sábado, 11 de junio de 2022
El cazador
Este pasado viernes el programa Equipo de Investigación de la Sexta ofreció un reportaje titulado: “El Cazador”.
El empresario ya fallecido Ros Casares ha sido noticia estos días por poseer un pabellón de caza con más de mil ejemplares de animales disecados. Hay animales de todos los continentes y de todas las especies: elefantes, rinocerontes, tigres, hipopótamos, búfalos, leones, leopardos, cocodrilos, osos,…
Todos los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia y titularon a cinco columnas el hallazgo, que algunos tildaron como el museo del horror.
La investigación por parte de la Guardia Civil se ha iniciado a partir de un chivatazo.
Ros Casares, hijo, podría ser condenado hasta cinco años de cárcel por un delito de contrabando y otro delito contra la fauna y la flora, si no justifica la documentación de todos estos animales, algunos protegidos y otros en peligro de extinción. Pero que lo estén ahora no significa que lo estuvieran cuando fueron abatidos. Muchas especies, como puede ser el rinoceronte blanco que actualmente está en peligro de extinción no lo estaban hace unos años. La mayoría de los animales fueron cazados entre los años 1970 y 1980. En España tenemos ejemplos con la avutarda o el urogallo, incluso con las rapaces, cuya caza estaba permitida hace unos años y hoy está absolutamente perseguida.
Es difícil suponer que todos estos animales entraran por la aduana, sin el permiso correspondiente, saltándose todos los controles y, sobre todo, que en el país de origen se permitiera abatir cualquiera de estos animales porque está todo muy controlado y regulado por las autoridades del país.
No se está juzgando a Ros Casares por el número de animales abatidos en safaris, lo cual es absolutamente legal aunque a algunos les pueda escandalizar.
El dinero que se haya gastado el señor Ros Casares en safaris por todo el mundo es algo por lo que no debe rendir cuentas a nadie, pese a la insistencia de la periodista del programa por saber cuánto dinero se había gastado en cacerías. El señor Ros Casares no es un cargo público al que le haya que pedir cuentas. No es el rey emérito a quien la justicia le está investigando ahora por sus cacerías y quién se las pagó.
Mucha gente se ha escandalizado por el número de animales abatidos, pero la caza es una actividad legal. Repito no se está juzgando a Ros Casares, en este caso a su hijo, por los animales abatidos. Que haya habido contrabando o no es algo que tendrán que demostrar a través de todos los permisos, aunque entiendo que puede ser complicado encontrar toda esa documentación teniendo en cuenta que han pasado ya algunos años, más de 50 en algunos casos y, sobre todo, porque Ros Casares ya ha fallecido.
En África no es ilegal matar elefantes ni leones ni cocodrilos. De hecho, gracias a la caza sobreviven muchas especies. La caza es la primera actividad económica en muchos de estos países. La superpoblación de elefantes en Namibia, Botsuana, Kenia o Sudáfrica obliga a sacrificar todos los años a cientos de paquidermos porque no hay suficiente alimento por el elevado número de ejemplares. Y nadie se escandaliza por ello.
Donde habría que poner el foco de todas las investigaciones y de todas las denuncias no es en la caza legal que ya está suficientemente regulada y donde se abaten las piezas que tocan y ni una más, sino en el furtivismo y en la caza ilegal que mueve más dinero que el tráfico de drogas o de armas y donde todos los años se cometen verdaderas matanzas de animales como ocurre con los elefantes y los rinocerontes para traficar con el bien más preciado: el marfil.
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