Hoy hemos cazado
en una finca que se llama El Bachiller, que está situada entre las poblaciones
albaceteñas de Bonete y Corral Rubio.
En los cotos de caza intensiva, como es el caso, la veda se cierra el próximo 28 de febrero. En
el resto de cotos de Castilla La Mancha, la veda se cerró el pasado día 8.
Hasta el día 28
sólo se puede cazar la perdiz, estando prohibido el resto de especies
cinegéticas de menor como el conejo o la liebre. En el caso del conejo salvo
permisos por daños.
La finca es muy
cómoda de cazar y abundan los chaparros, romeros y esparteras. En mi caso, que
estoy recién operado de una hernia, lo agradecí enormemente.
Tampoco en esta
ocasión me ha acompañado mi perrita Sénia, convaleciente como esta de su
dolencia de cadera.
Si insensato
resulta salir a cazar sin perro, en estos cotos, donde te sueltan la perdiz el
mismo día, lo es aún más.
La perdiz apeona
y le cuesta volar, a no ser que se sienta presionada por el perro, prefiere
escurrirse entre las matas.
Un buen perro
que marque la muestra es fundamental para pasar un buen rato. De lo contrario,
lo normal es que no des con las patirrojas y te aburras como una ostra.
A falta de perro, me pegué a mi buen amigo Pepe Sala que lleva una estupenda braca
de nombre Laica, que lo hace francamente bien, tanto en el cobro como en la
muestra. Es una perra dócil, cariñosa y obediente, que caza a la mano, sin
necesidad de estar fustigándola con el collar de castigo ni tampoco hay que
andar llamándola hasta la extenuación.
Las perdices
recién soltadas, como era el caso, apeonan para quitarse el estrés de haber
permanecido en la caja durante tanto tiempo.
Cuando las
sueltan no saben dónde ir porque no conocen el terreno, tardan un tiempo en aclimatarse,
así que optan por apeonar.
Se llaman entre
ellas y al rato vuelven a juntarse.
Isidro Lillo que nos ha acompañado
durante esta cacería nos comentaba que el secreto para que la perdiz críe es
que sea de la primera puesta.
Lillo no es
partidario de poner bebederos en la finca porque, según él, el agua es un foco
de transmisión de enfermedades. No es el primero al que le he escuchado decir
algo así. Y algo de razón tienen.
La perdiz debe
de beber del rocío de la mañana y de las charcas de agua natural, exactamente
igual que hace la perdiz salvaje. Es la única forma de que se adapte al medio.
En cuanto a la
comida, aunque es bueno que haya comederos repartidos en varios puntos de la
finca, sobre todo, cuando la comida escasea es conveniente tirar trigo por los
caminos para que se enseñen a picar en tierra como hace la perdiz autóctona.
En cuanto a la
jornada cinegética propiamente dicha se abatieron algo más de la mitad de las
perdices que se soltaron y quien suscribe estas líneas se colgó ocho en el zurrón.
He aprovechado
el día para probar munición nueva. Un cartucho remington de 32 gramos de séptima
que me ha gustado especialmente por dos motivos: uno por su rapidez y plomeo en
distancias cortas y largas y en segundo
lugar porque es un cartucho que no es nada pegón y eso los que utilizamos
paralelas lo agradecemos mucho.
A falta de
buenas perdices, el día se completó, con unos buenos gazpachos manchegos y unas
excelentes alubias, que se comió un servidor
en el restaurante Valencia de Almansa en compañía de dos buenos amigos y
cazadores como son Pepe Sala y Pepe Tortosa.
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