Llevamos varios
años sin perdices en el acotado de Fontanars y a pesar de ello se ha seguido cazando. No
voy a repetir ahora lo que he dicho tantas veces para no ser reiterativo y
cansino.
Resulta complicado poner de acuerdo a los cazadores
en un asunto tan crucial. Cada uno tira para donde más le conviene, conejeros
para un lado y perdiceros para otro, sin confluir ambos en un punto común y sin
tener en cuenta, que si no respetamos la caza y hacemos una buena gestión
cinegética en nuestros cotos, la caza tiene los días contados. Y no me refiero
sólo a la perdiz, también a otras especies de caza menor que corren serio
peligro como la tórtola o la codorniz en franco declive por capturas incontroladas.
La perdiz para
que llegue a recuperarse en parajes donde ha sido literalmente esquilmada como ocurre en Fontanars dels Alforins requiere
de mucho tiempo y, por supuesto, dejar de acosarla y, por consiguiente, respetar
la veda y no darle caza hasta que, paulatinamente, su población vaya
recuperándose.
Para que esto
ocurra deben de darse varios factores: En primer lugar, un buen control de las alimañas. Es alarmante como ha
crecido la población de zorros debido a la alta densidad de conejos. También de
cernícalos. La perdiz o mejor dicho sus
polladas son presa fácil para estas rapaces.
En segundo
lugar, recuperando hábitats tradicionales para la perdiz y estableciendo un
control exhaustivo de los productos fitosanitarios
que tiramos en el campo, con poco control y que muchas veces son altamente
contaminantes y perjudícales para la fauna silvestre.
Ahora todo son
lamentaciones. Hablas con unos y con otros y todos coinciden en que este año no
debería abrirse la veda. El año pasado también decían lo mismo. Sin embargo,
llegado el momento cambian de opinión y el día de la junta deciden todo lo
contrario, aunque desconozco lo que harán finalmente este año. Espero y confío que
prevalezca el sentido común y opten por no abrirla, al menos, para la perdiz.
No me gustaría
en un futuro verme en la tesitura de tener que explicarle a mis nietos como era
una perdiz y tener que recurrir a los libros de texto para mostrársela.
El dilema en las
sociedades de cazadores se plantea cuando se decide abrir para unas especies y
no para otras. Todos quieren salir al campo con la escopeta debajo del brazo.
Los que son
conejeros de verdad, los podenqueros, difícilmente,
tiran a las perdices. Van con sus rehalas de perros tras los rabudos haciendo
carreras por doquier y disfrutan tanto cuando el perro los captura como cuando
son blancos de las escopetas . También cuando el conejo ha sido más listo que
ellos y logra zafarse de cazadores y perros. Sin embargo, a los que les gusta
la pluma y el pelo son otro cantar.
Ponerse de
acuerdo es complicado.
El cazador deber
ser consciente que para que haya caza
hay que cuidarla y el mejor modo de hacerlo es muchas veces, a pesar nuestro,
no saliendo a cazar. A no ser que queramos convertir nuestros cotos en granjas
cinegéticas con perdices de bote.
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