Esta semana me
puso una wasap Fran para decirme que
dejáramos descansar unos días a las codornices. En su lugar nos propuso
colocarnos en el barranco a la paloma torcaz, donde había hecho un par de
cebaderos. Como él está allí y conoce aquello a la perfección, le dije que sí,
aunque yo prefiero ir detrás de las codornices con el perro, más que estar
parado debajo de una sabina toda la mañana, comido por las avispas y las moscas.
A mí quería ponerme
en un cebadero que había hecho en el monte, pero no me gustó el sitio porque
estaba muy alejado del riachuelo que pasa por la finca. Le dije que prefería colocarme
en el barranco. La torcaz prefiere el agua natural antes que los bebederos
artificiales.
No se hizo sorteo de los puestos, que debe preceder a cualquier tirada, así que me puso al principio del barranco, donde el río que lo cruza lleva bastante agua. A mí derecha, dos puestos más que se hincharon a pegar tiros. Yo fui el primero en inaugurar la tirada, pero poco duró la alegría.Menos mal que el sonido del arroyo calmaba mis ánimos. Sólo pude tirar a un par de tórtolas turcas y 1 torcaz. Estaba incómodo dentro del barranco, con tanta carrasca que me tapaba la visión, así que me fui a la parte de arriba donde tenía mejor perspectiva, pero tampoco esta vez tuve suerte. Solo oía los tiros de mis vecinos. La torcaz que entraba iba a la otra punta del barranco porque esa era la querencia del animal. Tras varios intentos para contactar con Fran y decirle que me estaba aburriendo más que una ostra, decidí irme a la laguna, para ver si allí tenía más suerte, pero ya pasaban de las 12 del mediodía. Muy tarde para ir a la codorniz, además, no venía conmigo Syrah, pensando que íbamos solo al torcaz a un puesto fijo y para tenerla atada, preferí no llevarla. Aún no está acostumbrada a estarse quieta en el puesto y para andar moviéndose todo el rato y molestando más que otra cosa, preferí dejarla en casa.
No se hizo sorteo de los puestos, que debe preceder a cualquier tirada, así que me puso al principio del barranco, donde el río que lo cruza lleva bastante agua. A mí derecha, dos puestos más que se hincharon a pegar tiros. Yo fui el primero en inaugurar la tirada, pero poco duró la alegría.Menos mal que el sonido del arroyo calmaba mis ánimos. Sólo pude tirar a un par de tórtolas turcas y 1 torcaz. Estaba incómodo dentro del barranco, con tanta carrasca que me tapaba la visión, así que me fui a la parte de arriba donde tenía mejor perspectiva, pero tampoco esta vez tuve suerte. Solo oía los tiros de mis vecinos. La torcaz que entraba iba a la otra punta del barranco porque esa era la querencia del animal. Tras varios intentos para contactar con Fran y decirle que me estaba aburriendo más que una ostra, decidí irme a la laguna, para ver si allí tenía más suerte, pero ya pasaban de las 12 del mediodía. Muy tarde para ir a la codorniz, además, no venía conmigo Syrah, pensando que íbamos solo al torcaz a un puesto fijo y para tenerla atada, preferí no llevarla. Aún no está acostumbrada a estarse quieta en el puesto y para andar moviéndose todo el rato y molestando más que otra cosa, preferí dejarla en casa.
Saliendo del
barranco veo un zorro que se mete entre el cañizo, cruzando el río y desaparece,
no sin antes llevarse un buen susto. Debió
ser un presagio porque me cruzó otro por la carretera en la misma autovía de
Albacete. No sé por dónde cruzaría porque las autovías están valladas,
precisamente, para evitar accidentes de animales que crucen la carretera, pero
los zorros son muy astutos y se las saben todas y este debió encontrar la forma
de entrar.
En un sembrado rodeado de cimbeles y sentado
bajo la sombra de una carrasca que le protegía del sol estaba Genaro, que ya llevaba 8 palomas en el
zurrón.
Entrando a la
laguna y pegado al cañizo me salen dos codornices. Abato una. A la otra no le
tiro ante la posibilidad de no cobrarla. Prefiero no disparar ante la duda de
si cobrarla o no y en un doblete es fácil perder la orientación cuando vas a
cobrar una de ellas. A no ser que lleves un buen perro.
Fran aparece con la furgoneta al
escuchar los tiros. Me pregunta por la munición que llevo y se va.
El sol aprieta. Algún
torcaz sobrevuela la laguna, pero fuera de tiro. Hay poco paso de torcaces.
Igual por la tarde se da mejor.
Una codorniz
arranca de mis pies y la tumbo de un certero disparo. Había cogido plomo de
séptima de 32 gramos, así que las dejo volar algo más para no deshacerlas. Lo
ideal es tirar con cartucho del 8 u octava. A la codorniz, guatla como lo
llaman en mi tierra, se le tira relativamente cerca, así que es mejor utilizar
un cartucho que abra más el tiro, por eso plomo del 8 incluso del 9 es perfecto
para estas ocasiones.
Sigo buscando un
puesto donde ponerme y otra pareja de codornices me sale delante de mis narices.
Decido tirar solo a la primera. Esta vez
tuve que meterme en el agua para cobrarla. Cómo echaba de menos a Syrah!
Aún tuve tiempo
y fuerzas para dar una vueltas más, pero sin perro y con el calor que hacía era
muy difícil que volara alguna codorniz. Y así fue, ya no vi ninguna más.
Un torcaz que se
iba a echar a beber, atraviesa cruzado, le adelanto el tiro y lo abato. A pesar
de meterme en el agua hasta media cintura no pude cobrarlo. Hay mucha vegetación
y está muy complicado acceder, con lo cual, la dificultad de cobro es máxima y
ya no les digo si no llevas perro.
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