domingo, 27 de octubre de 2013

De ojeo con los Venera en Ossa de Montiel


 

A última hora del viernes me llamó Fran para decirme que finalmente se iba a hacer el ojeo en su finca. Estaban pendientes de las predicciones meteorológicas que marcaban agua para el fin de semana en Castilla La Mancha.

El viaje como suele ser habitual en esta época del año con niebla hasta pasar Barrax.

A las 9 de la mañana quedamos en vernos en la casa de campo que los Venera han habilitado para la organización de cacerías. Un chalet a todo lujo en el que no falta de nada.

Los Venera saben como nadie como tratar a sus invitados. Fran es el encargado de que llegue a buen fin el ojeo y que todas las posturas se diviertan por igual, aunque esto cuando hablamos de caza es harto difícil.
 
 Isaac, por su parte, lleva la parte comercial. Su hermana Pepi es la encargada de que salgamos al campo con los estómagos llenos. Y créanme que lo cumple a rajatabla y, por cierto,  muy bien.

Este día se dieron dos ojeos. Un cara y cruz en Peñadorada y los otros dos en la Finca La Carolina.

No es la primera vez que hablo de Peñadorada en estas páginas porque como saben ustedes soy un enamorado de esta finca de caza. Es de lo mejor que he conocido tras muchos años de dar patadas por los campos de Castilla La Mancha.

El cara y cruz se dio, obviamente, en el barranco que es el lugar donde más juego dan las perdices, pero algo ocurrió porque no entraron las perdices esperadas.

Por la mañana vieron seteros en la finca. La Ley de Montes prohíbe coger setas en las fincas de caza. Sobre este tema se ha debatido mucho, sobre si se puede entrar o no a una finca a coger setas, pero la ley dice claramente que son propiedad del dueño de la finca. Hay que indicarlo con carteles que está prohibido coger setas y así esta puesto en los caminos que acceden a la finca. Además, es un peligro en un día de caza estar cazando y ver a una persona detrás de una mata cogiendo setas de cardo. Lo más fácil que puede ocurrir es que se lleve un tiro. No sería la primera vez que esto ocurre. Muchos de los accidentes de caza se producen precisamente por este tipo de imprudencias.

El barranco es el lugar ideal para hacer un ojeo. Los puestos están situados abajo y las perdices cogen gran altura. Además, el río que pasa pegado al barranco le da un atractivo muy especial al lugar. Y si importante es que haya perdices tan importante es el entorno en el que nos encontremos.

Me contaba un amigo mío también cazador que este año fue a una tirada de torcaz en los alrededores de Madrid. El sitio que le tocó estaba cerca de una naves industriales y de unos chalés. Me dijo que no volvería más a ese lugar.

Como secretario me acompaña Ángel, que a falta de perro para cobrar lleva una libreta donde va anotando con una cruz  y sobre un dibujo que muestra la figura de un cazador, el lugar donde van cayendo las perdices para que luego la recogida sea mucho más fácil y no se quede ninguna pieza muerta o malherida en el monte.

Yo erré alguna que otra perdiz en los dos  primeros puestos y me colgué una docena de perdices, con apenas una caja de cartuchos.

No se vieron tordos. Cuando entraron los ojeadores al monte a penas se movieron pájaros y eso que la finca reúne unas condiciones excelentes para el tordo. Si pillas la entrada ese día es fácil que te quedes sin cartuchos y con el hombro dolorido.

A mediodía  y como mandan los cánones cinegéticos se dio el taco en la casa. Hay que decir, que éramos muchos los que ansiábamos que llegaran las tortillas de patata que hace la madre de los Venera, Pepa y que son de las mejores que he probado en mi vida. Si es que te gustan poco hechas como es mi caso, claro. Si te gustan cuajaditas como que no.

Con ganas de apretar de nuevo el gatillo faltaban por darse los dos últimos ojeos del día.

Con ganas de que empezaran nos subimos a los coches.

El tercero, al menos, en mi caso fue un auténtico desastre. Sólo pude tirar a una perdiz, que erré y que por la velocidad a la que entró parecía de monte y me tuve que contentar con oír al resto de compañeros más alejados de mi postura disparar a las patirrojas. Hubo como es el caso de Ximo que lo acompañaba su novia Núria colgarse trece perdices. Aunque en su caso lo mejor estaba por llegar.

Las perdices se volvieron hacia atrás y sólo los puestos colocados en el centro de la vaguada pudieron disparar a las patirrojas.

Los animales tienen sus querencias y eso no lo cambia ni los mejores ojeadores del mundo. Si, además, el aire no te es propicio poco puedes hacer porque a las perdices no les gusta volar contra aire o con el aire en contra sino con el aire a favor, ya que el esfuerzo que tienen que hacer es menor.

Cogemos los coches y nos vamos al que sería el último ojeo del día. También en la finca La Carolina.

A mí me toca semipunta y a mi lado Ximo.

Se empieza a oír a lo lejos los voceríos de los ojeadores y comienzan a entrar las primeras barras de perdices.  Para los que tiran con repetidora no hay problema, pero los que andamos pertrechados con paralelas lo tenemos más complicado porque es pegar los dos tiros y empezar a pasarte perdices por la cabeza sin que te dé tiempo de cargar.

Sin duda, fue el mejor puesto de los cuatro. Yo anduve fallón y podía haberme colgado cuatro o cinco perdices más. El que estuvo muy certero con triplete incluido fue mi compañero de puesto Ximo que bajó 22 perdices, algunas muy largas, mientras que  yo me tuve que contentar con la mitad.

No está tampoco nada mal. Ojalá todos los días nos pudiéramos colgar 22 perdices. No creen?.

 

 

sábado, 12 de octubre de 2013

Se abrió la veda


Como este año he decidido no cazar en Fontanars porque no hay caza, la misma decisión tomé el año pasado y me temo que si no ponen remedio haré lo mismo el año siguiente, hablé con Fran esta semana para ir a Ossa de Montiel.
 El viaje hasta Ossa de Montiel ha sido bastante incómodo por la densa niebla que ha habido durante todo el trayecto.  No se ha levantado hasta después de Munera. O sea, casi todo el camino.

Había quedado en verme con Fran en el Hotel La Paz. Allí se hospedaban otros dos cazadores con los que hoy iba a compartir jornada cinegética. Juan Mari y Koldo, padre e hijo, vienen desde el País Vasco, concretamente desde el bello municipio de Deba, para tirar a las patirrojas. Muchos kilómetros los que han recorrido para llegar hasta aquí. Eso es afición y lo demás son tonterías.

A las 9,30 ya estábamos en el monte. El termómetro marca 8 grados. Nos acompaña Amador. Fran tenía otra cuadrilla que atender y no pudo venir con nosotros.

El cazadero en esta ocasión: La finca La Carolina. Hay perdiz soltada, pero también de monte. En el último ojeo que se hizo en esta finca el pasado sábado se abatieron más de un centenar de perdices salvajes.

Amador que conoce la finca coge el linde. Pegado a él, Koldo. A continuación Juan Mari y yo por bajo.

Al poco de salir arranca un bando de perdices que se encontraba en un rastrojo. Por la distancia a la que salieron, yo diría que eran salvajes. No dieron ninguna opción. Trato de indicarle a Juan Mari hacia dónde se han tirado las perdices, pero no me oye. Seguimos la mano.

 
 os perros que llevan Koldo y Juan Mari, un bretón y un drahthaar, molestaban más que otra cosa, a ellos más que a nadie porque andan muy largos y espantan la caza. Los perros tienen que cazar a la mano.

A la hora y medio de estar en el monte llamo a Fran para decirle que me voy a casa. Fran me propone ir a Peñadorada. No lo pienso dos veces.

De camino al coche veo un conejo pegado a la boca de un majano. Pruebo fortuna y no yerro el tiro.

A los pocos minutos de abatir el rabudo, arranca de la orilla de un rastrojo una perdiz. Disparo y la abato.  En pocos minutos había conseguido lo que no había hecho en hora y media

Pasaban de las once cuando llegué a Peñadorada.

Al poco de entrar me encuentro con un bando de perdices. Fran me dejó ir a Peñadorada con la condición de cazar sólo en la nava.

Las observo, pero no bajo del coche. Conté de 14 a 16. Un bando muy hermoso.

Me dirijo  hacia la nava con la intención de poder tirar a algún pato, aunque la hora no era la más propicia porque a esa hora lo normal es que estén fuera de la laguna comiendo. Lo ideal es cazarlos cuando se hace de día o a poca noche cuando entran a dormir.

Conforme me voy acercando hacia el centro de la laguna salen en estampida medio centenar de ánades, que es todo lo que vi. Aunque es muy probable que hubiera alguno más dentro de la laguna, porque hay mucho junco y muchas cañas y los patos se encuentran muy guarecidos y pertrechados lejos de las alimañas, sobre todo, águilas que abundan en el marjal.

Como no había opción de poder tirar a los patos, decidí irme al conejo y es lo que hice.

Como tampoco había mucho tiempo porque ya era mediodía había que ir sobre seguro. El coto tiene varias zonas muy buenas para el conejo. Hay rodales mejores y peores, incluso donde abundan los conejos.

Empecé por cazar lo más próximo a la nava, sin tocar nada de monte, tal como le había prometido a Fran.

Del linde con la finca Navalcaballo arranca una perdiz que consigo abatir de un certero disparo. Era una perdiz del terreno. Un macho precioso con dos espolones.

Llevaba un par de conejos en el morral cuando decido irme a probar suerte a otra parte del coto. En concreto, a una loma que siempre me ha gustado especialmente y donde las perdices cuando cazamos en mano suelen dejarse caer.

Y acerté de pleno. Había errado tres conejos seguidos, dos de ellos de muestra a Sénia y ahora tenía la última oportunidad para quitarme esa espinita.

En poco más de diez minutos que es lo que estuve cazando en la loma abatí seis conejos.

Después de darle la vuelta varias veces, de dentro de un romero se levanta una perdiz que consigo derribar y que hago una bola de plumas, pero cuando ya tenía la escopeta abierta arranca otra, que estrepitosamente fallo. Podía haber hecho un doblete, pero me tuve que contentar con la primera perdiz. Erré el tiro por bajo. Pude ver el taco por debajo de las patas. Normalmente con esta escopeta me voy por bajo. Es probable que esté algo curvada.

Sénia estuvo como siempre magistral en el cobro, y en la muestra a los conejos, pero me temo que no me va a acompañar muchas más veces. Cojea bastante por los problemas de cadera que arrastra. Mientras escribo estas líneas la tengo a mi lado tumbada y le cuesta levantarse.

El balance para ser el primer día no podía haber sido mejor: 3 perdices y nueve conejos con 26 disparos. Y perdices de las de verdad!. Nada de bote.

 

miércoles, 2 de octubre de 2013

Ya hemos empezado la temporada cinegética



La apertura de los cotos de caza intensiva en Castilla La Mancha se ha adelantado este año al día 1 de octubre mientras que la veda se abrirá el día 8 en el resto de cotos de la comunidad manchega.

Como no podíamos esperarnos hasta ese día porque somos unos impacientes y más en cuestiones cinegéticas, mis amigos Pepe Sala y Pepe Tortosa decidimos comenzar la temporada en el coto La Almagra que se ha quedado este año Moisés Navarro, ampliando a cinco el número de cotos que gestiona junto con Isidro Lillo.

El coto está emplazado en Corralrubio en la provincia de Albacete y cuenta con casi dos mil hectáreas de terreno entre monte bajo y cereal.  La finca cuenta con una laguna estupenda para la tirada de patos.

La orografía del terreno es ideal para la práctica cinegética. Esparteras, chaparros y carrascas pueblan los montes de esta magnífica finca albaceteña.

Cacerías Fontalbres gestiona., además, otras fincas en la provincia de Albacete y Ciudad Real como El Bachiller, Casas de Juan Núñez, Albadalejo o El Rincón del Moro. Todas ellas con una buena densidad de perdices, conejos y liebres.

Moisés, además, se dedica al adiestramiento de perros para caza. Básicamente pointer, pero también otras razas.

Pasaban de las diez de la mañana cuando nos echamos al monte.

Nos acompañan los guardas de la finca Ángel y Miguel Ángel, que conocen bien el terreno y las querencias de las perdices.


A pesar de que ya ha comenzado el otoño, el calor era sofocante. La perdiz con tanto calor se aplasta y si no la sacan los perros puedes pasar por delante de ellas que ni se inmutan y más esta clase de perdiz criada en cautividad. Las patirrojas buscan las sombras y las orillas de los campos.

Los perros en su primer día de cacería terminaron agotados y menos mal ,que pudieron beber en alguna de las charcas con las que cuenta la finca porque sino en un golpe de calor se te puede morir uno.

Me desvelé de madrugada por los nervios de la cacería y eso me pasó factura porque anduve fallón y lento. Erré tres perdices de los pies y me colgué otras tres.

Sénia como siempre estuvo fantástica, a pesar de la lesión de cadera que padece y cobró, además, otras dos perdices, una de ellas de ala a dos compañeros de la cuadrilla.

Sala que empezó la mañana muy desmotivado terminó colgándose siete perdices. La gesta la hizo casi cuando ya nos íbamos hacia los coches. Lo que no consiguió en cerca de cuatro horas  lo hizo en poco más de treinta minutos. Y es la caza como el fútbol, es así. Tortosa, por su parte, se colgó otras tres.

Hace aproximadamente dos semanas que Moisés soltó en la finca cerca de mil perdices.  De esta manera la perdiz se va aclimatando al terreno. Vimos pocas perdices, la verdad, pero yo prefiero que escaseen y sean de calidad, que salir a cazarlas y tener la impresión de que estás dentro de una granja. El día tampoco fue propicio para ver caza, teniendo en cuenta el calor que hizo durante toda la mañana.

Lo mejor del día fue sin duda la atención  que nos dispensó Moisés. Hemos quedado en volver dentro de dos semanas, pero en esta ocasión será a otra de las fincas que Moisés e Isidro gestionan en Chinchilla. Allí iremos y se lo contaremos en estas páginas.