En relación con
el reportaje firmado por la periodista de El
País Antonia Laborde, titulado
"El cazador se hace viejo", publicado en la edición de hoy lunes,
quisiera hacer una pequeña reflexión, a
propósito de las declaraciones de Theo
Oberhube, coordinador de Ecologistas en Acción, cuando afirma que la caza
se está muriendo "por sí sola" y se refiere a unas estadísticas del
CIS del año 95 para defender su tesis en contra de la caza, que por lo que se
dice en el texto estaría muy igualada en porcentajes entre defensores y
detractores de la caza: 42% a favor y 43% en contra.
Podríamos hacer
otra encuesta, a ver si los españoles
queremos organizaciones ecologistas o no o si deben financiarse con dinero
público o con las aportaciones exclusivamente de sus socios.
Más adelante el
señor Oberhube afirma que "Los
jóvenes tienen otras aficiones menos violentas y les importa más el medio
ambiente".
Los más
preocupados por el medio ambiente somos los propios cazadores. Si hay caza en
España es, precisamente, por los cazadores y no por las organizaciones
ecologistas, que sólo hacen que poner trabas a una actividad, absolutamente,
legal, ancestral y necesaria como es la caza y demonizar a los cazadores.
Llevo muchos
años cazando y nunca les he visto en el monte poniendo bebederos, comederos o
sembrando trochas para la caza.
Por desgracia en
la caza se producen accidentes, alguno
de ellos con resultados fatídicos. Hace unos días moría un cazador por un
disparo fortuito de un compañero durante una batida de jabalíes y las redes
sociales se inundaron de macabros mensajes, celebrando la muerte del cazador.
Lo mismo ocurrió con Víctor Barrio cuando un toro le quitó
la vida en el ruedo o con el niño que padece un cáncer y su ilusión es ser
torero y le hicieron una corrida benéfica en Valencia para recaudar fondos.
También al pequeño Adrián le
desearon la muerte. Afortunadamente, la justicia está investigando estos aberrantes
mensajes y sus autores serán juzgados por incitación al odio.
La caza está más
viva que nunca, mal que les pese a los ecologistas. Las cifras económicas que
mueve la actividad cinegética en España, así lo corroboran. Según datos de
Fedenca de 2012, la caza genera en España más de 3.600 millones de euros de
riqueza, un 0,34% del PIB. Así que muy muerta parece que no está.
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