sábado, 12 de octubre de 2013

Se abrió la veda


Como este año he decidido no cazar en Fontanars porque no hay caza, la misma decisión tomé el año pasado y me temo que si no ponen remedio haré lo mismo el año siguiente, hablé con Fran esta semana para ir a Ossa de Montiel.
 El viaje hasta Ossa de Montiel ha sido bastante incómodo por la densa niebla que ha habido durante todo el trayecto.  No se ha levantado hasta después de Munera. O sea, casi todo el camino.

Había quedado en verme con Fran en el Hotel La Paz. Allí se hospedaban otros dos cazadores con los que hoy iba a compartir jornada cinegética. Juan Mari y Koldo, padre e hijo, vienen desde el País Vasco, concretamente desde el bello municipio de Deba, para tirar a las patirrojas. Muchos kilómetros los que han recorrido para llegar hasta aquí. Eso es afición y lo demás son tonterías.

A las 9,30 ya estábamos en el monte. El termómetro marca 8 grados. Nos acompaña Amador. Fran tenía otra cuadrilla que atender y no pudo venir con nosotros.

El cazadero en esta ocasión: La finca La Carolina. Hay perdiz soltada, pero también de monte. En el último ojeo que se hizo en esta finca el pasado sábado se abatieron más de un centenar de perdices salvajes.

Amador que conoce la finca coge el linde. Pegado a él, Koldo. A continuación Juan Mari y yo por bajo.

Al poco de salir arranca un bando de perdices que se encontraba en un rastrojo. Por la distancia a la que salieron, yo diría que eran salvajes. No dieron ninguna opción. Trato de indicarle a Juan Mari hacia dónde se han tirado las perdices, pero no me oye. Seguimos la mano.

 
 os perros que llevan Koldo y Juan Mari, un bretón y un drahthaar, molestaban más que otra cosa, a ellos más que a nadie porque andan muy largos y espantan la caza. Los perros tienen que cazar a la mano.

A la hora y medio de estar en el monte llamo a Fran para decirle que me voy a casa. Fran me propone ir a Peñadorada. No lo pienso dos veces.

De camino al coche veo un conejo pegado a la boca de un majano. Pruebo fortuna y no yerro el tiro.

A los pocos minutos de abatir el rabudo, arranca de la orilla de un rastrojo una perdiz. Disparo y la abato.  En pocos minutos había conseguido lo que no había hecho en hora y media

Pasaban de las once cuando llegué a Peñadorada.

Al poco de entrar me encuentro con un bando de perdices. Fran me dejó ir a Peñadorada con la condición de cazar sólo en la nava.

Las observo, pero no bajo del coche. Conté de 14 a 16. Un bando muy hermoso.

Me dirijo  hacia la nava con la intención de poder tirar a algún pato, aunque la hora no era la más propicia porque a esa hora lo normal es que estén fuera de la laguna comiendo. Lo ideal es cazarlos cuando se hace de día o a poca noche cuando entran a dormir.

Conforme me voy acercando hacia el centro de la laguna salen en estampida medio centenar de ánades, que es todo lo que vi. Aunque es muy probable que hubiera alguno más dentro de la laguna, porque hay mucho junco y muchas cañas y los patos se encuentran muy guarecidos y pertrechados lejos de las alimañas, sobre todo, águilas que abundan en el marjal.

Como no había opción de poder tirar a los patos, decidí irme al conejo y es lo que hice.

Como tampoco había mucho tiempo porque ya era mediodía había que ir sobre seguro. El coto tiene varias zonas muy buenas para el conejo. Hay rodales mejores y peores, incluso donde abundan los conejos.

Empecé por cazar lo más próximo a la nava, sin tocar nada de monte, tal como le había prometido a Fran.

Del linde con la finca Navalcaballo arranca una perdiz que consigo abatir de un certero disparo. Era una perdiz del terreno. Un macho precioso con dos espolones.

Llevaba un par de conejos en el morral cuando decido irme a probar suerte a otra parte del coto. En concreto, a una loma que siempre me ha gustado especialmente y donde las perdices cuando cazamos en mano suelen dejarse caer.

Y acerté de pleno. Había errado tres conejos seguidos, dos de ellos de muestra a Sénia y ahora tenía la última oportunidad para quitarme esa espinita.

En poco más de diez minutos que es lo que estuve cazando en la loma abatí seis conejos.

Después de darle la vuelta varias veces, de dentro de un romero se levanta una perdiz que consigo derribar y que hago una bola de plumas, pero cuando ya tenía la escopeta abierta arranca otra, que estrepitosamente fallo. Podía haber hecho un doblete, pero me tuve que contentar con la primera perdiz. Erré el tiro por bajo. Pude ver el taco por debajo de las patas. Normalmente con esta escopeta me voy por bajo. Es probable que esté algo curvada.

Sénia estuvo como siempre magistral en el cobro, y en la muestra a los conejos, pero me temo que no me va a acompañar muchas más veces. Cojea bastante por los problemas de cadera que arrastra. Mientras escribo estas líneas la tengo a mi lado tumbada y le cuesta levantarse.

El balance para ser el primer día no podía haber sido mejor: 3 perdices y nueve conejos con 26 disparos. Y perdices de las de verdad!. Nada de bote.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario