lunes, 31 de diciembre de 2018

Terminando la temporada cinegética

La noche antes de irme a Peñadorada barrunté que cogería niebla durante el viaje. No me equivoqué lo más mínimo. Antes de llegar a Albacete la carretera literalmente desapareció. A penas podía verse a unos metros de distancia.
Cuando llego a Ossa de Montiel, el campo es un gran manto blanco debido a la escarcha de la madrugada. Los viñedos están helados con la escarcha pegada a los troncos de la cepa y a los sarmientos, aún sin podar. Un paisaje muy bucólico.

Cuando la niebla ya se había levantado, pasado Munera, esquivo a dos perdices que se encontraban en medio de la carretera. De regreso me encontré con otro pegote en el mismo sitio.



Sobre las 9 nos pusimos a cazar. El suelo aún está blanco por la escarcha.  El crujir de las botas al caminar es inconfundible. El primero en estrenarse fui yo con una perdiz emboscada a la que no le dejé ni respirar.

Al cabo de un par de horas en el monte paramos a echar un bocado. Genaro compartió conmigo un trozo de su bocadillo y sacó un táper con queso curado.
Tras un  buen rato detrás de las patirrojas, con poca fortuna porque no di con ellas en toda la mañana, cogí el coche y me fui a la nava. Un par de semanas antes estuvo Fran y voló cinco codornices y alguna becacina.
Cambié de cartuchos y cogí plomo del 9. Pegada a la orilla de la laguna vuela una de estas pequeñas aves. La tumbo de primer disparo y cae dentro del agua. No me lo pienso dos veces y me meto dentro para cobrarla. El agua me llegaba hasta  la cintura. Con el cañón de mi escopeta separaba los espesos juncos para divisar mejor la zona, pero no hubo forma de encontrarla.
Poco después vuela otra del cañet, pero no estuve atento y cuando traté de identificarla ya era demasiado tarde. Son muy rápidas.
Llegué al linde de Navalcaballo, pero no di con las perdices. A lo lejos oía los tiros de Genaro que conociéndolo ya llevaría media docena de perdices a la espalda. No me equivoqué mucho porque al final  de la jornada fueron diez las que se echó al zurrón.
En un llano de debajo de una sabina, sale un conejo disparado hacia un majano. Yerro los dos tiros. Estuve muy lento e hice los tiros traseros.
Dormí poco la noche anterior y cuando no se descansa  lo suficiente los reflejos no son los mismos. Hay que estar muy rápido.
Llegando al coche, decido dar una vuelta por un perdido de romeros, donde antes había mucho conejo. Justo en la punta, otro conejo sale disparado a buscar refugio en el majano. También escapó a los perdigones.
Estaba claro que no era mi día para el conejo.

sábado, 29 de diciembre de 2018

El autor de la salvaje muerte de un zorro ya ha sido detenido

El salvaje porque no tiene otro nombre que provocó la muerte de un zorro, tras someterlo a toda clase de vejaciones ha sido identificado y detenido.

En el vídeo que se ha difundido por las redes sociales se puede ver al cazador, jactándose del sufrimiento del animal, que tiene una pata amputada, mientras lo pisotea con sus botas y lo lanza al aire.
La propia Federación Española de Caza ha puesto el asunto en manos del servicio jurídico para presentar una denuncia por malos tratos y delito contra la fauna, tipificados en el Código Penal contra el cazador, al cual se le va a retirar la licencia de caza de por vida y el permiso de armas.
Solo deseo, que recaiga sobre él todo el peso de la ley porque tipos como este son la anticaza y no nos representa.







viernes, 28 de diciembre de 2018

Los cazadores repudiamos el maltrato animal


Las duras imágenes en las que puede verse a un cazador pateando, golpeando y lanzando por los aires a un indefenso zorro que, además tenía una pata amputada, seguramente, por un cepo, han corrido como la pólvora en las redes sociales.

Se desconoce donde ha sido grabado el vídeo ni la fecha del mismo, pero en la captura se ve perfectamente la imagen del supuesto cazador, que ya ha sido identificado, jaleando la muerte del animal.
Los hechos han sido denunciados por PACMA que lo ha puesto en conocimiento de la Guardia Civil, pero también por los propios cazadores porque tipos sin escrúpulos como este no representan a la caza ni a los cazadores, que repudiamos absolutamente el maltrato animal.
Ensañarse con un animal y prolongarle una lenta agonía no es de cazadores sino de cobardes.
Vicente Amat, escritor y cazador, escribía en su blog:
Ya tenemos una nueva imagen que avergüenza a todo el colectivo de la caza:
Un 'descerebrado' mata con saña a un zorro y otro igual de 'descerebrado' que él no tiene otra cosa mejor que hacer que grabarlo. Y como los dos deben pensar que el mundo no puede pasar sin ver su brutalidad y además de bestias son tontos de solemnidad, cuelgan el vídeo en las redes
Se quejaba con razón el escritor  y académico Arturo Pérez- Reverte en un tuit, que es muy probable que con la actual legislación española sobre maltrato animal este tipo se vaya de rositas y no pague si quiera una sanción económica  por su brutal comportamiento contra el indefenso animal. Como cazador y amante de los animales me gustaría pedir  la colaboración de todos los ciudadanos, pero ,especialmente, de los cazadores para denunciar a este individuo, que con su execrable actitud ensucia el buen nombre de todo el colectivo de cazadores.



domingo, 23 de diciembre de 2018

Casposos

El ministro de Fomento José Luis Ábalos ha llamado "casposos" a cazadores  y taurinos. También la ministra Teresa Ribera se ha manifestado contraria a la caza y los toros.

No ha estado  muy acertado el ministro de Fomento llamando casposos a los cazadores cuando, además,  un medio de comunicación ha publicado una foto suya asistiendo a una corrida de toros, quizá este calificativo hubiera sido más apropiado  para los que quieren acabar con una actividad ancestral, que se viene practicando desde la prehistoria, como es la caza y abogan por su prohibición desde el desconocimiento más absoluto, sin saber exactamente las consecuencias devastadoras que tendría la abolición de la caza en el ecosistema.
Entiendo o quiero pensar mejor dicho, que son manifestaciones a título personal, que no creo sean compartidas por un partido como es el PSOE, que siempre ha defendido y protegido la actividad cinegética y al colectivo de cazadores.  Comunidades como Andalucía, Castilla-La Mancha o Extremadura, con gobiernos socialistas al frente, hasta hace poco, han apoyado la caza y al mundo rural, no solo por ser un gran motor económico para la región sino también por el papel tan importante que desarrollan los cazadores en el mundo rural.
Ante tanto desatino, me quedo con las palabras del presidente de la Junta de Extremadura,  Guillermo Fernández Vara, que ha tratado de poner un poco de cordura y de sentido común al dislate de los prohibicionistas al afirmar que la caza es una realidad que forma  parte de nuestras vidas "y no va a dejar que nadie la arrebate".






lunes, 17 de diciembre de 2018

De perdices en Peñadorada

Cuando he llegado esta mañana a Ossa de Montiel apenas se veía el pueblo debido a la intensa niebla que lo cubría, sin embargo, cuando hemos entrado a Peñadorada la niebla ya se había levantado  y hemos podido cazar sin problemas, eso sí, con mucho frío y algo de viento. El termómetro marcaba 0,5 grados. Genaro había recibido una llamada de Fran, indicándole que no cazáramos si había niebla porque con poca visibilidad es muy peligroso.
Esta vez he cambiado de cartucho y la verdad es que ha sido todo un acierto. He tirado con sexta y 34 gramos.
El plomo del 6, sobre todo, ahora en invierno que la perdiz está más fuerte es mucho más preciso, sobre todo, si no queremos ir dejando perdices alicortadas en el campo. Al ser un plomo más grueso, tiene más penetración. He probado con perdices largas y cortas y mata muy bien. Las deja secas.
Yo estaba tirando hasta ahora con 32 gramos porque cazo con una escopeta paralela que son más pesadas, pero también más pegonas que las semiautomáticas. En invierno no importa tanto, pero en verano sí se nota, sobre todo, si tiras muchos tiros. Al final, el hombro se resiente.
Antes de entrar a la finca Genaro se ha bajado del coche para tratar de meter las perdices al coto. Siempre hay un bando pegado a la carretera. Yo, mientras tanto, le he esperado en la mata de donde salimos siempre.
Hemos cazado mejor que otros días. Más cerca el uno del otro. Al ser solo dos, las perdices te torean. Si cazamos muy separados, batimos más zona, pero las perdices también lo saben y si dejamos mucho terreno entre ambos, se escurren porque apeonan mucho. Solo vuelan cuando se sienten muy presionadas.
Genaro tiene todas las cualidades para la caza, en eso se parece mucho a su padre. Es listo, rápido, pega muy bien y anda que se las pela. Ve, donde la vista no nos alcanza a muchos de nosotros. Ha bajado un par de perdices de las de quitarse el sombrero o mejor dicho, la gorra en este caso. No le he visto errar ninguna.
Para ir detrás de las perdices hay que tener buenas piernas. Y, sobre todo, dar los pasos correctos. No por más andar, matas más perdices. Genaro se conoce el coto como la palma de su mano y también la querencia de las perdices.
Hemos tenido suerte con el día porque solo ha empezado a chispear a última hora de la mañana. El frío y el viento cuando vas viendo caza y pegando algún tiro que otro, parece que no moleste tanto.
En el linde de Peñarubia estaban cazando hoy. Eso nos ha venido muy bien porque nos han metido dentro algunos bandos de perdices.
Normalmente cuando salgo a cazar me suelo tirar al chaleco  entre 35 y 40 cartuchos.  Siempre me sobran más de la mitad. Hoy casi me quedo corto porque solo me echado una caja y me han sobrado un par de cartuchos. He tenido que hacer filigranas para aguantar hasta el final.
 He disfrutado de lo lindo viendo cazar a Genaro. Cualquiera no lo hace. Cuando hemos terminado la jornada le he felicitado. Ha tumbado una perdiz desde lo alto del barranco, a la que seguramente yo no le hubiera ni tirado, que de haber habido público viéndolo, hubiera levantado aplausos. Fran que andaba por bajo revisando los comederos, la ha cobrado.
Pero aparte de todas esas cualidades que he enumerado antes, tiene un imán especial para la caza. Su padre era igual. Cuando nos poníamos a la paloma en puesto fijo, daba igual que hubiera sorteo o no, donde él se ponía, por ahí entraba la paloma. Ya podías ingeniártelas para matar más que él, que siempre te las triplicaba. Le bastaba echar un  simple vistazo para saber cuál era la mejor postura. Y ahí andábamos los demás, peleándonos por coger el mejor puesto.
Al final, me he colgado 7 perdices y 1 conejo. Solo he dejado una alicortada en el monte. He tenido ocasión de hacer un par de dobletes que he desaprovechado al errar el segundo tiro. Ese es el hándicap de las paralelas. El conejo lo he matado largo. Hay muy poco, pero he podido tirar a dos.
En la recta de Barrax, los salicornios campaban a sus anchas, cruzando la carretera, removidos por el viento.
Como colofón a este fantástico día de caza en plena naturaleza y entre amigos, había que reponer fuerzas y qué mejor sitio para hacerlo que El Rincón de Pedro, en Almansa.  Toni, que siempre que voy me trata como a uno más de la familia, me dio a probar un trozo de chorizo. Me preguntó si sabía de qué animal era. Por el color y un poco al azar le dije que de jabalí. Era de venado. Estaba espectacular, con un sabor picante. No soy mucho de comer carne de caza, y menos de mayor, pero bien cocinada es una delicia.

No sabía si comer lechazo o chuletón.  Al final opté por un chuletón de buey, que estaba exquisito. En su punto. Y de postre, bizcocho de chocolate caliente, relleno de trufa con helado. Sin palabras.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

De perdices en Torre Mahiques

Torre Mahiques es la finca de caza con la que sueña cualquier cazador.  Hasta allí me desplacé ayer martes para disfrutar de una excelente jornada cinegética. Tenía que llevarle una perrita a Rosen, de la camada de Syrah, así que, qué mejor excusa para quedarme y cazar un rato. 2.200 hectáreas en un paraje inigualable.  La finca está en Pozo Cañada, dirección Pozo Hondo. Una majestuosa finca de caza intensiva. Allí se cultivan pistachos, almendros, viña, cereales, olivos, cebollas, nogales, lechugas, brócoli ... La finca es toda de regadío, con 12 pozos de agua. En temporada trabajan más de 300 personas en la recolección de la verdura. Un auténtico fincón.


Sobre las 11 llegué a la finca. El camino que lleva a la casa es un chorreo incesante de perdices por doquier. Me recogió David, el guarda mayor, que me acompañó hasta donde estaba Rosen, otro de los guardas,  con el que me une una buena amistad desde hace algunos años, pues gracias a él tengo los mejores labradores para la caza.
Rosen estaba acompañando a una pareja de cazadores de Alicante. Cuando llegué, se vino conmigo.
No he visto tanta perdiz en mi vida. Cazamos poco más de una hora y derribé 16 perdices. Solo cazamos el bajo de una loma.
Rosen se quedó prendado de cómo caza Syrah. Es un auténtico todoterreno, aunque le falta salir más a cazar y adelgazar un poquito. Le costó cobrar las perdices alicortadas. Perdimos bastantes. Hay mucha espartera y eso complica mucho el cobro. También hizo demasiado calor. A primera hora de la mañana, los perros cazan mucho mejor, que con tanto calor.
Los bandos se contaban por decenas. Había ocasiones en qué no sabías a cual tirar. Erré una perdiz que me sacó la perra de los mismos morros. Rosendo aún está riéndose.
Rosen tampoco le gustó el cartucho que tiraba. También me  dijo lo mismo Genaro cuando le dejé una caja. "Este cartucho no mata, Patri". Tiro con séptima, de 32 gramos. La perdiz está ahora muy fuerte y es mejor utilizar plomo de sexta, 34 gramos, que al ser un plomo más grueso tiene más penetración, y evitas de este modo dejar tanta caza malherida en el monte. Hasta 6 perdices alicortadas me dejé sin cobrar.
Llegando al coche, vuela de un sembrado una perdiz larga. Le hago el tiro trasero. Se ve perfectamente la estela de los perdigones sobre la tierra. Esas son las que dan gusto matar.
Cuando terminamos de cazar,  David, el guarda de la finca, amante del buen vino y de la caza mayor, tiene magníficos trofeos, me dijo si quería tomar una cerveza y  unas chuletas con ellos. Se lo agradecí enormemente porque estaba aún en ayunas. Pedro en la lumbre, asó unas chuletas, lomos de cerdo y unas longanizas con setas de las que no se olvidan. Magnífico día de caza y magnífica también la compañía. Para repetir.


lunes, 3 de diciembre de 2018

Peñadorada


Esta semana me llamó Genaro por teléfono para decirme si me venía bien ir este domingo y dejar descansar el siguiente.  Le dije que no tenía ningún problema . Hay que ver lo fácil que resulta entenderse cuando se trata de ir a cazar. Ojalá fuera todo igual de sencillo en la vida. Las cosas nos irían mucho mejor a todos.

Al pasar por Ossa de Montiel, el termómetro marca cero grados. Al llegar a la finca de Peñadorada, algo más: 3, 5 grados. El cielo está raso y no hace viento. Es un frío seco que no cala en los huesos. Con un poco de abrigo es suficiente.
Genaro y su perrita Mari, un auténtico todoterreno (Foto: PSG)
Se oye el sonido de las motosierras cortando leña de olivo. Vendrá muy bien acopiarse de leña este invierno para encender la chimenea.

Nada más salir, Genaro se percata de un bando de perdices, que ve de peón. Salimos tras ellas. Yo vuelo una en dirección a donde esta él, que pasa como un auténtico proyectil.
Esta vez no me ha acompañado Syrah. He de  llevarla más corta cazando porque me malogra muchos lances.
Cuando voy por arriba del barranco, me  asomo y veo a lo lejos un conejo parado. Está muy largo, pero decido probar suerte. Muy cerca tiene la boca y se mete. Tenía que haberle disparado con el segundo cañón, que es más cerrado. A falta de selector, los dos gatillos son perfectos para estas ocasiones. Muy útil para los ojeos porque te permite jugar con ambos cañones, dependiendo de la distancia de donde venga la pieza, pudiendo abrir o cerrar más el tiro.
La perdiz con frío aguanta más. Si hace viento, mucho mejor. No sale tan larga. Cuando llevábamos un  buen rato caminando, arranca de detrás de un romero una perdiz. La engancho de primero.
Genaro cruza por un sembrado. Oigo un disparo. Una perdiz ojeada viene en dirección a mí. Me agacho. Trata de quebrar al verme. La dejo pasar y la abato. Cae al lado de una sabina. El primer tiro lo tenía que haber efectuado de pico, porque es más fácil. Si  dejas pasar la pieza, corres el riesgo de que te gane la partida. Es un tiro a tenazón, donde te lo juegas todo a una carta.
Hoy me ha pasado una anécdota muy graciosa, que no me había ocurrido nunca Y eso que llevo ya algunos años cazando y he vivido innumerables situaciones de todo tipo, pero ninguna como la de hoy.
Había cogido el coche para ir a Navalcaballo. Detrás de mí venia Ramón, también en coche. En el camino veo dos perdices. Le indico a Ramón con la mano que pare. Yo me desvío un poco del camino y me bajo sigilosamente del coche con la escopeta, esperando a que vuelen. Salen como un rayo. Engancho a una de ellas de segundo tiro. Cae como una pelota en un perdido. Hasta aquí todo normal. Cuando voy a cogerla se levanta y arrea de peón. Tiro la escopeta y salgo detrás  de ella corriendo. Le hago un placaje, como si se tratara de un partido de rugby y ya en el suelo y con la perdiz en la mano, se me escapa y echa a volar. Imagínense la cara de tonto que se me quedó.
Tras el gracioso incidente, cojo el linde de Navalcaballo, pero no veo ninguna perdiz. Cerca de donde había dejado el coche, hay una zona muy buena para el conejo, de monte bajo con sabinas y romeros. La he cazado muchas veces, con  muy buenos resultados, pero este año apenas hay conejos. La enfermedad ha entrado con fuerza y ha diezmado mucho la población.
Veo correr uno entre los romeros. Yerro el primer disparo e intuyo la trayectoria que va a tomar  en su huída y lo abato de segundo. Más tarde fallaría estrepitosamente otro.
Bordeamos la laguna,  y mientras Genaro y yo íbamos hablando, vuela un bando de perdices pegado al cañet. Mi compañero está más rápido que yo y tumba una. Al cogerla se percata de que iba anillada. Nadie lo diría por la forma de volar. Seguramente, llevaba mucho tiempo en el campo y apenas se distingue de las salvajes.
Pasaba ya de la una del mediodía, cuando otra perdiz arranca cerca de un romero. Le meto hasta el taco.
Fran e Isaac pasan con la furgoneta por uno de los caminos de la finca. Están repasando los comederos para que no les falte comida.  Me dirijo hacia ellos para saludarles cuando vuelan dos perdices de los morros. Derribo la primera que cae de ala y la segunda se va pinchada. Al no llevar perro, salgo corriendo para localizar la perdiz, la veo por unos segundos de peón entre las matas, pero después ni rastro de ella. Fran también la vio cruzar, pero nada.
Podría haber culminado la jornada cinegética con un doblete de perdices y me hubiera quedado más ancho que un ocho, pero  no fue posible. La caza como el fútbol es así. Y eso es precisamente lo que la hace auténtica y apasionante. Hasta nuestra próxima cita. Buena caza.