en EEUU y el triunfo de Donald Trump o porque todavía tengo el gusanillo de los nervios antes de ir a cazar. O ambas cosas a la vez.
Es muy importante descansar porque hay que estar muy rápido de reflejos. Me costaba echarme la escopeta a la cara, incluso, dar con el segundo gatillo. Hubo un par de perdices a las que solo les disparé una vez, quedándome engarrotado.
Empecé errando las primeras perdices de la mañana y poco a poco fui entrando en tiro hasta completar una buena percha de patirrojas, lo mismo que mis compañeros Sala y Tortosa, que anduvieron bastante finos en sus lances.
Mi perrita Syra va estando en forma poco a poco y me sacó de los morros un par de perdices que estaban emboscadas en la maleza. Aún le cuesta entrar en las jaras.
Y después del frío que pasamos, lo mejor era tomar algo caliente para atemperar el cuerpo y entrar en calor y qué mejor que unas alubias  con chorizo, como las que prepararan en el restaurante Casa Valencia de Almansa y para allí que nos fuimos raudos y veloces, sin pensarlo dos veces.