miércoles, 11 de septiembre de 2013

Otro día aciago en el torcaz




Pensaba como dice el refrán que a la tercera va la vencida, pero no fue así. Lo mejor de este vieja fue, sin duda, reencontrarme con mi buen amigo Ramón Ferrero, a quien le debo mi pasión por la caza.

Ramón, algo ya más repuesto de un ictus que sufrió hace un par de años, acudió acompañado de su hijo Genaro, que no lo deja ni a sol ni a sombra y menos cuando se trata de cazar.

Yo no les esperaba porque era un día laborable, y Genaro trabaja de responsable en un supermercado, pero como les digo fue una grata sorpresa ver de nuevo a mi buen amigo y excelente cazador, Ramón Ferrero.

Esta vez Fran optó por ponernos en un campo de rastrojos, en la finca La Carolina, donde el domingo vio algo de torcaces.

Genaro y su amigo fueron a otra parte de la finca.

Ramón, Fran y yo estábamos colocados en el rastrojo. Fran a escasos metros de mí y Ramón más abajo. La idea era cubrir todo el perímetro para que en caso de que hubiera torcaces todos tirásemos y moviésemos las palomas.

Si importante es que haya torcaces, importante es igualmente cómo esté hecha la barraca y sobretodo la orientación que tenga la misma. Siempre que se pueda es conveniente hacerlas de espaldas al sol por razones obvias.

La barraca debe ser amplia para poder moverte con comodidad dentro de ella  y debe cubrirte lo suficiente para que las palomas no te vean, pero tú si verlas a ellas. He visto puestos en los que el cazador estaba tan camuflado que ni las palomas lo veían a él ni él a las palomas.

En mi caso no podía ser peor en ambos sentidos. Menos mal que iba provisto de unas gafas de sol. Tuve el sol dándome a los ojos hasta mitad mañana que ya estaba más alto.  Si hay paloma uno lo sobrelleva mejor, pero si no, además, de aburrido resulta molesto e incómodo.

A las dos horas de estar en la barraca probamos suerte en otra parte de la finca, Esta vez una charca, pero tampoco. Tire a uno y erré otro.

Como la ilusión es lo último que se pierde y las tardes suelen ser mejores que las mañanas nos quedamos a comer y pasadas las tres ya estábamos en los puestos, bueno ellos porque yo que soy poco paciente aguanté poco y me fui a la laguna a ver si por allí había algo más de torcaz. El sol apretaba y era más que probable que buscaran el agua natural de la laguna. Hay agua este año por toda Castilla La Mancha con lo cual los animales tienen mucho sitio donde elegir y la laguna no fue uno de ellos.

Ramón y Genaro se quedaron en el barranco.

En la laguna pude disfrutar otra vez de los patos, pero hasta finales de octubre no se les puede tirar porque la veda está cerrada. Así que habrá que esperar mejor ocasión.

Para acertar un buen día de torcaces tienes que hacer muchos viajes. Yo ya llevo tres y en los tres he errado. Quedan aún un par de viajes por hacer hasta el día 22 que se cierra la veda. A ver si tengo más suerte la próxima vez.

 


 

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