Lanzo la
pregunta y que cada cual saque sus propias conclusiones que ya somos todos
mayorcitos para dilucidar por nosotros mismos.
Este sábado fui
a recoger el talón de caza al local que la sociedad de cazadores L'Alfori tiene
para celebrar asambleas y otros menesteres. No sé si lo tiene arrendado al
Ayuntamiento o este lo cede gratuitamente.
En cualquier
caso, el talón ya está en mi poder. En este caso, debería decir talones porque
me corresponden tres por el hecho de ceder los terrenos de la finca a la
sociedad de cazadores para la práctica cinegética.
La sociedad a
cambio de esa cesión que yo hago para que puedan cazar en mis tierras los
socios me concede una serie de talones en función de la extensión de la finca.
Yo siempre he
tenido muy claro que quiero ceder esos terrenos a la sociedad para que cacen en
ellos los cazadores de Fontanars entre los que me encuentro.
En su momento se
me ofreció la posibilidad de ceder la finca a un coto privado, pero me negué en
rotundo a ello.
Tengo buenos
amigos cazadores en Fontanars, entre ellos Amadeo
y Eduardo Ferrándiz, que además de amigos son unos excelentes cazadores y
siempre que puedo salgo con ellos a cazar porque realmente es un gustazo y
siempre se aprende algo.
Nada que ver con
otras cuadrillas con las que también he cazado. Aunque realmente debería decir
que he sufrido.
La caza no es
sólo salir al monte a ver quién de todos abate más piezas como si aquello fuera
un tiro al blanco.
La caza es mucho
más que eso. La caza es compañerismo. La caza es compartir y sobre todo, la
caza es disfrutar de la naturaleza en buen ambiente.
El año pasado y
debido a la extrema sequía la perdiz no crío bien. Esto no sólo ocurrió en
Fontanars sino que me consta que fue generalizado en toda España.
Ya en estas
mismas páginas y si echan mano de la hemeroteca lo podrán comprobar fehacientemente
dije que no debería cazarse la perdiz.
Aquello causó
cierto revuelo entre los cazadores. Unos
me dijeron que yo decía eso porque me podía pagar un coto privado, pero ellos
sólo tenían Fontanars para poder cazar y no podían costearse ningún otro coto.
Comprendo que es
difícil contentar a todos. Por un lado, están los conejeros, que no quieren
saber nada de la perdiz y por otro, los que tiramos a perdices o conejos, según
se tercie.
Si dices de no
cazar, los conejeros se te echan encima. Tienen un montón de perros criándolos
durante todo el año y lo que desean es salir con ellos al monte y echar
carreras.
No sé en otras
zonas de Fontanars como estará el asunto, pero yo llevo toda la semana en el
campo y a las patirrojas no las he visto ni por asomo. Por no mentirles les
diré que he visto una madre con un pollo que ya volaba.
En los barbechos
y viñas que he estado labrando sólo he visto una liebre y un par de conejos.
Pero, claro, que
esperamos que haya, si el año pasado no había nada y a pesar de ello se levantó
la veda y no solo eso sino que se cazó hasta la víspera de reyes!. Un auténtico
dislate.
Que haya caza o
no depende de nosotros, los cazadores.
Todo ha ido en
contra de la caza: los fertilizantes y plaguicidas que tiramos los agricultores
en el campo, las alimañas, la perdiz de bote que transmite enfermedades, la
agricultura intensiva y también nosotros los cazadores tenemos la culpa de
haber llegado hasta aquí, sin hacer nada para remediarlo. Algo de autocrítica
no nos vendría nada mal. Y yo soy el primero en reconocerlo.
El próximo mes
de agosto se abrirá la media veda y luego en octubre la veda general . Muchos
saldréis a cazar, pero pensadlo dos veces antes de apretar el gatillo.
Se necesitan
varios años para que la perdiz se recupere. En otros cotos de caza que estaban
tan yernos de patirrojas como el de Fontanars se ha dejado de cazar la perdiz y
se ha recuperado a través de una buena gestión.
Yo no salí a
cazar en Fontanars el año pasado ni un solo día y mucho me temo que este año
haré lo mismo. Ustedes hagan lo que crean oportuno.
Pero me gustaría
que Fontanars algún día volviera a ser lo que fue antaño. Un lugar no sólo
donde se hace buen vino si no también un lugar donde poder salir a cazar y
echarse un par de perdices al zurrón.