Este sábado
pasado hablando con un amigo que, además, pertenece a la federación española de
caza me echó en cara- con buenas palabras- que yo defiendo que no se abra la
veda para la perdiz porque- en su opinión- puedo permitirme cazar en otros
cotos mientras que otras personas no se lo pueden permitir.
Este argumento
peregrino esconde no querer reconocer lo que es un evidencia: abrir el 8 de
octubre es condenar a la perdiz a su desaparición. Se mire como se mire.
Dice y en esto
no le falta razón, que como consecuencia de la crisis, primero y porque el
relevo generacional en la caza no está garantizado, cada vez son más las
personas que por las razones enumeradas no renuevan el talón de caza y se dan
de baja.
Según mi amigo,
para atraer nuevos socios y para que salir de caza sea un divertimento, la
solución pasa por la repoblación con perdices de granja. Yo no digo que no se
haga, pero si se hace que sea de una manera equilibrada porque de lo contrario
acabaremos con la perdiz salvaje y convertiremos nuestros cotos en granjas
cinegéticas.
Si queremos que
haya perdices tendremos que empezar por hacer una buena gestión en nuestros
cotos de caza y esto se consigue muchas veces dejando de cazar. Esto lo entiende cualquier cazador que no sea
un matarife. Me explico.
Las sociedades
de cazadores, yo pertenezco a una de ellas, dictan una serie de normas al
principio de la campaña que son de obligado cumplimiento para todos los
cazadores. Estas normas hace mucho tiempo que no se revisan y pasan de
temporada en temporada ,sin apenas cambios, salvo las fechas que varían de un
año a otro.
Voy a citar
varios ejemplos para que todos ustedes entiendan a lo que me refiero.
Horario: De 8 a 14 horas. Desde hace mucho años se caza
desde que amanece hasta las dos del medio día. En mi opinión, habría que
reducir drásticamente las horas de caza.
Munición: Tres
tiros. En muchos cotos se ha suprimido el tercer tiro, dejándolo únicamente en
dos. De esta manera, das más opciones al animal y no se hiere tanta caza, que
después no se cobra y muere.
Capturas: Cupo de dos o tres perdices, según cotos.
Seamos sinceros. Los cupos no los respeta nadie. Es más efectivo incidir en las
dos medidas anteriores, que limitar el número de capturas.
Reservas de
caza: El plan cinegético obliga a dejar unas zonas como reservas de caza. En mi
modesta opinión son insuficientes y deberían variar de un año a otro y no ser
siempre las mismas zonas de reserva.
Cuadrillas: El
número de cuadrillas y de perros por cazador está limitado. No obstante,
prohibiría el uso de móviles y de cualquier otro medio que permita localizar
bandos de perdices sino es la caza en mano de toda la vida. Reduciría tanto el
número de perros como de cuadrillas, de tal manera que no se batan amplias
zonas de terreno.
Periodos hábiles
de caza: Domingos y festivos. Huelga decir que suprimiría días de caza y por
supuesto, no haciendo coincidir festivos con puentes en los que se ha cazado en
ambos días.
Sanciones y
guardería: Hay una serie de sanciones que van desde graves hasta muy graves,
según la comisión del delito; como cazar en días de nieve, hacer humo en las
madrigueras o cazar al ojeo, que en el mejor de los casos se resuelven con la
retirada del talón de caza.
En fin, estas y
otras medidas son meras sugerencias hechas con un ánimo constructivo a fin de
salvaguardar nuestra especie cinegética por antonomasia: la perdiz salvaje.
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