martes, 11 de junio de 2013

Campo envenenado


 

Acabo de venir de labrar y he echado en falta esos pajarillos que otrora nos acompañaban revoloteando en busca de insectos al lado del tractor. De color blanco y negro, no recuerdo su nombre ahora. Frágiles y rápidos en su vuelo nos hacían la velada más amena y entretenida.

No se ven jilgueros ni verderoles ni gorriones. Estamos acabando con todo. Culpa de que esto ocurra lo tienen los productos que echamos en el campo para combatir plagas tanto en frutales, viñedos o cereales. Me refiero a los productos fitosanitarios. Algunos se han prohibido, pero otros no.

Muchas de estas aves que ingieren estos productos mueren. Las que logran sobrevivir tienen secuelas para toda su vida, por ejemplo, en la incubación o polladas, reduciéndose el número de puestas.

La perdiz junto a otras especies cinegéticas como la codorniz o la tórtola es otra de las grandes afectadas. Citaba en un artículo mío anterior, haciéndome eco de un informe elaborado por la sociedad de ornitología  , que su población se ha visto reducida en un 16%.

Muchos echan la culpa a las granjas cinegéticas de que la perdiz salvaje esté casi al borde de su desaparición por las enfermedades que transmiten. Si no se toman medidas encaminadas a preservar la especie por antonomasia de la caza menor es fácil que esto ocurra. Pero en cualquier caso, esto es una responsabilidad que compete a agricultores y cazadores.

Algo de culpa, sin duda, tienen las granjas, pero el problema gordo son los productos químicos que tiramos en el campo sin ningún control.
La agricultura ecológica es una buena alternativa para que fauna y flora convivan en armonía Cada vez son más las explotaciones agrarias que apuestan por este modelo productivo que, además, es muy rentable al margen de las ayudas que reciben. Les invito