lunes, 30 de enero de 2012

De nuevo en el Bonillo cazando patirrojas

El miércoles pasado apurando los últimos días que quedan para cerrar la veda subí al Bonillo.
Esta temporada y en los cotos de caza intensiva, como es el caso de La Cruz del Viso, la veda se cierra el 29 de febrero en lugar del día 8 que cierran el resto de los cotos. Es comprensible, además, que sea así, ya que se trata de perdiz sembrada. En el caso de la perdiz salvaje, en febrero, ya están emparejándose, con lo cual es conveniente cerrar la veda para dejarlas que críen y saquen polladas.
Cuando llego a la finca La Cruz del Viso me encuentro con la grata sorpresa de que Tomás había encontrado las gafas que había perdido mientras cazaba la semana anterior.
En esta ocasión eché mucho de menos a mi perrita Sénia que por una vez y sin que sirva de precedente no me acompañó en este viaje. La razón de ello es que no fui en mi coche sino en el de un amigo. Llevaba un remolque suspendido, pero si quieren que les diga la verdad, me fío muy poco de esos artilugios, a pesar de todas las medidas de seguridad que llevan y para ir todo el viaje padeciendo, preferí no llevarla.
 La caza sin perro no es igual. Me atrevería a decir que no es ni caza. Los lances son como descafeinados. Tampoco pones el mismo interés cuando arranca una perdiz o te sorprende un conejo detrás de una mata. Cuando llevas el perro la cosa es diferente.
Y es que no hay nada como ir acompañado de un buen perro para disfrutar de una jornada cinegética.
Empecé bien la mañana abatiendo un palomo. Más tarde, encadené varias perdices consecutivas sin apenas errar ninguna de ellas, pero el final de la mañana fue catastrófico errando cinco patirrojas consecutivas, cuatro de ellas no tenían perdón.
La caza tiene también su punto de misterio. Igual un día lo matas todo como otro no das pie con bola. También en el tiro al plato ocurre lo mismo. Unos días estás pletórico y otros en cambio no sabes ni como ponerte la escopeta.
En esta ocasión se sumó a la cuadrilla, Fernando, que venía de La Font de la Figuera- hicimos el viaje juntos- y era la primera vez que cazaba en el Bonillo. Se colgó diez patirrojas, consiguiendo hacer dos dobletes.
El día fue muy caluroso, impropio de esta época del año. Los perros terminaron agotados al igual que el resto de la cuadrilla, alguno de los cuales entre los que me incluyo, íbamos con la lengua fuera.
La perdiz aguantaba mucho debido al calor por lo que era preciso ir acompañado de un buen perro, si querías tirar a las patirrojas. De lo contrario, tenías que contentarte con tirar a alguna revoloteada como fue mi caso.
Tortosa también cumplió con su cometido y se echó al cinto otras diez patirrojas. Sala tuvo que contentarse esta vez con colgarse la mitad, cinco perdices y una liebre.
En lo que no fallamos fue en la elección de la comida, unas deliciosas alubias rojas con perdiz que Emilia nos preparó con su buen hacer al frente de los fogones y que nos supieron a gloria bendita.

martes, 17 de enero de 2012

Ojeo con los Venera en Ossa de Montiel

El día 13 de enero era mi cumpleaños y no se me ocurrió mejor idea de celebrarlo que irme de ojeo con los Venera. Fue mi regalo por mi cuarenta y nueve cumpleaños.
A la altura de Albacete el termómetro marca tres grados bajo cero.
Pasadas las nueve de la mañana llego a Ossa de Montiel. Poco a poco van llegando ojeadores y cazadores.
En el bar, ya no cabe ni un alma.
Sin embargo, tuvimos que esperar un poco más debido a lo gélido de la mañana. El monte había amanecido blanco por la escarcha.
Cuando me dirigía al coto, me cruza por la carretera, ya en el término de Ciudad Real una cierva. El coche que va delante de mí ha de frenar para no atropellarla. Por unos instantes se detiene en el barbecho y me mira fijamente, segundos después se pierde en el monte.
A las 10.30 ya estábamos en los puestos.
De secretario me acompaña Ángel y su perro Leo. Un cruce de labrador y dálmata de cinco años, muy bueno para la caza en mano y para el cobro, a pesar de que sólo lleva un año cazando.
En el primer ojeo me tocaba de punta, pero Isaac decide cambiarme de sitio y me pone más hacia la izquierda, buscando el centro del barranco por donde en teoría iban a entrar más las perdices, ya que esa era su querencia natural. Y no se equivocó.
El primer y segundo ojeo tuvo lugar en Peñadorada. Era un cara y cruz en el barranco.
Las perdices cogían gran altura, ya que los puestos estaban situados en el hondo del barranco. En mi opinión, demasiado pegados al monte. Hubiera sido mejor colocarlos algo más hacia atrás para una mejor visión.
Los puestos han de estar en línea unos con otros, ni más adelantados ni más atrasados y no se trata de cambiar de sitio como hizo algún compañero, rompiendo la línea de tiro. Además, del peligro que ello conlleva.
No me gustó y he decirlo que el ojeo se celebrara en Peñadorada habiendo otros cotos como son la Sierrecilla y la Carolina- también gestionados por los Venera- para la celebración de este tipo de tiradas.
Creo que los cotos con perdiz autóctona, que por desgracia en España se pueden contar con los dedos de una mano, no sólo  hay que mantenerlos sino también preservarlos, cuidarlos y mimarlos a toda costa.
Entiendo, por otro lado, que la caza es un negocio. Y en este sentido, hay que rentabilizar al máximo las explotaciones cinegéticas.
La siembra de perdices de granja, bien para ojeos o para cazarlas en mano o a palo mata, acaba por aniquilar la perdiz autóctona porque son un foco de enfermedades, además, de atraer a todos los depredadores y alimañas de la zona como zorros, jabalíes o urracas.
Para la suelta de perdices están los cotos de caza intensiva, que no es el caso, que además cumplen muy bien esa labor.
En el primer ojeo tengo a mi derecha a Patrick, un francés afincado ya muchos años en España y que tiene un coto de caza intensiva en Villahermosa.
Y a mi izquierda un grupo de cazadores que había venido de Alicante: Rafa y Emilio. El resto de la cuadrilla estaba en otros puestos del ojeo.
Los puestos se podían doblar. De tal manera, que en todos ellos- nueve en total-, salvo donde yo estaba, había dos escopetas por puesto.
Tiré francamente bien, recibiendo elogios de los compañeros alicantinos por alguna de las perdices que abatí.
No me duelen prendas reconocer que ellos bajaron algunas patirrojas también de las de quitarse el sombrero.
Las perdices por desgracia no entraban como se dice  en el argot cinegético “chorreadas” que es lo que toca sino bandos enteros al unísono, con lo cual había que centrar más la atención.
Aún tengo el hombro un poco endolorido por los tiros que pegué durante el ojeo.  Desde hace un par de años cazo con paralela, que son más pegonas que las repetidoras, pero no hay color entre una y otra. Prefiero el tiro con paralela que con semiautomática o repetidora. A pesar de haber cazado muchos años con este tipo de arma, hoy no la cambio.
La Mateo Mendicute de dos gatillos me acompaña a todas partes.
Terminado el ojeo en Peñadorada nos dirigimos a otra finca gestionada también por los Venera, “La Carolina”, situada en el término de Albacete, a muy pocos kilómetros de Ossa de Montiel.
En la misma finca tomamos el taco. Pepa, madre de los Venera y Pepi, la hija mayor, nos prepararon como de costumbre un delicioso almuerzo campero en el que no faltaba de nada, incluido un delicioso caldo de perdiz. La tortilla de patata tampoco podía faltar en la mesa. Nada sabe igual cuando estás en el campo. Hasta el pan sabe diferente.
En “La Carolina” tuvo lugar el tercer y cuarto ojeo de la mañana. También al igual que en Peñadorada, un cara y cruz en un barranco.
Lomas altas, vaguadas, montes empinados y barrancos suelen ser ideales para los ojeos, ya que la perdiz coge altura, dificultando el tiro de los cazadores.
También en estos dos últimos ojeos anduve muy certero, errando un par de patirrojas y cobrando un total de 34 perdices, con apenas tres cajas de cartuchos, 77 cartuchos para ser más exactos. Sin duda, una buena media que no se da todos los días.
Y no quiero terminar estas líneas sin citar una frase de Leopoldo Valle  en su cuaderno de caza sobre el ojeo de perdiz que me parece muy acertada y que comparto al cien por cien:“En la caza, no hay tiro más bonito y complicado que el que nos regala la patirroja y de éstos, los lances de los ojeos son insuperables. Cada lance es distinto y no hay matemática posible cuando te aborda una barrera de endiabladas perdices”.

lunes, 2 de enero de 2012

Valcaza da marcha atrás en su intención de quedarse con los montes de Fontanars y Ontinyent

Meses atrás me enteré de la noticia y no me lo podía creer por más que la leyese. No daba crédito a lo que veían mis ojos. La Generalitat Valenciana, a través de la Conselleria de Medio Ambiente subastaba el monte público. No todo. En concreto, los montes de Fontanars y Ontinyent.
Desconozco si en otros parajes de la Comunidad Valenciana se ha hecho lo mismo o sólo ha sido aquí.
 La noticia tuvo escaso eco en los medios de comunicación, sin embargo, en el pueblo no se hablaba de otra cosa, sobre todo, entre los cazadores, que temían perder una parte importante del coto social, como ya ocurrió hace un par de años cuando por iniciativa de un grupo de propietarios de fincas se segregó parte del coto.
Con el objeto de hacer un mejor aprovechamiento de los montes públicos y dado que la Generalitat no tiene dinero ni para gastar ni para invertir, decidió sacar a subasta pública el monte.
A mí, a priori, no me parece una mala idea, si esto ayuda a una mejor conservación.
En el caso de Fontanars, el monte tanto de la umbría como de la solana salió por un precio inicial o de salida de 30.000 € y pujaron por el mismo, la sociedad de cazadores L’Alfori y una empresa cinegética de Bocairent denominada Valcaza, grupo Valcaza, dedicado a la organización de cacerías.
Dicha empresa pujó por el monte de Fontanars y por el de Ontinyent. Al ofrecer más dinero que el resto, obviamente, se le adjudicó.
Ese dinero no se paga directamente a la Generalitat sino que ha de reinvertirse en mejoras medioambientales como son la limpieza del monte para prevenir incendios,  la colocación de bebederos y comederos, la limpieza de caminos, etcétera. Algo muy necesario que todavía está por hacer.
En principio, y según se señala en el pliego de condiciones no pueden optar las empresas con animo de lucro.
Desconozco las gestiones que ha hecho la sociedad de cazadores en este sentido, pero me consta como me confirmó el propio alcalde de Fontanars, Vicent Ribera, que la empresa de Bocairent se ha retirado finalmente de la puja.
Ribera se reunió con el exconseller Serafín Castellano al que le trasladó la preocupación de los vecinos y cazadores de Fontanars de que la gestión pasase a una empresa privada. El monte es, además, una fuente de ingresos para la sociedad de cazadores porque es precisamente donde se organizan las batidas de jabalíes.
Durante el mes de enero y febrero la sociedad organiza un par batidas de jabalíes al año que le reportan un pecunio importante a las arcas de la sociedad, que junto con las cuotas que pagan los socios son las dos formas que tiene de financiarse.
Afortunadamente, Valcaza ha dado marca atrás a su intención de quedarse con el monte público para explotarlo cinegéticamente, con lo cual será la propia sociedad de cazadores quien lo gestione.
Me consta, además, que hubo amenazas veladas por parte de algunos individuos de quemar el monte, si Valcaza se hacia finalmente con la explotación del mismo. Un hecho, sin duda, gravísimo que se debería haber puesto de inmediato en conocimiento de la Guardia Civil. Aunque, en este caso, la amenaza fuera sólo verbal no por ello hay que restarle importancia.
No sé si se hubieran atrevido a cometer tal barbaridad, quiero pensar que no.
Pero, en cualquier caso, muchos de los incendios intencionados que se originan en nuestro país, a parte de ser provocados, tienen su origen en problemas de lindes y en cuestiones cinegéticas.
Afortunadamente, el problema se ha podido solucionar sin que la sangre llegue al río.