miércoles, 5 de diciembre de 2018

De perdices en Torre Mahiques

Torre Mahiques es la finca de caza con la que sueña cualquier cazador.  Hasta allí me desplacé ayer martes para disfrutar de una excelente jornada cinegética. Tenía que llevarle una perrita a Rosen, de la camada de Syrah, así que, qué mejor excusa para quedarme y cazar un rato. 2.200 hectáreas en un paraje inigualable.  La finca está en Pozo Cañada, dirección Pozo Hondo. Una majestuosa finca de caza intensiva. Allí se cultivan pistachos, almendros, viña, cereales, olivos, cebollas, nogales, lechugas, brócoli ... La finca es toda de regadío, con 12 pozos de agua. En temporada trabajan más de 300 personas en la recolección de la verdura. Un auténtico fincón.


Sobre las 11 llegué a la finca. El camino que lleva a la casa es un chorreo incesante de perdices por doquier. Me recogió David, el guarda mayor, que me acompañó hasta donde estaba Rosen, otro de los guardas,  con el que me une una buena amistad desde hace algunos años, pues gracias a él tengo los mejores labradores para la caza.
Rosen estaba acompañando a una pareja de cazadores de Alicante. Cuando llegué, se vino conmigo.
No he visto tanta perdiz en mi vida. Cazamos poco más de una hora y derribé 16 perdices. Solo cazamos el bajo de una loma.
Rosen se quedó prendado de cómo caza Syrah. Es un auténtico todoterreno, aunque le falta salir más a cazar y adelgazar un poquito. Le costó cobrar las perdices alicortadas. Perdimos bastantes. Hay mucha espartera y eso complica mucho el cobro. También hizo demasiado calor. A primera hora de la mañana, los perros cazan mucho mejor, que con tanto calor.
Los bandos se contaban por decenas. Había ocasiones en qué no sabías a cual tirar. Erré una perdiz que me sacó la perra de los mismos morros. Rosendo aún está riéndose.
Rosen tampoco le gustó el cartucho que tiraba. También me  dijo lo mismo Genaro cuando le dejé una caja. "Este cartucho no mata, Patri". Tiro con séptima, de 32 gramos. La perdiz está ahora muy fuerte y es mejor utilizar plomo de sexta, 34 gramos, que al ser un plomo más grueso tiene más penetración, y evitas de este modo dejar tanta caza malherida en el monte. Hasta 6 perdices alicortadas me dejé sin cobrar.
Llegando al coche, vuela de un sembrado una perdiz larga. Le hago el tiro trasero. Se ve perfectamente la estela de los perdigones sobre la tierra. Esas son las que dan gusto matar.
Cuando terminamos de cazar,  David, el guarda de la finca, amante del buen vino y de la caza mayor, tiene magníficos trofeos, me dijo si quería tomar una cerveza y  unas chuletas con ellos. Se lo agradecí enormemente porque estaba aún en ayunas. Pedro en la lumbre, asó unas chuletas, lomos de cerdo y unas longanizas con setas de las que no se olvidan. Magnífico día de caza y magnífica también la compañía. Para repetir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario