jueves, 18 de octubre de 2018

De perdices en La Patirroja


Esta vez no madrugué tanto. A las 8 pasé a recoger a Mauro por su casa para ir a El Bonillo. El viaje hasta Barrax fue incómodo por la densa niebla. No se despejó hasta después de pasar Barrax.

A las 10 nos esperaba Emeterio para acompañarnos durante la jornada cinegética. Ya había cazado otra vez en compañía de Emeterio. También él lo recordaba.
Había llovido el día anterior. Poco, unos 6 litros, según nos contaba Emeterio mientras íbamos al cuartel que nos había tocado en suertes.



En la carretera empezamos a ver los primeros bandos de perdices. Hay que frenar para no atropellarlas.
Al poco de salir me vuela la primera perdiz de la mañana que abato de un segundo disparo. Poco tiempo después Emeterio me canta otra, cuando ya había pasado. Me da tiempo a girarme y  verla, sin que me moleste ninguna carrasca y le zumbo dos disparos. Cae justo en medio de la carretera. Emeterio dice a Mauro, que va de punta, que pare la mano para que pueda bajar a recogerla. Es lo que se debe hacer cuando se abate una perdiz y se va en cuadrilla. Esperar que el compañero la cobre y más cuando no llevas perro, como era mi caso.
Cazamos en una zona donde abundaban las retamas y los chaparros. Conforme iba avanzando la mañana se iba notando el calor. Menos mal, que llevaba ropa en el coche. Me quite la camisa de manga larga que llevaba puesta y me puse un polo de manga corta. Lo agradecí después.
Con 9 perdices y 1 conejo en el morral, paramos a echar un trago de agua.  No llevábamos ninguno de los dos almuerzo, así que la parada fue corta, lo suficiente para refrescar el gaznate. Aproveché el descanso para cambiar de arma y coger la Pedro Arrizabalaga. Con la Mateo Mendicute no erré ninguna perdiz. Fue un día de esos en que la escopeta te entra como un guante y da igual hacia donde vuele la perdiz, que es carne de cañón.
Kiko tiene una de las mejores perdices que conozco. Muchas veces cuesta diferenciarlas de las salvajes. Apeonan delante muy rápido y vuelan largas. Ya nos advirtió Emeterio antes de empezar, que están muy espabiladas.
El terreno, aunque ha llovido un poco, sigue muy seco y las perdices van delante, marcando la distancia. Es preferible cazarlas en días de frío porque la perdiz aguanta más.
Algunos piensan que en los cotos de caza intensiva es coser y cantar. Andan muy equivocados los que piensan así, sobre todo, con perdices como estas. Aquí la perdiz lleva suelta un par de semanas en el campo y eso se nota cuando vas detrás de ellas.
La Pedro Arrizabalaga me entró muy bien. Andaba yo algo quejumbroso con esta escopeta porque la última vez fallé 3 perdices de los morros y le había cogido algo de manía. Siempre que voy a cazar la llevo conmigo, pero como con la Mendicute me apaño bastante bien, al final nunca la saco de la funda. Tiene un segundo cañón muy cerrado. 11 décimas, extra full. Pero para perdices largas va muy bien.
Encadené 3 perdices consecutivas, sin errar ninguna pieza. Me subió la autoestima a las nubes.
La jornada no pudo darse mejor: 12 perdices , con doblete incluido, y 1 conejo. Mauro se colgó 5 perdices. Perdió una que hizo una bola de plumas y que, seguramente ,al menor suspiro que tuvo se metió en un agujero. Si no lo veo, no lo creo, repetía una y otra vez Emeterio al ver que la perdiz no estaba allí. Mauro tampoco daba crédito al lance.
Al salir de El Bonillo, llamé por teléfono al Rincón de Pedro para que nos reservara una mesa. Era tarde, así que convenía asegurarse de que la cocina no iba a estar cerrada. Mauro se pidió unos gazpachos manchegos  y yo una paletilla de cabrito al horno.  De entrada Toni nos sacó, un delicioso queso cremoso de trufa y un extraordinario queso curado manchego, que hacen buen honor a esta tierra. Si Kiko tiene una de las mejores perdices; El Rincón de Pedro no le va a la zaga en lo que a comer se refiere.

domingo, 14 de octubre de 2018

Liebres y perdices animan el inicio de temporada en Fontanars

Antes de empezar estas líneas ,quería mandar un mensaje de condolencia a los familiares del pequeño de 13 años que ha fallecido este sábado, tras recibir un disparo fortuito durante una montería de jabalíes en Villalba de los Alcores. El pequeño se encontraba en un puesto de caza en compañía de unos familiares, cuando fue alcanzado por una bala. Mi más sentido pésame por el fatal desenlace.
La temporada cinegética  en la Comunidad Valenciana se abrió el pasado viernes 12 de octubre, festividad de la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil.
Fontanars dels Alforins ha abierto la veda solo para el conejo y la liebre. La perdiz solo se podrá cazar en la sierra hasta el primer domingo de noviembre, que se permitirá su caza en el resto del acotado.
La medida, que se viene aplicando desde hace un par de años, busca dificultar la caza de la perdiz en los bancales, que por esa fecha, muchos campos de viña habrán perdido la hoja, con lo cual, la perdiz avista antes al cazador, dándole menos opciones de tiro y, por tanto, de ser abatida. Con el pámpol todavía en la viña, la perdiz vuela antes, entrañando una menor dificultad de tiro y, por tanto, de cobrar la pieza.
Llevamos solo dos días de caza desde que se abrió la veda, pero perdices y liebres están animando el inicio de temporada de muchos cazadores en Fontanars dels Alforins. No así el conejo, que no pasa por su mejor momento debido a las enfermedades.
Sin embargo, en Comunidades como Andalucía y Castilla- La Mancha, se han registrado casos de mixomatosis en las liebres, una enfermedad que solo afectaba hasta ahora a conejos, después de que un médico francés  inoculara el virus a estos animales para acabar con los daños que ocasionaban en la agricultura. El experimento que se propagó rápidamente por todo el continente acabó con el 90% de los lagomorfos. Sus secuelas siguen provocando la muerte de miles de conejos.
Por el momento se desconoce cómo se ha expandido y propagado este virus mortal, que afecta también a las liebres y que está diezmando su población a marchas forzadas.
Algunas localidades como Osuna, en Sevilla,  donde la liebre se caza con galgo, han dado por finalizada la temporada de la liebre, tras encontrar un elevado número de ejemplares enfermos o muertos.

La liebre, cuya población se había reducido considerablemente por diversos factores, vuelve a atravesar un momento muy delicado.


miércoles, 10 de octubre de 2018

Comienza la temporada cinegética

A las 5,30 de la madrugada sonaba el despertador. Tenía todo preparado, así que solo era subirme al coche. Syrah esta vez no me ha acompañado. Parió el día 21 de septiembre, 9 preciosos labradores color chocolate y hasta dentro de un par de meses no podrá venir conmigo. Una pena porque cazar sin perro no es lo mismo.
Al llegar a Albacete empieza a llover con bastante intensidad. Se nota que era festivo en la Comunidad Valenciana. Había bastante tráfico en la carretera, algo inusual a estas horas de la madrugada. Muchos valencianos y alicantinos suben a La Mancha a cazar.
A las 8 en punto llegaba a Ossa de Montiel. Genaro y su padre Ramón ya estaban allí. Tomamos algo en la barra y nos fuimos al coto.
Al no llevar perro, iba más rápido de lo normal. No es fácil seguir a Genaro. Las primeras horas fueron bastante tediosas. No tuve ocasión de efectuar ningún disparo, ni de ver caza.
Una avutarda solitaria cruza el cielo. Es curioso, como un ave de este tamaño y peso, los machos pueden llegar a pesar 18 kilos, puede mantenerse en el aire como si tal cosa.
El monte está lleno de excrementos de venados. Fran que iba delante con la furgoneta, vio romper varios ciervos cuando Genaro y yo entramos al monte.
Al final decido irme a una loma, que me gusta mucho para el conejo y dejar a Genaro que siga su marcha. De camino me cruza un conejo, que venía corrido y lo tumbo de un certero disparo.



Un pegote de torcaces sobrevuela el cielo. Debían ir más de un centenar. Pruebo uno que iba un poco alto y le arranco las plumas traseras. Al torcaz hay que tirarle cuando se le ve el collarín. Esa es la distancia perfecta para efectuar el disparo y ser lo más efectivo posible en el lance.
Al llegar a la loma, me vuela de debajo de una carrasca la primera perdiz de la mañana, pero  no puedo tirarle. El bando no debería estar muy lejos.
Efectivamente,  cerca de donde voló la perdiz, veo un pequeño bando de perdices, apeonando. Arrancan en dirección a la laguna. Me fijo y me dirijo hacia  dónde las vi echarse.
De detrás de un montón de piedras de un labrado, arranca una patirroja. Me sorprendió porque no esperaba dar con ellas tan rápido. Le disparo y cae echa una pelota.
Ya dentro del cañet, me vuela la segunda. Me fijo donde cae porque la zona es muy espesa y es muy fácil perder caza. Tras dar un par de vueltas, batiendo la zona, doy con ella. Allí estaba, patas arriba.

El día empezaba a animarse. De la orilla de la laguna, aunque muy larga, veo volar una becacina que se echa al agua. Espectacular, el vuelo zigzagueante de esta pequeña ave de pico largo y puntiagudo, como su hermana mayor la becada.
Continuó rodando la laguna por si veo alguna codorniz. Me quedé con ganas de colgarme alguna más en la media de veda.
Antes de subir y coger el linde de Navalcaballo, me arranca una codorniz de los morros, que fallo estrepitosamente. Voló, como si llevara un cohete en el culo.
Salgo de la laguna y me dirijo a Navalcaballo. Vuela una perdiz. Me coloco mal la escopeta, el segundo tiro no sé ni donde va. El bando se dispersa. De las carrascas vuelan algunos torcaces.
Continuó por el linde en dirección al coche. Llevaba más de 3 horas caminando y las piernas empezaban a flojearme. Cazo con una paralela, que como todas las escopetas yuxtapuestas es muy pesada. Estoy planteándome cazar con una del calibre 20. Igual de efectivas y más livianas de peso, lo cual, es muy de agradecer cuando llevas muchas horas en el monte con el arma a cuestas.
Me separo un poco del linde y de detrás de un majano, arranca otra perdiz. Le zumbo los dos tiros y la abato. Era una perdiz joven de esta temporada. Hay perdices que han salido algo más retrasadas en una segunda puesta y todavía les faltan un par de semanas. Pero, claro, cuando vuelan, no sabes si es una perdiz ya hecha o un pollo joven.
Cuando llego al coche, ya estaba Genaro esperándome con su padre. Genaro hizo una buena percha: 2 perdices, 4 conejos, 1 liebre y 1 torcaz. Tomo un bocado rápido y aún doy una última vuelta por encima del barranco. Aún pude tirar a un conejo y un torcaz.
Las nubes anuncian tormenta. El cielo empieza a negrear. Los relámpagos se oyen de fondo. El campo está precioso con esa mezcla de colores y olores. Cuando llego a Ossa de Montiel empieza a caer una buena tromba de agua.
De camino a casa el temporal fue remitiendo.