martes, 13 de diciembre de 2016

El relevo generacional en la caza


El diario El País poco proclive a publicar artículos relacionados con la caza, publicaba en su edición del pasado 15 de noviembre, un artículo, bajo el título "El cazador se hace viejo"  firmado por la periodista Antonia Laborde, que merece cuanto menos un par de reflexiones.
Las razones de que cada vez haya menos cazadores jóvenes, las apuntaba y daba en la diana Leopoldo Barrera Risueño, ex cazador de 82 años y propietario de una finca de caza menor en Munera:
"Todas las razones me cuadran, pero, además, hay otra que a los mayores nos tocan las narices y es la revisión de las armas y el poder tenerlas en casa. Yo tengo 7 escopetas y las he tenido que depositar en la armería, y ponerlas a nombre de mis hijos, ya que al hacerte viejo hay que pasar revista todos los años y uno ya no está para esos trotes Resumiendo: silenciosamente nos están tirando a los mayores y los jóvenes no tienen quien los acompañe. Cada vez habrá menos cazadores y más cochinos, que se va a convertir en plaga, como está ocurriendo en Albacete como consecuencia de que cada vez hay menos perdices y conejos".
Yo añadiría, además, a lo señalado por Barrera, la crisis económica como un factor importante de esta falta de relevo generacional en la caza, que no ocurre en otras disciplinas deportivas, ya que la licencia,  permisos, guías,  escopetas,  cartuchos, cotos, etc. encarecen mucho la caza y no todos los jóvenes se lo pueden permitir. Desde hace un par de años es obligatorio para todos los cazadores noveles realizar un examen, tanto práctico como teórico.
Antes la caza era un sentimiento y una pasión que se transmitía de padres a  hijos. Ahora ya no es así.
No es mi caso porque mi padre no era cazador y no pegó un tiro ni cuando hizo la mili, pero muchos de mis compañeros han empezado en la caza porque su padre era cazador y les metió el gusanillo de la caza en el cuerpo. Ya de pequeños acompañaban a su progenitor por los extensos campos de Castilla La Mancha, detrás de las patirrojas.
Hoy, la figura del cazador está muy denostada. Se ha demonizado al cazador. La caza tiene muy mala prensa. No se reconoce como debiera el rol que cumple la caza en el equilibrio del ecosistema y de las especies.
Yo les preguntaría a los abolicionistas, ¿cómo controlamos la superpoblación de especies si no es mediante la caza?
Y voy a poner dos ejemplos para que me entiendan. La proliferación de conejos está causando graves daños en la agricultura y la única forma de controlar su población es mediante la caza.
En África, que básicamente vive de la caza, hay caza selectica  para matar elefantes porque la superpoblación de paquidermos hace que no haya comida suficiente para alimentarlos a todos.
Los conservacionistas dirán que la propia naturaleza se autoregula. Mentira.
Pero volviendo al tema central de este artículo, es cierto que el cazador se hace viejo. Como nos hacemos viejos todos. En los últimos años ha habido una caída significativa en el número de licencias, tal como recoge Antonia Laborde en su artículo. Sin embargo, no es menos cierto que la esperada licencia única se va posponiendo sine die. El cazador tiene que sacar una licencia de caza por cada Comunidad Autónoma donde quiera cazar, de tal manera, que si uno quiere cazar en Andalucía, Extremadura y Castilla La Mancha, necesita sacarse tres licencias. Tiempo atrás existía una sola licencia para toda España.
 La actual legislación en materia de armas y de renovación de permisos para personas mayores, que es anual, lejos de poner las cosas fáciles, las dificulta como reconocía el propio Leopoldo Barrera. Si además, de ser mayor, no tienes hijos, las armas las tienes que vender (si encuentras comprador) o inutilizar porque una vez dejas de tener el permiso, lógicamente, no puedes tener armas.


martes, 6 de diciembre de 2016

La caza está más viva que nunca


En relación con el reportaje firmado por la periodista de El País Antonia Laborde, titulado "El cazador se hace viejo", publicado en la edición de hoy lunes, quisiera hacer una pequeña reflexión, a  propósito de las declaraciones de Theo Oberhube, coordinador de Ecologistas en Acción, cuando afirma que la caza se está muriendo "por sí sola" y se refiere a unas estadísticas del CIS del año 95 para defender su tesis en contra de la caza, que por lo que se dice en el texto estaría muy igualada en porcentajes entre defensores y detractores de la caza: 42% a favor y 43% en contra.
Podríamos hacer otra encuesta, a ver si  los españoles queremos organizaciones ecologistas o no o si deben financiarse con dinero público o con las aportaciones exclusivamente de sus socios.
Más adelante el señor Oberhube afirma que "Los jóvenes tienen otras aficiones menos violentas y les importa más el medio ambiente".
Los más preocupados por el medio ambiente somos los propios cazadores. Si hay caza en España es, precisamente, por los cazadores y no por las organizaciones ecologistas, que sólo hacen que poner trabas a una actividad, absolutamente, legal, ancestral y necesaria como es la caza y demonizar a los cazadores.
Llevo muchos años cazando y nunca les he visto en el monte poniendo bebederos, comederos o sembrando trochas para la caza.
Por desgracia en la caza se producen  accidentes, alguno de ellos con resultados fatídicos. Hace unos días moría un cazador por un disparo fortuito de un compañero durante una batida de jabalíes y las redes sociales se inundaron de macabros mensajes, celebrando la muerte del cazador. Lo mismo  ocurrió con Víctor Barrio cuando un toro le quitó la vida en el ruedo o con el niño que padece un cáncer y su ilusión es ser torero y le hicieron una corrida benéfica en Valencia para recaudar fondos. También al pequeño Adrián le desearon la muerte. Afortunadamente, la justicia está investigando estos aberrantes mensajes y sus autores serán juzgados por incitación al odio.

La caza está más viva que nunca, mal que les pese a los ecologistas. Las cifras económicas que mueve la actividad cinegética en España, así lo corroboran. Según datos de Fedenca de 2012, la caza genera en España más de 3.600 millones de euros de riqueza, un 0,34% del PIB. Así que muy muerta parece que no está.