lunes, 31 de diciembre de 2018

Terminando la temporada cinegética

La noche antes de irme a Peñadorada barrunté que cogería niebla durante el viaje. No me equivoqué lo más mínimo. Antes de llegar a Albacete la carretera literalmente desapareció. A penas podía verse a unos metros de distancia.
Cuando llego a Ossa de Montiel, el campo es un gran manto blanco debido a la escarcha de la madrugada. Los viñedos están helados con la escarcha pegada a los troncos de la cepa y a los sarmientos, aún sin podar. Un paisaje muy bucólico.

Cuando la niebla ya se había levantado, pasado Munera, esquivo a dos perdices que se encontraban en medio de la carretera. De regreso me encontré con otro pegote en el mismo sitio.



Sobre las 9 nos pusimos a cazar. El suelo aún está blanco por la escarcha.  El crujir de las botas al caminar es inconfundible. El primero en estrenarse fui yo con una perdiz emboscada a la que no le dejé ni respirar.

Al cabo de un par de horas en el monte paramos a echar un bocado. Genaro compartió conmigo un trozo de su bocadillo y sacó un táper con queso curado.
Tras un  buen rato detrás de las patirrojas, con poca fortuna porque no di con ellas en toda la mañana, cogí el coche y me fui a la nava. Un par de semanas antes estuvo Fran y voló cinco codornices y alguna becacina.
Cambié de cartuchos y cogí plomo del 9. Pegada a la orilla de la laguna vuela una de estas pequeñas aves. La tumbo de primer disparo y cae dentro del agua. No me lo pienso dos veces y me meto dentro para cobrarla. El agua me llegaba hasta  la cintura. Con el cañón de mi escopeta separaba los espesos juncos para divisar mejor la zona, pero no hubo forma de encontrarla.
Poco después vuela otra del cañet, pero no estuve atento y cuando traté de identificarla ya era demasiado tarde. Son muy rápidas.
Llegué al linde de Navalcaballo, pero no di con las perdices. A lo lejos oía los tiros de Genaro que conociéndolo ya llevaría media docena de perdices a la espalda. No me equivoqué mucho porque al final  de la jornada fueron diez las que se echó al zurrón.
En un llano de debajo de una sabina, sale un conejo disparado hacia un majano. Yerro los dos tiros. Estuve muy lento e hice los tiros traseros.
Dormí poco la noche anterior y cuando no se descansa  lo suficiente los reflejos no son los mismos. Hay que estar muy rápido.
Llegando al coche, decido dar una vuelta por un perdido de romeros, donde antes había mucho conejo. Justo en la punta, otro conejo sale disparado a buscar refugio en el majano. También escapó a los perdigones.
Estaba claro que no era mi día para el conejo.

sábado, 29 de diciembre de 2018

El autor de la salvaje muerte de un zorro ya ha sido detenido

El salvaje porque no tiene otro nombre que provocó la muerte de un zorro, tras someterlo a toda clase de vejaciones ha sido identificado y detenido.

En el vídeo que se ha difundido por las redes sociales se puede ver al cazador, jactándose del sufrimiento del animal, que tiene una pata amputada, mientras lo pisotea con sus botas y lo lanza al aire.
La propia Federación Española de Caza ha puesto el asunto en manos del servicio jurídico para presentar una denuncia por malos tratos y delito contra la fauna, tipificados en el Código Penal contra el cazador, al cual se le va a retirar la licencia de caza de por vida y el permiso de armas.
Solo deseo, que recaiga sobre él todo el peso de la ley porque tipos como este son la anticaza y no nos representa.







viernes, 28 de diciembre de 2018

Los cazadores repudiamos el maltrato animal


Las duras imágenes en las que puede verse a un cazador pateando, golpeando y lanzando por los aires a un indefenso zorro que, además tenía una pata amputada, seguramente, por un cepo, han corrido como la pólvora en las redes sociales.

Se desconoce donde ha sido grabado el vídeo ni la fecha del mismo, pero en la captura se ve perfectamente la imagen del supuesto cazador, que ya ha sido identificado, jaleando la muerte del animal.
Los hechos han sido denunciados por PACMA que lo ha puesto en conocimiento de la Guardia Civil, pero también por los propios cazadores porque tipos sin escrúpulos como este no representan a la caza ni a los cazadores, que repudiamos absolutamente el maltrato animal.
Ensañarse con un animal y prolongarle una lenta agonía no es de cazadores sino de cobardes.
Vicente Amat, escritor y cazador, escribía en su blog:
Ya tenemos una nueva imagen que avergüenza a todo el colectivo de la caza:
Un 'descerebrado' mata con saña a un zorro y otro igual de 'descerebrado' que él no tiene otra cosa mejor que hacer que grabarlo. Y como los dos deben pensar que el mundo no puede pasar sin ver su brutalidad y además de bestias son tontos de solemnidad, cuelgan el vídeo en las redes
Se quejaba con razón el escritor  y académico Arturo Pérez- Reverte en un tuit, que es muy probable que con la actual legislación española sobre maltrato animal este tipo se vaya de rositas y no pague si quiera una sanción económica  por su brutal comportamiento contra el indefenso animal. Como cazador y amante de los animales me gustaría pedir  la colaboración de todos los ciudadanos, pero ,especialmente, de los cazadores para denunciar a este individuo, que con su execrable actitud ensucia el buen nombre de todo el colectivo de cazadores.



domingo, 23 de diciembre de 2018

Casposos

El ministro de Fomento José Luis Ábalos ha llamado "casposos" a cazadores  y taurinos. También la ministra Teresa Ribera se ha manifestado contraria a la caza y los toros.

No ha estado  muy acertado el ministro de Fomento llamando casposos a los cazadores cuando, además,  un medio de comunicación ha publicado una foto suya asistiendo a una corrida de toros, quizá este calificativo hubiera sido más apropiado  para los que quieren acabar con una actividad ancestral, que se viene practicando desde la prehistoria, como es la caza y abogan por su prohibición desde el desconocimiento más absoluto, sin saber exactamente las consecuencias devastadoras que tendría la abolición de la caza en el ecosistema.
Entiendo o quiero pensar mejor dicho, que son manifestaciones a título personal, que no creo sean compartidas por un partido como es el PSOE, que siempre ha defendido y protegido la actividad cinegética y al colectivo de cazadores.  Comunidades como Andalucía, Castilla-La Mancha o Extremadura, con gobiernos socialistas al frente, hasta hace poco, han apoyado la caza y al mundo rural, no solo por ser un gran motor económico para la región sino también por el papel tan importante que desarrollan los cazadores en el mundo rural.
Ante tanto desatino, me quedo con las palabras del presidente de la Junta de Extremadura,  Guillermo Fernández Vara, que ha tratado de poner un poco de cordura y de sentido común al dislate de los prohibicionistas al afirmar que la caza es una realidad que forma  parte de nuestras vidas "y no va a dejar que nadie la arrebate".






lunes, 17 de diciembre de 2018

De perdices en Peñadorada

Cuando he llegado esta mañana a Ossa de Montiel apenas se veía el pueblo debido a la intensa niebla que lo cubría, sin embargo, cuando hemos entrado a Peñadorada la niebla ya se había levantado  y hemos podido cazar sin problemas, eso sí, con mucho frío y algo de viento. El termómetro marcaba 0,5 grados. Genaro había recibido una llamada de Fran, indicándole que no cazáramos si había niebla porque con poca visibilidad es muy peligroso.
Esta vez he cambiado de cartucho y la verdad es que ha sido todo un acierto. He tirado con sexta y 34 gramos.
El plomo del 6, sobre todo, ahora en invierno que la perdiz está más fuerte es mucho más preciso, sobre todo, si no queremos ir dejando perdices alicortadas en el campo. Al ser un plomo más grueso, tiene más penetración. He probado con perdices largas y cortas y mata muy bien. Las deja secas.
Yo estaba tirando hasta ahora con 32 gramos porque cazo con una escopeta paralela que son más pesadas, pero también más pegonas que las semiautomáticas. En invierno no importa tanto, pero en verano sí se nota, sobre todo, si tiras muchos tiros. Al final, el hombro se resiente.
Antes de entrar a la finca Genaro se ha bajado del coche para tratar de meter las perdices al coto. Siempre hay un bando pegado a la carretera. Yo, mientras tanto, le he esperado en la mata de donde salimos siempre.
Hemos cazado mejor que otros días. Más cerca el uno del otro. Al ser solo dos, las perdices te torean. Si cazamos muy separados, batimos más zona, pero las perdices también lo saben y si dejamos mucho terreno entre ambos, se escurren porque apeonan mucho. Solo vuelan cuando se sienten muy presionadas.
Genaro tiene todas las cualidades para la caza, en eso se parece mucho a su padre. Es listo, rápido, pega muy bien y anda que se las pela. Ve, donde la vista no nos alcanza a muchos de nosotros. Ha bajado un par de perdices de las de quitarse el sombrero o mejor dicho, la gorra en este caso. No le he visto errar ninguna.
Para ir detrás de las perdices hay que tener buenas piernas. Y, sobre todo, dar los pasos correctos. No por más andar, matas más perdices. Genaro se conoce el coto como la palma de su mano y también la querencia de las perdices.
Hemos tenido suerte con el día porque solo ha empezado a chispear a última hora de la mañana. El frío y el viento cuando vas viendo caza y pegando algún tiro que otro, parece que no moleste tanto.
En el linde de Peñarubia estaban cazando hoy. Eso nos ha venido muy bien porque nos han metido dentro algunos bandos de perdices.
Normalmente cuando salgo a cazar me suelo tirar al chaleco  entre 35 y 40 cartuchos.  Siempre me sobran más de la mitad. Hoy casi me quedo corto porque solo me echado una caja y me han sobrado un par de cartuchos. He tenido que hacer filigranas para aguantar hasta el final.
 He disfrutado de lo lindo viendo cazar a Genaro. Cualquiera no lo hace. Cuando hemos terminado la jornada le he felicitado. Ha tumbado una perdiz desde lo alto del barranco, a la que seguramente yo no le hubiera ni tirado, que de haber habido público viéndolo, hubiera levantado aplausos. Fran que andaba por bajo revisando los comederos, la ha cobrado.
Pero aparte de todas esas cualidades que he enumerado antes, tiene un imán especial para la caza. Su padre era igual. Cuando nos poníamos a la paloma en puesto fijo, daba igual que hubiera sorteo o no, donde él se ponía, por ahí entraba la paloma. Ya podías ingeniártelas para matar más que él, que siempre te las triplicaba. Le bastaba echar un  simple vistazo para saber cuál era la mejor postura. Y ahí andábamos los demás, peleándonos por coger el mejor puesto.
Al final, me he colgado 7 perdices y 1 conejo. Solo he dejado una alicortada en el monte. He tenido ocasión de hacer un par de dobletes que he desaprovechado al errar el segundo tiro. Ese es el hándicap de las paralelas. El conejo lo he matado largo. Hay muy poco, pero he podido tirar a dos.
En la recta de Barrax, los salicornios campaban a sus anchas, cruzando la carretera, removidos por el viento.
Como colofón a este fantástico día de caza en plena naturaleza y entre amigos, había que reponer fuerzas y qué mejor sitio para hacerlo que El Rincón de Pedro, en Almansa.  Toni, que siempre que voy me trata como a uno más de la familia, me dio a probar un trozo de chorizo. Me preguntó si sabía de qué animal era. Por el color y un poco al azar le dije que de jabalí. Era de venado. Estaba espectacular, con un sabor picante. No soy mucho de comer carne de caza, y menos de mayor, pero bien cocinada es una delicia.

No sabía si comer lechazo o chuletón.  Al final opté por un chuletón de buey, que estaba exquisito. En su punto. Y de postre, bizcocho de chocolate caliente, relleno de trufa con helado. Sin palabras.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

De perdices en Torre Mahiques

Torre Mahiques es la finca de caza con la que sueña cualquier cazador.  Hasta allí me desplacé ayer martes para disfrutar de una excelente jornada cinegética. Tenía que llevarle una perrita a Rosen, de la camada de Syrah, así que, qué mejor excusa para quedarme y cazar un rato. 2.200 hectáreas en un paraje inigualable.  La finca está en Pozo Cañada, dirección Pozo Hondo. Una majestuosa finca de caza intensiva. Allí se cultivan pistachos, almendros, viña, cereales, olivos, cebollas, nogales, lechugas, brócoli ... La finca es toda de regadío, con 12 pozos de agua. En temporada trabajan más de 300 personas en la recolección de la verdura. Un auténtico fincón.


Sobre las 11 llegué a la finca. El camino que lleva a la casa es un chorreo incesante de perdices por doquier. Me recogió David, el guarda mayor, que me acompañó hasta donde estaba Rosen, otro de los guardas,  con el que me une una buena amistad desde hace algunos años, pues gracias a él tengo los mejores labradores para la caza.
Rosen estaba acompañando a una pareja de cazadores de Alicante. Cuando llegué, se vino conmigo.
No he visto tanta perdiz en mi vida. Cazamos poco más de una hora y derribé 16 perdices. Solo cazamos el bajo de una loma.
Rosen se quedó prendado de cómo caza Syrah. Es un auténtico todoterreno, aunque le falta salir más a cazar y adelgazar un poquito. Le costó cobrar las perdices alicortadas. Perdimos bastantes. Hay mucha espartera y eso complica mucho el cobro. También hizo demasiado calor. A primera hora de la mañana, los perros cazan mucho mejor, que con tanto calor.
Los bandos se contaban por decenas. Había ocasiones en qué no sabías a cual tirar. Erré una perdiz que me sacó la perra de los mismos morros. Rosendo aún está riéndose.
Rosen tampoco le gustó el cartucho que tiraba. También me  dijo lo mismo Genaro cuando le dejé una caja. "Este cartucho no mata, Patri". Tiro con séptima, de 32 gramos. La perdiz está ahora muy fuerte y es mejor utilizar plomo de sexta, 34 gramos, que al ser un plomo más grueso tiene más penetración, y evitas de este modo dejar tanta caza malherida en el monte. Hasta 6 perdices alicortadas me dejé sin cobrar.
Llegando al coche, vuela de un sembrado una perdiz larga. Le hago el tiro trasero. Se ve perfectamente la estela de los perdigones sobre la tierra. Esas son las que dan gusto matar.
Cuando terminamos de cazar,  David, el guarda de la finca, amante del buen vino y de la caza mayor, tiene magníficos trofeos, me dijo si quería tomar una cerveza y  unas chuletas con ellos. Se lo agradecí enormemente porque estaba aún en ayunas. Pedro en la lumbre, asó unas chuletas, lomos de cerdo y unas longanizas con setas de las que no se olvidan. Magnífico día de caza y magnífica también la compañía. Para repetir.


lunes, 3 de diciembre de 2018

Peñadorada


Esta semana me llamó Genaro por teléfono para decirme si me venía bien ir este domingo y dejar descansar el siguiente.  Le dije que no tenía ningún problema . Hay que ver lo fácil que resulta entenderse cuando se trata de ir a cazar. Ojalá fuera todo igual de sencillo en la vida. Las cosas nos irían mucho mejor a todos.

Al pasar por Ossa de Montiel, el termómetro marca cero grados. Al llegar a la finca de Peñadorada, algo más: 3, 5 grados. El cielo está raso y no hace viento. Es un frío seco que no cala en los huesos. Con un poco de abrigo es suficiente.
Genaro y su perrita Mari, un auténtico todoterreno (Foto: PSG)
Se oye el sonido de las motosierras cortando leña de olivo. Vendrá muy bien acopiarse de leña este invierno para encender la chimenea.

Nada más salir, Genaro se percata de un bando de perdices, que ve de peón. Salimos tras ellas. Yo vuelo una en dirección a donde esta él, que pasa como un auténtico proyectil.
Esta vez no me ha acompañado Syrah. He de  llevarla más corta cazando porque me malogra muchos lances.
Cuando voy por arriba del barranco, me  asomo y veo a lo lejos un conejo parado. Está muy largo, pero decido probar suerte. Muy cerca tiene la boca y se mete. Tenía que haberle disparado con el segundo cañón, que es más cerrado. A falta de selector, los dos gatillos son perfectos para estas ocasiones. Muy útil para los ojeos porque te permite jugar con ambos cañones, dependiendo de la distancia de donde venga la pieza, pudiendo abrir o cerrar más el tiro.
La perdiz con frío aguanta más. Si hace viento, mucho mejor. No sale tan larga. Cuando llevábamos un  buen rato caminando, arranca de detrás de un romero una perdiz. La engancho de primero.
Genaro cruza por un sembrado. Oigo un disparo. Una perdiz ojeada viene en dirección a mí. Me agacho. Trata de quebrar al verme. La dejo pasar y la abato. Cae al lado de una sabina. El primer tiro lo tenía que haber efectuado de pico, porque es más fácil. Si  dejas pasar la pieza, corres el riesgo de que te gane la partida. Es un tiro a tenazón, donde te lo juegas todo a una carta.
Hoy me ha pasado una anécdota muy graciosa, que no me había ocurrido nunca Y eso que llevo ya algunos años cazando y he vivido innumerables situaciones de todo tipo, pero ninguna como la de hoy.
Había cogido el coche para ir a Navalcaballo. Detrás de mí venia Ramón, también en coche. En el camino veo dos perdices. Le indico a Ramón con la mano que pare. Yo me desvío un poco del camino y me bajo sigilosamente del coche con la escopeta, esperando a que vuelen. Salen como un rayo. Engancho a una de ellas de segundo tiro. Cae como una pelota en un perdido. Hasta aquí todo normal. Cuando voy a cogerla se levanta y arrea de peón. Tiro la escopeta y salgo detrás  de ella corriendo. Le hago un placaje, como si se tratara de un partido de rugby y ya en el suelo y con la perdiz en la mano, se me escapa y echa a volar. Imagínense la cara de tonto que se me quedó.
Tras el gracioso incidente, cojo el linde de Navalcaballo, pero no veo ninguna perdiz. Cerca de donde había dejado el coche, hay una zona muy buena para el conejo, de monte bajo con sabinas y romeros. La he cazado muchas veces, con  muy buenos resultados, pero este año apenas hay conejos. La enfermedad ha entrado con fuerza y ha diezmado mucho la población.
Veo correr uno entre los romeros. Yerro el primer disparo e intuyo la trayectoria que va a tomar  en su huída y lo abato de segundo. Más tarde fallaría estrepitosamente otro.
Bordeamos la laguna,  y mientras Genaro y yo íbamos hablando, vuela un bando de perdices pegado al cañet. Mi compañero está más rápido que yo y tumba una. Al cogerla se percata de que iba anillada. Nadie lo diría por la forma de volar. Seguramente, llevaba mucho tiempo en el campo y apenas se distingue de las salvajes.
Pasaba ya de la una del mediodía, cuando otra perdiz arranca cerca de un romero. Le meto hasta el taco.
Fran e Isaac pasan con la furgoneta por uno de los caminos de la finca. Están repasando los comederos para que no les falte comida.  Me dirijo hacia ellos para saludarles cuando vuelan dos perdices de los morros. Derribo la primera que cae de ala y la segunda se va pinchada. Al no llevar perro, salgo corriendo para localizar la perdiz, la veo por unos segundos de peón entre las matas, pero después ni rastro de ella. Fran también la vio cruzar, pero nada.
Podría haber culminado la jornada cinegética con un doblete de perdices y me hubiera quedado más ancho que un ocho, pero  no fue posible. La caza como el fútbol es así. Y eso es precisamente lo que la hace auténtica y apasionante. Hasta nuestra próxima cita. Buena caza.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Otro día en Peñadorada

De camino al coto me llevé el primer susto de la mañana cuando a la altura de Barrax y debido al viento que hacía cruzaron por delante del coche dos bolas gigantes de salicornios. En un primer momento pensé que se trataba de un animal, así que frené. Afortunadamente todo quedó en un susto.
En el cd del coche suena el último disco de Michael Bublé.
Aunque había quedado con  Genaro en vernos en Ossa a las 8, me llama por el móvil para decirme que me esperan en el coto. El bar de Ossa a esta hora está a rebosar de cazadores, así que decido ir directamente a Peñadorada. Genaro y Ramón me estaban esperando.
Hace mucho frío y una mañana muy desapacible, así que conviene abrigarse. Braga, chubasquero y gorro no pueden faltar en un día como hoy.
A falta de Cola Cao, Genaro me ofrece una empanadilla de tomate que me sabe a gloria bendita. Y es que en el campo las cosas saben y se disfrutan de otra manera. Hasta lo más sencillo, como pueda ser un bocadillo de tortilla a la francesa se convierte en un auténtico manjar.
Decidimos empezar a cazar por el barranco, con el aire a favor. Al poco de salir, Genaro vuela un bando de perdices que pasa por encima de mi cabeza. El pegote era de 10 ó 12.
Cuando esto ocurre, lo mejor es centrarte en una de ellas. No desviar la atención en el resto Y si la abates, buscar otra para el doblete. Si no es así repetir a la misma pieza. Si te ciegas en el bando, que es lo que me pasó a mí, al final no matas ninguna.
El bando rompió a izquierda y derecha. Yo no supe a cual tirar y al final desperdicie esta ocasión, que ya no volvería a repetirse en toda la mañana.
El campo está precioso en esta época del año. Las siembras empiezan a verdear, aprovechando las últimas lluvias.
Syrah va muy larga y me estropeó varios lances. Es una pena porque afición no le falta, pero saca de tiro muchas perdices y las pocas oportunidades que te dan hay que aprovecharlas al máximo.
Arriba de la casa, sale una perdiz de una  mata a pocos metros de donde yo estaba. Hago el tiro por bajo y consigo hacerle plumas, pero no me hago con ella.
Mal comienzo. Anduve un buen rato por el monte  sin pegar ni un solo tiro. Así que decido coger el coche e irme a la laguna a probar suerte.
Vi  volar una becacina y las fochas en el centro de la laguna, que hicieron amago de volar, pero que no salieron del cañizo. Cuando quiero ir al linde con Navalcaballo porque allí siempre hay algún bando de perdices salvajes empieza a chispear. Antes de coger un buen resfriado, doy la media vuelta, sin llegar a coger el linde.
Me subo de nuevo al coche. Cuando cojo el camino de Peñarubia, veo 3 perdices pegadas a la valla. Me bajo del coche para hacerlas volar. Se echan al monte. Veo donde se tiran y salgo tras ellas, pero no conseguí volver a volarlas.
Dejo el coche en la primera de las entradas a la finca. Cuando me detengo al lado de la carrasca, las veo de peón. Al salir del coche vuela un bando del otro lado del camino. Está claro que hoy no es mi día.
Voy a por ellas, pero tampoco tuve suerte. Desaparecieron como si se las hubiera tragado la tierra. Solo a última hora  de la mañana conseguí colgarme una, tras errar un par de ellas.
Ya de camino a casa, llamo al Rincón de Pedro, para que me guarden un sitio en la barra. El restaurante está a rebosar como siempre, pero Pedro me dice que vaya, que me hará un hueco.
Cuando llego al restaurante apenas tengo que esperar. Toni, el encargado de la barra y de que nada falle, me va poniendo algo de picoteo para hacer buche antes de sacar un delicioso arroz de bogavante que lo bordan en esta casa, como todo lo que hacen. Muy recomendable también el lechazo. De postre, unas deliciosas torrijas caramelizadas con helado de mandarina. Perdices no maté, pero comí como Dios.








lunes, 19 de noviembre de 2018

Con la caza siempre

Los animalistas y grupos afines han aprovechado la difusión de unas duras imágenes que han corrido como la pólvora en las redes sociales para cargar nuevamente contra el colectivo de cazadores para volver a exigir la prohibición de la caza.
En el vídeo que fue grabado por uno de los monteros que participó en la cacería se ve a varios perros que cercan a un venado despeñarse por un barranco desde varios metros de altura, lo que provocó la muerte de alguno de los animales y heridas de gravedad a otros tantos. El rehalero, según ha explicado a una revista especializada, se vio desbordado por la situación del momento. Cualquiera que haya participado en una  montería puede entender esto. Los perros acorralaron al venado al borde del precipicio, tras el agarre. El rehalero entró a cuchillo para matarlo, jugándose la vida. Lo que ocurrió después fue un desgraciado accidente que todos lamentamos profundamente. Afortunadamente se trata de un hecho aislado, pero que ha tenido una gran repercusión mediática.
Son múltiples las situaciones, pero que no transcienden a los medios de comunicación porque "vende" más lo escabroso, donde cazadores y rehaleros dan su vida por los animales que les acompañan.
Desde que se han difundido las imágenes, el rehalero ha recibido infinidad de insultos y amenazas de muerte, a través de las redes sociales. Algunas asociaciones ecologistas han revelado sus datos personales para que continúe su linchamiento personal.
Desde la Federación Española de Caza se ha pedido expresamente a todos los federados que no se difundan videos que puedan ser utilizados torticeramente.
En todas las monterías de jabalíes, venados o de cualquier otra especie venatoria participan rehalas de perros. Algunos animales resultan heridos en los lances que se suceden.  Todos los canes heridos son atendidos después por los veterinarios. Es la lucha encarnizada de los perros contra un animal salvaje.

No se puede utilizar este terrible accidente para criminalizar nuevamente a todos los cazadores.
Termino este artículo con unas palabras de Antonio Pérez Henares que me parecen muy interesantes y que reflejan a la perfección la manipulación de algunos medios:

La verdad que no interesa y no abrirá telediarios ni tertulias. El rehalero logró rescatar con vida a doce de los trece perros despeñados. Solo murió un podenco, "Faroles", lo que ha llenado de pena a su amo y cuidador, aplastado por el venado. Los rehaleros, en el monté, solo van armados con su cuchillo de remate. La ignorancia del mundo cinegético, el odio de los anticaza y el oportunismo de Podemos con Pablo Iglesias acusando de asesino al humilde perrero se ha unido al insensato que subió el video del lance, sin explicarlo ni relatar la secuencia entera.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Un nueva jornada de caza en Peñadorada


Solo cogí niebla a la entrada de Ossa de Montiel. Con el cambio de hora amanece más temprano y a las 8,30 nos echamos al monte para aprovechar el día y coger las horas más frescas de la mañana.
Fran recorre la finca subido en su furgoneta ,echando trigo por los caminos. Los comederos están llenos, pero es bueno que a las perdices no les falte comida en el campo.
Esta viaje sí que me ha acompañado Syrah. Hace casi dos meses que parió y por la forma física que tiene, nadie lo diría. De hecho, me estropeó un par de lances.
Al poco tiempo de pisar el monte me estreno con una liebre. Hacía mucho tiempo que no tiraba a una rabuda. Syrah está a punto de cogerla del encame. Le tiro a una distancia muy corta, pero no la estropeo, a pesar de tirar con un choque cerrado.
El día anterior hubo un ojeo en Peñadorada. Un cara y cruz en el barranco. Al estar la línea de escopetas situadas en el barranco, los tiros son espectaculares por la altura y los ángulos que cogen las perdices.
Empezamos a cazar el linde para dar con las perdices del terreno. Tras más de cuatro horas tras ellas, no conseguimos dar con ellas, al menos yo, Genaro sí que se colgó un par.
Esta semana estuvo Fran con los perros en la nava y vio algunas codornices y becacinas. Así que me fui para allí ,sin pensármelo dos veces.
Syrah vuela una pareja, pero no puedo tirarles porque tengo a Genaro en línea de tiro. Y la seguridad cuando estamos cazando es lo más importante. Ante la duda es preferible no efectuar el disparo. Vemos donde se echan y vamos a por ellas. Primero es Genaro el que yerra una codorniz de los pies. Y como no te puedes reír de los errores del compañero, el siguiente fui yo.
Cerca de la una del mediodía y cuando el sol más apretaba, después de un inicio de jornada más bien fresco, con braga al cuello incluida, decido ir al barranco a ver si puedo tirar a alguna de las perdices que se soltaron para el ojeo.
No me pego demasiado al barranco porque había cazando una cuadrilla. De una de las lomas arranca una perdiz. La tumbo de segundo tiro. Se oyen tiros en el barranco, así que decido apartarme un poco más para no molestar la mano.
Syrah cobra una perdiz  muerta del ojeo del día anterior.
Veo una perdiz de ala entre los romeros y espero a que Syrah se percate para cobrarla. No me gusta tirar a piezas que apeonan ni paradas.  No es de ser buen cazador. La perdiz fue más rápida y consigue zafarse.
En otro de los lances de los muchos que se sucedieron, Syrah vuela una perdiz. Estoy lento y le tiro ya muy pasada. Larga, aunque a tiro. De las que da gusto colgarse.
Miro el móvil y tengo varias llamadas de Genaro. Trato de hablar con él, pero apenas hay cobertura.
Me espero en una de las entradas de la finca para ver si lo veo aparecer. Nada. Decido continuar la marcha y coger la otra parte del barranco.
Cazo en forma de ese para batir más terreno. Syrah va desenfrenada. Me saca de tiro varias perdices.
Apenas vi conejos, solo pude tirar a uno, sin apenas verlo, a tenazón. La enfermedad ha entrado con fuerza y ha diezmado mucho la población de lagomorfos.
Doy con un bando. Una de ellas se revuelve hacia mí y la derribo. Las otras las pierdo de vista.
Veo una jaula  de reclamo con un perdigón del terreno dentro. Lo utilizan para atraer al resto de perdices para que no se vayan. Otras están vacías a la espera de coger otros pájaros que sirven de reclamo.
Más adelante vuelvo a ver otra perdiz de peón. Le levanto la voz para que vuele. Le zumbo los dos tiros y desparece en el horizonte. Estas cosas pasan. Esto es lo que hace grande la caza.
Cerca de un pequeño vallado veo a Syrah nerviosa, tocando. Debajo de la sabina estaba la perdiz, que no sabía muy bien por donde salir. Arranca hacia el sembrado y la tumbo.
Voy en dirección hacia el coche, que lo había dejado en el barranco, con la intención de proseguir cazando, aunque ya pasaban de las dos del mediodía.
Cuando trato de pasar al otro lado, oigo tiros en dirección a mí, así que decido dar por concluida la jornada antes de que me peguen un perdigonazo.



viernes, 9 de noviembre de 2018

Otra jornada de caza en Peñadorada


Antes de hacerse de día ya estábamos en el campo. El domingo anterior hubo una buena entrada de tordos y esperábamos que hoy se repitiera el mismo escenario, pero no fue así. Seguramente, la gota fría del pasado fin de semana en Valencia y Castellón, pero, sobre todo, en la capital de la Plana, provocó la marcha precipitada de estos pájaros que tan buenas jornadas de caza nos hacen pasar a los cazadores.











Cuando íbamos a colocarnos en el puesto y el sol embriagaba de colores el horizonte, Genaro vuela un bando de perdices. Oigo el estruendo que provocan al volar y me preparo. Hacia donde yo estoy, viene en dirección a mí un auténtico proyectil, que en una maniobra alucinante en el aire y en cuestión de segundos quiebra al verme. Me apresuro a tirarle y hago el tiro trasero.
Al no haber entrada de tordos, decidimos dar una mano a la perdiz. En el monte era un revuelo constante de tordos. De cada sabina salía uno. Les encanta comer el fruto de la sabina, la gallufa.
Cazar al salto al tordo es muy difícil porque la mayoría salen soliviantados y muy esquivos, pero su caza es realmente apasionante.
Genaro derriba uno que iba bastante alto. Le llamo la atención para que no siga tirando a los tordos mientras estamos cazando a la perdiz. Maldita la gracia volar un bando de perdices cuando estás encima de ellas por tirar a un tordo.
La caminata detrás de la patirrojas fue larga, aunque el día acompañó.
Los nubarrones que oscurecían el cielo hacían presagiar que la lluvia no tardaría en llegar. Los pronósticos meteorológicos anunciaban una caída considerable de las temperaturas de más de 10 grados.
En el linde de Peñarubia me vuelan dos perdices. Apunto a la primera y la derribo. Esta vez sí que estuve rápido porque solo dio opción a un tiro. Cuando voy a recogerla llevaba una anilla amarilla en una de sus patas. Seguramente de una suelta de tiempo atrás. No ponía ninguna fecha, con lo cual, no era posible saber cuánto tiempo llevaba en el campo, pero por la forma en la que arrancó debía ser ya veterana, curtida en varios campos de batalla.
Cuando se recoge un animal anillado conviene comunicarlo a la guardería de la finca para que controlen el censo, aunque es muy posible que fuera del coto de al lado donde suelen repoblar.
En la misma loma, tiro a un conejo mal tirado. Me echo la escopeta a la cara, pero sin apuntar, con el arma levantada y lógicamente el tiro se fue alto y el conejo, como se dice, a criar.
Conejos hay muy pocos en la finca y eso que Peñadorada ha sido un coto fundamentalmente conejero con cientos de majanos dispersados por toda la finca, que sirven de refugio a los lagomorfos. Es posible que más adelante se vean más conejos  cuando llegue el frío y llueva porque ahora están encerrados en los majanos y en las bocas de las madrigueras.
Liebres no he visto ninguna, pero me dice Fran que ya se han visto algunos ejemplares enfermos de mixomatosis en Ossa de Montiel. En muchos pueblos de Castilla La Mancha, Extremadura y Andalucía, donde ya ha saltado la alarma, se ha prohibido su caza.
Rodeando la laguna, no me quise acercar mucho para no molestar a los patos porque Fran tiene previsto realizar una tirada pronto, vuelan tres becacinas. El vuelo zigzagueante de esta pequeña ave es espectacular.
Cerca de Navalcaballo, la finca que linda con Peñadorada, no veo ningún bando de perdices. Cazar uno solo y, además, sin perro es muy complicado porque las perdices te torean como quieren. Lo ideal para tratar de controlarlas es una mano de 3 ó 4 escopetas para cubrir una mayor extensión de terreno.
Cuando estoy en medio de las carrascas viene un torcaz de cara. Me ve y trata de hacer un giro, pero ya era tarde. Lo engancho de primero y lo derribo de segundo.
Dentro de la laguna, pero en la parte más seca, veo un bando de torcaces que se echa sobre un árbol seco. Me espero de cuclillas a ver si se mueven y vienen en dirección hacia donde yo estoy apostado. Me percato que por detrás entra otro, seguramente al reclamo del grupo que había en el árbol. Adelanto el tiro y me hago con él.
Pasadas las 12 me fui en dirección al coche a echar un bocado. Esta vez sí que me dio tiempo a parar en un bar de carretera para que me prepararan un bocadillo de queso y chorizo, uno de mis preferidos y en medio del campo saben a gloria. Ramón aún estaba en el puesto esperando a que entrara algún zorzal. Aprovecho el asueto para charlar un rato con él.
Genaro que es incansable dice de dar una última vuelta antes de irnos. Yo no me alejo mucho del coche. Tiro a un conejo largo. Hago el tiro trasero. Salgo corriendo porque veo que se mete entre unos romeros y no lo veo salir. Cuando estoy cerca de donde intuía que se había echado, arranca como si hubiera visto al mismo demonio. Fallo el primero y lo revuelco de segundo.

Al final de la jornada me colgué: 1 perdiz, 3 torcaces y 1 conejo.


jueves, 18 de octubre de 2018

De perdices en La Patirroja


Esta vez no madrugué tanto. A las 8 pasé a recoger a Mauro por su casa para ir a El Bonillo. El viaje hasta Barrax fue incómodo por la densa niebla. No se despejó hasta después de pasar Barrax.

A las 10 nos esperaba Emeterio para acompañarnos durante la jornada cinegética. Ya había cazado otra vez en compañía de Emeterio. También él lo recordaba.
Había llovido el día anterior. Poco, unos 6 litros, según nos contaba Emeterio mientras íbamos al cuartel que nos había tocado en suertes.



En la carretera empezamos a ver los primeros bandos de perdices. Hay que frenar para no atropellarlas.
Al poco de salir me vuela la primera perdiz de la mañana que abato de un segundo disparo. Poco tiempo después Emeterio me canta otra, cuando ya había pasado. Me da tiempo a girarme y  verla, sin que me moleste ninguna carrasca y le zumbo dos disparos. Cae justo en medio de la carretera. Emeterio dice a Mauro, que va de punta, que pare la mano para que pueda bajar a recogerla. Es lo que se debe hacer cuando se abate una perdiz y se va en cuadrilla. Esperar que el compañero la cobre y más cuando no llevas perro, como era mi caso.
Cazamos en una zona donde abundaban las retamas y los chaparros. Conforme iba avanzando la mañana se iba notando el calor. Menos mal, que llevaba ropa en el coche. Me quite la camisa de manga larga que llevaba puesta y me puse un polo de manga corta. Lo agradecí después.
Con 9 perdices y 1 conejo en el morral, paramos a echar un trago de agua.  No llevábamos ninguno de los dos almuerzo, así que la parada fue corta, lo suficiente para refrescar el gaznate. Aproveché el descanso para cambiar de arma y coger la Pedro Arrizabalaga. Con la Mateo Mendicute no erré ninguna perdiz. Fue un día de esos en que la escopeta te entra como un guante y da igual hacia donde vuele la perdiz, que es carne de cañón.
Kiko tiene una de las mejores perdices que conozco. Muchas veces cuesta diferenciarlas de las salvajes. Apeonan delante muy rápido y vuelan largas. Ya nos advirtió Emeterio antes de empezar, que están muy espabiladas.
El terreno, aunque ha llovido un poco, sigue muy seco y las perdices van delante, marcando la distancia. Es preferible cazarlas en días de frío porque la perdiz aguanta más.
Algunos piensan que en los cotos de caza intensiva es coser y cantar. Andan muy equivocados los que piensan así, sobre todo, con perdices como estas. Aquí la perdiz lleva suelta un par de semanas en el campo y eso se nota cuando vas detrás de ellas.
La Pedro Arrizabalaga me entró muy bien. Andaba yo algo quejumbroso con esta escopeta porque la última vez fallé 3 perdices de los morros y le había cogido algo de manía. Siempre que voy a cazar la llevo conmigo, pero como con la Mendicute me apaño bastante bien, al final nunca la saco de la funda. Tiene un segundo cañón muy cerrado. 11 décimas, extra full. Pero para perdices largas va muy bien.
Encadené 3 perdices consecutivas, sin errar ninguna pieza. Me subió la autoestima a las nubes.
La jornada no pudo darse mejor: 12 perdices , con doblete incluido, y 1 conejo. Mauro se colgó 5 perdices. Perdió una que hizo una bola de plumas y que, seguramente ,al menor suspiro que tuvo se metió en un agujero. Si no lo veo, no lo creo, repetía una y otra vez Emeterio al ver que la perdiz no estaba allí. Mauro tampoco daba crédito al lance.
Al salir de El Bonillo, llamé por teléfono al Rincón de Pedro para que nos reservara una mesa. Era tarde, así que convenía asegurarse de que la cocina no iba a estar cerrada. Mauro se pidió unos gazpachos manchegos  y yo una paletilla de cabrito al horno.  De entrada Toni nos sacó, un delicioso queso cremoso de trufa y un extraordinario queso curado manchego, que hacen buen honor a esta tierra. Si Kiko tiene una de las mejores perdices; El Rincón de Pedro no le va a la zaga en lo que a comer se refiere.

domingo, 14 de octubre de 2018

Liebres y perdices animan el inicio de temporada en Fontanars

Antes de empezar estas líneas ,quería mandar un mensaje de condolencia a los familiares del pequeño de 13 años que ha fallecido este sábado, tras recibir un disparo fortuito durante una montería de jabalíes en Villalba de los Alcores. El pequeño se encontraba en un puesto de caza en compañía de unos familiares, cuando fue alcanzado por una bala. Mi más sentido pésame por el fatal desenlace.
La temporada cinegética  en la Comunidad Valenciana se abrió el pasado viernes 12 de octubre, festividad de la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil.
Fontanars dels Alforins ha abierto la veda solo para el conejo y la liebre. La perdiz solo se podrá cazar en la sierra hasta el primer domingo de noviembre, que se permitirá su caza en el resto del acotado.
La medida, que se viene aplicando desde hace un par de años, busca dificultar la caza de la perdiz en los bancales, que por esa fecha, muchos campos de viña habrán perdido la hoja, con lo cual, la perdiz avista antes al cazador, dándole menos opciones de tiro y, por tanto, de ser abatida. Con el pámpol todavía en la viña, la perdiz vuela antes, entrañando una menor dificultad de tiro y, por tanto, de cobrar la pieza.
Llevamos solo dos días de caza desde que se abrió la veda, pero perdices y liebres están animando el inicio de temporada de muchos cazadores en Fontanars dels Alforins. No así el conejo, que no pasa por su mejor momento debido a las enfermedades.
Sin embargo, en Comunidades como Andalucía y Castilla- La Mancha, se han registrado casos de mixomatosis en las liebres, una enfermedad que solo afectaba hasta ahora a conejos, después de que un médico francés  inoculara el virus a estos animales para acabar con los daños que ocasionaban en la agricultura. El experimento que se propagó rápidamente por todo el continente acabó con el 90% de los lagomorfos. Sus secuelas siguen provocando la muerte de miles de conejos.
Por el momento se desconoce cómo se ha expandido y propagado este virus mortal, que afecta también a las liebres y que está diezmando su población a marchas forzadas.
Algunas localidades como Osuna, en Sevilla,  donde la liebre se caza con galgo, han dado por finalizada la temporada de la liebre, tras encontrar un elevado número de ejemplares enfermos o muertos.

La liebre, cuya población se había reducido considerablemente por diversos factores, vuelve a atravesar un momento muy delicado.


miércoles, 10 de octubre de 2018

Comienza la temporada cinegética

A las 5,30 de la madrugada sonaba el despertador. Tenía todo preparado, así que solo era subirme al coche. Syrah esta vez no me ha acompañado. Parió el día 21 de septiembre, 9 preciosos labradores color chocolate y hasta dentro de un par de meses no podrá venir conmigo. Una pena porque cazar sin perro no es lo mismo.
Al llegar a Albacete empieza a llover con bastante intensidad. Se nota que era festivo en la Comunidad Valenciana. Había bastante tráfico en la carretera, algo inusual a estas horas de la madrugada. Muchos valencianos y alicantinos suben a La Mancha a cazar.
A las 8 en punto llegaba a Ossa de Montiel. Genaro y su padre Ramón ya estaban allí. Tomamos algo en la barra y nos fuimos al coto.
Al no llevar perro, iba más rápido de lo normal. No es fácil seguir a Genaro. Las primeras horas fueron bastante tediosas. No tuve ocasión de efectuar ningún disparo, ni de ver caza.
Una avutarda solitaria cruza el cielo. Es curioso, como un ave de este tamaño y peso, los machos pueden llegar a pesar 18 kilos, puede mantenerse en el aire como si tal cosa.
El monte está lleno de excrementos de venados. Fran que iba delante con la furgoneta, vio romper varios ciervos cuando Genaro y yo entramos al monte.
Al final decido irme a una loma, que me gusta mucho para el conejo y dejar a Genaro que siga su marcha. De camino me cruza un conejo, que venía corrido y lo tumbo de un certero disparo.



Un pegote de torcaces sobrevuela el cielo. Debían ir más de un centenar. Pruebo uno que iba un poco alto y le arranco las plumas traseras. Al torcaz hay que tirarle cuando se le ve el collarín. Esa es la distancia perfecta para efectuar el disparo y ser lo más efectivo posible en el lance.
Al llegar a la loma, me vuela de debajo de una carrasca la primera perdiz de la mañana, pero  no puedo tirarle. El bando no debería estar muy lejos.
Efectivamente,  cerca de donde voló la perdiz, veo un pequeño bando de perdices, apeonando. Arrancan en dirección a la laguna. Me fijo y me dirijo hacia  dónde las vi echarse.
De detrás de un montón de piedras de un labrado, arranca una patirroja. Me sorprendió porque no esperaba dar con ellas tan rápido. Le disparo y cae echa una pelota.
Ya dentro del cañet, me vuela la segunda. Me fijo donde cae porque la zona es muy espesa y es muy fácil perder caza. Tras dar un par de vueltas, batiendo la zona, doy con ella. Allí estaba, patas arriba.

El día empezaba a animarse. De la orilla de la laguna, aunque muy larga, veo volar una becacina que se echa al agua. Espectacular, el vuelo zigzagueante de esta pequeña ave de pico largo y puntiagudo, como su hermana mayor la becada.
Continuó rodando la laguna por si veo alguna codorniz. Me quedé con ganas de colgarme alguna más en la media de veda.
Antes de subir y coger el linde de Navalcaballo, me arranca una codorniz de los morros, que fallo estrepitosamente. Voló, como si llevara un cohete en el culo.
Salgo de la laguna y me dirijo a Navalcaballo. Vuela una perdiz. Me coloco mal la escopeta, el segundo tiro no sé ni donde va. El bando se dispersa. De las carrascas vuelan algunos torcaces.
Continuó por el linde en dirección al coche. Llevaba más de 3 horas caminando y las piernas empezaban a flojearme. Cazo con una paralela, que como todas las escopetas yuxtapuestas es muy pesada. Estoy planteándome cazar con una del calibre 20. Igual de efectivas y más livianas de peso, lo cual, es muy de agradecer cuando llevas muchas horas en el monte con el arma a cuestas.
Me separo un poco del linde y de detrás de un majano, arranca otra perdiz. Le zumbo los dos tiros y la abato. Era una perdiz joven de esta temporada. Hay perdices que han salido algo más retrasadas en una segunda puesta y todavía les faltan un par de semanas. Pero, claro, cuando vuelan, no sabes si es una perdiz ya hecha o un pollo joven.
Cuando llego al coche, ya estaba Genaro esperándome con su padre. Genaro hizo una buena percha: 2 perdices, 4 conejos, 1 liebre y 1 torcaz. Tomo un bocado rápido y aún doy una última vuelta por encima del barranco. Aún pude tirar a un conejo y un torcaz.
Las nubes anuncian tormenta. El cielo empieza a negrear. Los relámpagos se oyen de fondo. El campo está precioso con esa mezcla de colores y olores. Cuando llego a Ossa de Montiel empieza a caer una buena tromba de agua.
De camino a casa el temporal fue remitiendo.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Vicente Castelló gana la tirada al plato en homenaje a Pepe Sala

El tirador de La Canyada Vicente Castelló se proclamó vencedor de la tirada al plato celebrada el pasado sábado día 22 en el campo de tiro El Tollo de Vallada en homenaje al tirador fallecido Pepe Sala ,que congregó a una treintena de escopetas. La tirada estaba previsto celebrarse inicialmente el sábado día 15, pero debido a la lluvia,  la organización del campo decidió aplazarla al sábado 22.
Castelló terminó la serie sumando un pleno de 25 platos, lo que le permitió auparse con la victoria, sin necesidad de disputar el barrage, al ser el único tirador que cubrió la tirada.


El desempate por el segundo y tercer puesto, se realizó por orden de inscripción, lo que provocó, con razón, el enfado de algunos tiradores, que reclamaron al director de tiro, una serie de desempate para el segundo y tercer clasificado de la general.
El programa de la tirada señala, que solo se desempatará para el primer puesto, siendo el resto por orden de inscripción.
Sin embargo, en casi todas las tiradas que se celebran, el desempate se realiza para los 3 primeros clasificados, siendo por orden de inscripción, a partir del cuarto clasificado. Antes, incluso, se recurría a la serie más larga en caso de empate para determinar al ganador.
 En este caso, hubo varios tiradores que terminaron la serie con 24 platos: Amadeo Garrido, Fernando Bernabéu, Asunción Bañón ,  Juan Tardá y Lucas Moncho.
El tirador de Ibi, Fernando Bernabéu se proclamaba al día siguiente en Cheste, campeón de la Copa Presidente, con 121/125. El viernes viaja a Málaga con el resto del equipo a disputar la Copa de España de Foso Olímpico.  Desde estas páginas le deseamos mucha suerte.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Último día de media veda

En mi último día de media veda no me he llevado a Syrah. Está a punto de parir y no quiero cansarla.
El trayecto ha sido infernal por la densa niebla que había en la carretera y, menos mal, porque esta vez no he madrugado demasiado. De noche es aún peor conducir con niebla por la nula visibilidad.
Antes de llegar a Almansa, el indicador del coche me avisa que el nivel de aceite está bajo. En la primera gasolinera que encuentro, ya en Bonete, me detengo para comprar un litro de aceite. El encargado de la gasolinera, también cazador, me echa una mano. Miramos el manual de instrucciones para saber antes qué tipo de aceite necesita el motor. No llevo la tarjeta de la última revisión y vale la pena asegurarse antes, no sea que la pifiemos y echemos uno que no toca.
Una vez solucionado el problema, prosigo la marcha. La niebla me acompañará durante todo el trayecto hasta poco antes de llegar a Munera. A partir de ahí, cielo despejado y la conducción más relajada.
Entrando a Peñadorada veo el primer bando de perdices. Por un camino de la finca y delante del coche conté ocho o nueve perdices del terreno, algunos medio pollos todavía. Me dio tiempo para grabar el precioso momento en vídeo.
Nada más entrar a la laguna, me vuela la primera codorniz de la mañana, que fallo estrepitosamente. Le suelto los dos tiros y la pierdo de vista. Enseguida me vuela la pareja de los pies. No pude tirarle al no tener cartuchos. Los que cazan con semiautomática no tienen estos problemas, sin embargo, yo hace ya muchos años que dejé de usar repetidora y cazo con una Mateo Mendicute de tres y una estrellas, con cañón de 71. Tengo una Pedro Arrizabalaga que aún no he tenido ocasión de probar después de unos cambios que le hice a la escopeta. Habrá ocasión, aunque el segundo cañón es muy cerrado: 11 décimas.
Al no llevar perro a penas se mueve caza y eso mismo me pasó a mí, que ya no volví a volar ninguna codorniz, pese a batir bien la zona.
Bordeando la laguna, me arranca un bando de perdices. Seguro que cuando se abra la veda no me salen tan buenas ni a tiro, mostrándome los colores de la pechuga.  El bando se divide en dos. Unas vuelan dirección a Navalcaballo y las otras a Peñarubia.
De una  planta carga de espinas, alargada y estilizada, de las muchas que hay en la laguna, vuela una tórtola. Esta vez estuve más certero y la tumbo.
De vez en cuando aprovecho el agua fría y transparente de la laguna para refrescarme y mojarme la cabeza.
Tras cerca de dos horas de andar detrás de las africanas, con  muy poca fortuna por cierto, me voy al linde con Navalcaballo y aprovecho la sombra de una carrasca para descansar. El sol aprieta. De las piedras que marcan el linde de la finca vuela una perdiz solitaria.
En dirección a mi viene una paloma torcaz, que se echa sobre una carrasca. Me había pillado de espaldas y la vi cuando ya había pasado. Entre la hojarasca, trato de adivinar dónde se ha parado, pero no la localizo. Espero un rato a ver si veo algún movimiento que la delate. No me gusta tirar a pieza parada, así que decido salir.  Me despisto y me gana la partida.
Para apurar las últimas horas de la mañana y con la percha medio vacía, decido ir al barranco a probar fortuna. El río cruza todavía con agua. Al llegar con el coche se ve un cierto revuelo de palomas que andaban la mayoría sesteando en las carrascas. Monto la escopeta, y me coloco detrás de una sabina, aguanté muy poco porque ya era tarde, así que decido recoger los bártulos y poner rumbo a casa.
De camino, llamo a Toni de El Rincón de Pedro, en Almansa. Uno de los mejores sitios que conozco para comer arroces y paletilla de cabrito al horno, entre otros muchos manjares que se pueden degustar en su amplia y completa carta. Los guisos son también extraordinarios. Conviene reservar porque está siempre a reventar. Normal, con lo bien que se come y lo bien atendido que estás siempre.
Opto por un arroz meloso de bogavante, que lo bordan. El arroz está en su punto. De entrada: media ración de jamón ibérico de bellota y queso manchego curado, eso sí, con una buena orza de pan bien horneada. Para saborearlo mejor, me pido una botella de 3/8 de Marqués de Cáceres, crianza de 2012, muy rico. Entra muy suave. De postre elijo una espectacular torrija cararamelizada, con helado de canela, de las que quitan el hipo. Los postres son también de lo mejorcito de la casa. Bien comido y mejor atendido, prosigo la ruta hasta Fontanars dels Alforins, a ver si Syrah me ha hecho ya abuelo.




lunes, 10 de septiembre de 2018

Cómo comportarse en una cancha de tiro para que no nos llamen la atención

Estar en una cancha de tiro, se trate de una competición o simplemente de un entrenamiento, requiere del conocimiento de unas normas de conducta básicas, que debe cumplir todo tirador y que no debemos olvidar cuando estemos en el planché para evitar que nos llamen la atención por no saber comportarnos adecuadamente. Ahí van a modo de sugerencia algunas de ellas. Seguramente habrá otras muchas más, pero estas son a mi modo de ver las más importantes.

1.- No abandonar la cancha hasta que termine el último tirador. Esta regla se suele incumplir con bastante frecuencia, en entrenamientos, pero también en competiciones, como puede observarse en la fotografía de más abajo, donde  solo hay un tirador en cancha, mientras el resto de compañeros, que ya han acabado la serie, no espera en sus puestos como es preceptivo. La serie debe abandonarse conjuntamente y no de manera individualizada.



2.- No lanzar los cartuchos al suelo. Esto desespera mucho al tirador porque pierde la concentración. De ahí la importancia también de esperar a que termine de tirar el compañero de al lado. Es entonces cuando debemos abrir la escopeta y expulsar los cartuchos y no antes.
3.-  El tiro requiere de mucha concentración. Cuando estamos tirando en el último puesto  y abandonemos nuestra posición para dirigirnos al primero,  y pasemos por el pasillo por detrás del grupo de compañeros, hay que detenerse, hasta que el tirador que en ese momento se dispone a pedir el plato haya tirado. Es entonces cuando debemos proseguir la marcha hasta nuestra posición. Si lo hacemos antes podemos molestarle y desviar su atención.
4.- Hay tiradores que cuando cometen un cero, como se dice en el argot o fallan un plato, lanzan los cartuchos al suelo con especial virulencia o bien pronuncian toda clase de improperios para que nos enteremos todos. Debemos evitar que los demás paguemos sus errores. Hay que permanecer lo más callado posible y no exteriorizar nuestra mala uva cuando erremos un plato.
5.- El tirador debe moverse de su puesto y pasar al siguiente, cuando el compañero de escuadra que le sigue haya tirado su plato. Ocurre con frecuencia que muchos tiradores permanecen inmóviles en su puesto, sin percatarse que detrás suyo hay un tirador esperando su turno para colocarse en su lugar, sin poder apoyar el arma, normalmente sobre un trozo de goma o similar que se coloca estratégicamente en el suelo para apoyar los cañones y que sirve de cierto descanso al tirador entre plato y plato.
6.- No montar la escopeta ni encarar la escopeta hasta que llegue tu turno. También es frecuente observar como hay tiradores que cuando el compañero se dispone a pedir el plato, ya están montando la escopeta. Esto saca de tiro al tirador, que muchas veces ve por el rabillo del ojo el cañón del compañero de al lado, desviando su atención. Muchos optan por utilizar una especie de protector de plástico, también conocido como orejeras, que se coloca en los laterales de las gafas para evitar ver por los extremos y así no perder la concentración.
Cumplir con estas normas no nos va a ayudar a romper más platos, pero sí a ser un poco más respetuosos con los demás.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Felicidades Alberto

Los medios de comunicación, en general, salvo la prensa especializada suelen dedicar muy poco espacio informativo al deporte del tiro en cualesquiera de sus modalidades: pistola, carabina de aire comprimido, tiro con arco, foso olímpico o skeet, donde España tiene excelentes representantes. Uno de ellos es el tirador toledano, Alberto Fernández que este lunes se ha proclamado campeón del mundo en la modalidad de Foso Olímpico en los Campeonatos del Mundo de Tiro Olímpico celebrados en la ciudad surcoreana de Changwon ,lo que le vale al tirador español su clasificación directa para los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020.



Fernández, que ya ganó otro mundial y en su currículum personal no falta ningún título, tanto a nivel europeo como internacional (campeón continental en Kazán y campeón universal en Múnich), igualó el récord mundial con 48 platos de 50 en la serie final, superando por un plato  al tirador eslovaco Erik Varga. Felicidades, campeón!


lunes, 3 de septiembre de 2018

Otra jornada memorable de media veda en Peñadorada

Las previsiones meteorológicas anunciaban para hoy domingo día 2 de septiembre una ola intensa de calor en toda España, sobre todo, en Extremadura y Andalucía. Tampoco Galicia se salvaba de la canícula veraniega. Pasadas las 5 de la madrugada y a la altura de El Bonillo, el termómetro marcaba 23 grados. Menos mal, que al llegar a Ossa de Montiel bajó algo el mercurio hasta los 17.
A las 6,30 nos vimos, como de costumbre, en la cervecería  El Rincón del Moreno. Genaro me llamó esta semana para decirme que estaba nervioso por volver a Peñadorada. Ha sacado la misma vena cinegética y la misma pasión por la caza que su padre Ramón Ferrero. Como dice el refrán: "de tal palo, tal astilla".
Hay días en que te coloques  la escopeta como te la coloques, lo matas todo. Dispares a piezas largas o cercanas, de pico o cruzadas. Esto mismo me ha pasado a mí durante esta nueva jornada cinegética en Peñadorada. No erré ninguna pieza. Otras en cambio por mucho que te eches la escopeta a la cara no hay forma de encontrarte cómodo con ella.




A falta de torcaces, me fui detrás de las codornices, que es lo que realmente me gusta. No tengo paciencia suficiente para aguantar quieto en un puesto. A no ser que el chorreo de palomas sea incesante. Entonces no me mueven de la barraca ni a tiros.
A mitad mañana  y cuando más apretaba el calor se vieron algunas tórtolas en la laguna. Buscaban el agua . Pero yo iba centrado con las codornices y no quería desviar mi atención.
Tardé en dar con  ellas. En la primera vuelta solo pude tirar a una. Syrah está preñada, a finales de mes será mamá, así que no quise cansarla mucho. Aprovechamos la sombra de las carrascas que proporcionan una refrescante sombra estival para descansar de vez en cuando, aunque más por mí que por ella, porque sigue con la misma vitalidad y excelente forma física que antes.
Durante la primera hora  apenas vi codornices, pensaba que ya no estaban, que habían emigrado. Pero no, todavía quedaban algunas.
Aunque Syrah todavía no está muy picada en la caza, cobró todas, menos una, que cayó dentro del cañizo y aunque se metió, no dio con ella. Seguramente será porque está preñada, pero tengo que quitarle la caza de la boca sino se la come. Me pasó con una codorniz y con la tórtola. Y con el resto de piezas no porque me apresuré a quitárselas antes de que se las zambullera. Antes, sin embargo, me entregaba las perdices de ala vivas y no las apretaba nada.
Los lances se fueron sucediendo, cada cual mejor. Volaban en pareja y solas. La percha iba aumentando mientras avanzaba la mañana. Hasta 8 codornices y 1 tórtola me eché al zurrón.
Terminando la jornada, Syrah se queda  parada a la orilla de la laguna. Algo le llama la atención. Permanece quieta. Yo me preparo con tiempo pensando que sería una nueva codorniz. Oigo un chapoteo impresionante y llamo a Syrah para que salga del cañizo ante el temor de que fuera un jabalí. No lo pude ver en ese momento, pero por el ruido que hizo dentro del agua debía de tratarse de un jabalí enorme.  Pasé varias veces por esa misma zona , pero el guarro aguantó hasta que la perra lo levantó del encame. Poco después lo vi salir por la punta de la laguna cruzando un sembrado al galope. Efectivamente, se trataba de un jabalí grande. Avisé a Genaro porque iba en dirección a él. Saqué el móvil del bolsillo como pude  del pantalón y le hice una foto. Aunque no puede divisarse bien porque estaba muy largo. La fotografía de más abajo recoge el momento en que el jabalí cruza el rastrojo.


Pasado el susto, di por concluida esta excelente jornada de caza, con cochino incluido y con Syrah y yo sanos y salvos.


lunes, 27 de agosto de 2018

Segundo día de media veda en Peñadorada.

Esta semana me puso una wasap Fran para decirme que dejáramos descansar unos días a las codornices. En su lugar nos propuso colocarnos en el barranco a la paloma torcaz, donde había hecho un par de cebaderos. Como él está allí y conoce aquello a la perfección, le dije que sí, aunque yo prefiero ir detrás de las codornices con el perro, más que estar parado debajo de una sabina toda la mañana, comido por las avispas y las moscas.
A mí quería ponerme en un cebadero que había hecho en el monte, pero no me gustó el sitio porque estaba muy alejado del riachuelo que pasa por la finca. Le dije que prefería colocarme en el barranco. La torcaz prefiere el agua natural antes que los bebederos artificiales.


No se hizo sorteo de los puestos, que debe preceder a cualquier tirada, así que me puso al principio del barranco, donde el río que lo cruza lleva bastante agua. A mí derecha, dos puestos más que se hincharon a pegar tiros. Yo fui el primero en inaugurar la tirada, pero poco duró la alegría.Menos mal que el sonido del arroyo calmaba mis ánimos. Sólo pude tirar a un par de tórtolas turcas y 1 torcaz. Estaba incómodo dentro del barranco, con tanta carrasca que me tapaba la visión, así que me fui a la parte de arriba donde tenía mejor perspectiva, pero tampoco esta vez tuve suerte.  Solo oía los tiros de mis vecinos. La torcaz que entraba iba a la otra punta del barranco porque esa era la querencia del animal. Tras varios intentos para contactar con Fran y decirle que me estaba aburriendo más que una ostra, decidí irme a la laguna, para ver si allí tenía más suerte, pero ya pasaban de las 12 del mediodía. Muy tarde para ir a la codorniz, además, no venía conmigo Syrah, pensando que íbamos solo al torcaz a un puesto fijo y para tenerla atada, preferí no llevarla. Aún no está acostumbrada a estarse quieta  en el puesto y para andar moviéndose todo el rato y molestando más que otra cosa, preferí dejarla en casa.
Saliendo del barranco veo un zorro que se mete entre el cañizo, cruzando el río y desaparece,  no sin antes llevarse un buen susto. Debió ser un presagio porque me cruzó otro por la carretera en la misma autovía de Albacete. No sé por dónde cruzaría porque las autovías están valladas, precisamente, para evitar accidentes de animales que crucen la carretera, pero los zorros son muy astutos y se las saben todas y este debió encontrar la forma de entrar.
 En un sembrado rodeado de cimbeles y sentado bajo la sombra de una carrasca que le protegía del sol estaba Genaro, que ya llevaba 8 palomas en el zurrón.
Entrando a la laguna y pegado al cañizo me salen dos codornices. Abato una. A la otra no le tiro ante la posibilidad de no cobrarla. Prefiero no disparar ante la duda de si cobrarla o no y en un doblete es fácil perder la orientación cuando vas a cobrar una de ellas. A no ser que lleves un buen perro.
Fran aparece con la furgoneta al escuchar los tiros. Me pregunta por la munición que llevo y se va.
El sol aprieta. Algún torcaz sobrevuela la laguna, pero fuera de tiro. Hay poco paso de torcaces. Igual por la tarde se da mejor.
Una codorniz arranca de mis pies y la tumbo de un certero disparo. Había cogido plomo de séptima de 32 gramos, así que las dejo volar algo más para no deshacerlas. Lo ideal es tirar con cartucho del 8 u octava. A la codorniz, guatla como lo llaman en mi tierra, se le tira relativamente cerca, así que es mejor utilizar un cartucho que abra más el tiro, por eso plomo del 8 incluso del 9 es perfecto para estas ocasiones.
Sigo buscando un puesto donde ponerme y otra pareja de codornices me sale delante de mis narices.  Decido tirar solo a la primera. Esta vez tuve que meterme en el agua para cobrarla. Cómo echaba de menos a Syrah!
Aún tuve tiempo y fuerzas para dar una vueltas más, pero sin perro y con el calor que hacía era muy difícil que volara alguna codorniz. Y así fue, ya no vi ninguna más.
Un torcaz que se iba a echar a beber, atraviesa cruzado, le adelanto el tiro y lo abato. A pesar de meterme en el agua hasta media cintura no pude cobrarlo. Hay mucha vegetación y está muy complicado acceder, con lo cual, la dificultad de cobro es máxima y ya no les digo si no llevas perro.