martes, 27 de junio de 2023

Beatriz Laparra, la Rafa Nadal del tiro al plato

Beatriz Laparra lo ha conseguido todo en el mundo del tiro y, especialmente, en los Recorridos de Caza. Este pasado fin de semana consiguió el único título que le faltaba de su amplio palmarés: Campeona de España de Recorridos de Caza en la categoría absoluta.
Tras un largo palmarés que es inigualable con campeonatos mundiales, europeos, nacionales y autonómicos, a la tiradora castellanomanchega solo le faltaba lucir en su vitrina, el título que ha conseguido este pasado fin de semana en Castillejo de Robledo en Soria. Con 190/200 platos se impuso a los tiradores Pedro Rodríguez y Jesús Gracia, ambos con 188 platos, que finalizaron en segunda y tercera posición respectivamente, tras disputar la muerte súbita. El Recorrido de Caza no es una modalidad olímpica, como sí lo es el skeet o el foso olímpico, donde España cuenta también con magníficos tiradores como: Alberto Fernández, Antonio Bailón, Jesús Serrano Lara o Fátima Gálvez, que han llevado a nuestro país a lo más alto del tiro mundial, con varias medallas de oro, logrando la primera medalla de oro para España en los Juegos Olímpicos de Tokio. Con la escopeta en la mano Beatriz Laparra no tiene rival. Su palmarés lo dice todo. Ha ganado los últimos 50 campeonatos de España de Compak Sporting y Recorridos de Caza, además de 18 campeonatos del mundo y 16 europeos. Algunos dicen de ella que es la Rafa Nadal del tiro al plato. Noticias que no siempre son recogidas por los medios de comunicación, salvo las revistas especializadas, que ponen el foco en otros deportes como el tenis o el fútbol. Yo la recuerdo muy jovencita tirando al pichón en el campo de tiro de Almansa cuando apenas podía sostener la escopeta entre sus manos. Desde entonces su carrera ha sido meteórica fruto del esfuerzo y el sacrificio que supone cualquier deporte y especialmente el tiro al plato en cualquiera de sus modalidades.

Otro mal año para la perdiz

Cada vez hay menos perdices salvajes. La proliferación de alimañas como urracas, zorros o jabalíes son una amenaza, pero no la única. La agricultura intensiva también tiene mucha culpa de la paulatina desaparición de la perdiz. Cultivos cada vez más intensivos en almendros, viñas u olivar y productos fitosanitarios para combatir las plagas son también responsables de la situación que atraviesa la perdiz en nuestros campos. Por esta época del año era normal ver ya los bandos, correteando por los caminos con la madre protectora guiando a los pequeños perdigones a salvo de cualquier amenaza. Seguramente mucha culpa de la situación que atraviesa la perdiz salvaje tenga que ver con la suelta indiscriminada de perdices de criadero, sin ningún control sanitario. La transmisión de enfermedades de estas perdices que no han tenido ningún contacto con la naturaleza ha diezmado la población de perdices salvajes. La alarma no es nueva. Saltó hace tiempo hasta el punto de que algunos estudios científicos sitúan a la perdiz como un ave seriamente amenazada, como le ocurre a la tórtola o a la codorniz, aunque por diferentes motivos. La solución no es dejar de cazarlas como algunos plantean. Cuando se ha prohibido la caza de cualquier especie amenazada, eso no se ha traducido en una recuperación de la especie sino en todo lo contrario. Hacen falta planes cinegéticos que protejan a la perdiz. La sequía que llevamos padeciendo hasta que han llegado las lluvias también ha sido un factor que ha coadyuvado para que la perdiz no haya criado como debiera, retrasando los nidos. Quitado de algunos acotados que han hecho bien su trabajo durante todo el año, no se ven perdices. Hay una protección excesiva hacia fauna salvaje como el tejón, las martas o las comadrejas, en general toda la familia de mustélidos, que son enemigos naturales de las perdices. Por otro lado, las prácticas agrícolas, y lo digo como agricultor y cazador, han de ser respetuosas con el medio ambiente, favoreciendo la agricultura ecológica y un buen empleo en el uso de los fertilizantes y productos fitosanitarios, utilizándolos únicamente cuando su empleo sea necesario y en las dosis adecuadas. Antes echábamos productos al campo sin valorar sus consecuencias. Primero tirábamos el producto y luego veíamos si había alguna plaga. Algunos de estos productos se han prohibido por ser altamente peligrosos para la salud humana, como el arsenito de potasio, pero siguen empleándose productos como herbicidas, cuyo uso no se ha prohibido, como el glifosato que no solo elimina las malas hierbas sino cualquier ser viviente y que son un auténtico veneno para la flora y la fauna silvestre. La tarea es fundamentalmente de agricultores y cazadores que somos los que tenemos que seguir defendiendo un patrimonio cinegético como es la perdiz salvaje.