sábado, 21 de junio de 2014

Cuidemos la caza o acabaremos con ella


Llevamos varios años sin perdices en el acotado de Fontanars  y a pesar de ello se ha seguido cazando. No voy a repetir ahora lo que he dicho tantas veces para no ser reiterativo y cansino.

 Resulta complicado poner de acuerdo a los cazadores en un asunto tan crucial. Cada uno tira para donde más le conviene, conejeros para un lado y perdiceros para otro, sin confluir ambos en un punto común y sin tener en cuenta, que si no respetamos la caza y hacemos una buena gestión cinegética en nuestros cotos, la caza tiene los días contados. Y no me refiero sólo a la perdiz, también a otras especies de caza menor que corren serio peligro como la tórtola o la codorniz en franco declive por capturas incontroladas.

La perdiz para que llegue a recuperarse en parajes donde ha sido literalmente esquilmada  como ocurre en Fontanars dels Alforins requiere de mucho tiempo y, por supuesto, dejar de acosarla y, por consiguiente, respetar la veda y no darle caza hasta que, paulatinamente, su población vaya recuperándose.

Para que esto ocurra deben de darse varios factores: En primer lugar, un buen  control de las alimañas. Es alarmante como ha crecido la población de zorros debido a la alta densidad de conejos. También de cernícalos. La perdiz  o mejor dicho sus polladas son presa fácil para estas rapaces.

En segundo lugar, recuperando hábitats tradicionales para la perdiz y estableciendo un control exhaustivo de los productos  fitosanitarios que tiramos en el campo, con poco control y que muchas veces son altamente contaminantes y perjudícales para la fauna silvestre.

Ahora todo son lamentaciones. Hablas con unos y con otros y todos coinciden en que este año no debería abrirse la veda. El año pasado también decían lo mismo. Sin embargo, llegado el momento cambian de opinión y el día de la junta deciden todo lo contrario, aunque desconozco lo que harán finalmente este año. Espero y confío que prevalezca el sentido común y opten por no abrirla, al menos, para la perdiz.

No me gustaría en un futuro verme en la tesitura de tener que explicarle a mis nietos como era una perdiz y tener que recurrir a los libros de texto para mostrársela.

El dilema en las sociedades de cazadores se plantea cuando se decide abrir para unas especies y no para otras. Todos quieren salir al campo con la escopeta debajo del brazo.

Los que son conejeros de verdad,  los podenqueros, difícilmente, tiran a las perdices. Van con sus rehalas de perros tras los rabudos haciendo carreras por doquier y disfrutan tanto cuando el perro los captura como cuando son blancos de las escopetas . También cuando el conejo ha sido más listo que ellos y logra zafarse de cazadores y perros. Sin embargo, a los que les gusta la pluma y el pelo son otro cantar.

Ponerse de acuerdo es complicado.

El cazador deber ser consciente  que para que haya caza hay que cuidarla y el mejor modo de hacerlo es muchas veces, a pesar nuestro, no saliendo a cazar. A no ser que queramos convertir nuestros cotos en granjas cinegéticas con perdices de bote.

 

 


 

 
 


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