Ahora que la
siembra no levanta un palmo del suelo y está empezando a brotar, a pesar de la sequía y las
perdices están emparejándose es el mejor momento para poder verlas y saber más
o menos, si la puesta va bien y la primavera acompaña, la densidad de perdices
que tendremos en nuestros cotos.
Yo que he estado
está semana labrando la viña y dentro de la zona de reserva no he visto ni una
sola patirroja. Sólo he podido ver una liebre pequeña dentro de la espaldera,
que arrancó al pasar cerca de la cama donde se encontraba echada.
Las razones de
que no haya perdices son innumerables y viene a confirmar un estudio reciente
que alertaba de que varias especies de caza menor entre ellas la perdiz, pero
también la codorniz o la tórtola están o podrían estar en poco tiempo en
peligro de extinción. Así de crudo como lo oyen.
Los hay que
abogan por prohibir la caza, lo cual, no resolvería en modo alguno el problema,
al menos desde mi punto de vista, postura que defienden los grupos ecologistas,
pero desde luego, sí que hay que tomar medidas para que la perdiz vuelva a
poblar nuestros montes y campos como antaño.
Para que esto
ocurra es necesaria una buena gestión cinegética. De lo que hagamos nueve meses
antes de que se abra la veda va a depender, que luego podamos disparar a las
patirrojas o no.
En primer lugar,
el control de las alimañas es fundamental. Donde abundan zorros, urracas o
jabalíes es muy difícil por no decir imposible que haya caza. Hay medios
legales y permisos especiales para su captura.
Otro aspecto
importante a considerar son los productos fitosanitarios que echamos en el
campo para combatir plagas como el mildiu, la negrilla en viñedos o frutales.
Debemos ser muy respetuosos con el medio ambiente y ser conscientes de que lo
que tiramos al campo no es nocivo.
En este sentido,
la lista de productos prohibidos es muy amplia.
Una buena
gestión cinegética consiste en poner comederos en todo el coto. Hay quien, sin
embargo, es reacio a colocar bebederos porque consideran que el agua transmite
muchas enfermedades y la perdiz no es un animal que precise de demasiada agua,
siendo suficiente la que pueda encontrar por las mañanas con el rocío.
Tomás Martínez, el gestor de Casa
Emilia, un excelente coto de caza intensiva en El Bonillo tiene repartidos en
sus más de mil hectáreas decenas de comederos, pero no encontraremos ni un solo
bebedero en sus campos manchegos, precisamente, por la razón que apuntaba más arriba.
Y un punto
importante, si queremos conservar la perdiz salvaje es no echar perdices de
granja, a no ser que queramos convertir nuestro coto en un coto de caza
intensivo.
La perdiz de
granja o de bote como la llaman algunos transmite muchas enfermedades y termina
por aniquilar a la perdiz salvaje, además, de atraer a alimañas a nuestros
cotos, pues son una presa fácil.
La climatología
es otro factor del cual va a depender que sea un buen año o malo de perdices.
Las sequías o las olas de calor que hemos padecido en los últimos años como consecuencia del calentamiento global tampoco
ayudan a que la perdiz procree.
Y, por último,
creo que entre todos hemos acabado con el hábitat natural de la perdiz salvaje.
La agricultura
intensiva, la mecanización del campo, los campos de espaldera, nos han traído
muchos beneficios a los agricultores, pero ha sido contraproducente para la
perdiz.
Tomemos
consciencia, los cazadores los primeros y adoptemos medidas antes de que sea
demasiado tarde. Y, por favor, no me tomen por agorero.