«La pena esk no se suicidara
antes la hija puta». «Que se pudra en el infierno y su desgraciada alma no encuentre nunca
el descanso, ella hizo de los bosques un infierno para que los animales que
mató ahora que el resto de su existencia sea un infierno para ella». «Os odio
hasta el punto de querer mataros uno a uno con mis manos». «Escoria de la
humanidad, borrachuzos asesinos, les cortaba yo la cabeza (…) Hago fiestas
cuando revienta una de estas mierdas (…) Ojalá
se suicidaran todos los malditos cazadores, asesinos, manada de enfermos mentales, hijos de
puta malparidos… matar y degollar a todos los cazadores».
Copio y pego tal cual fueron redactados y publicados estos mensajes en las
redes sociales. Esto es solo un somero resumen de la cantidad de barbaridades
que se escribieron, la mayoría bajo el anonimato, siempre cobarde, en las redes
sociales, nada más
conocerse la muerte de Mel Capitán,
una joven cazadora que falleció el pasado mes de julio. Los animalistas
aprovecharon este infortunio desenlace para cebarse con la víctima. Como lo
hicieron igualmente cuando murió el torero Víctor
Barrio o el pequeño Adrián.
Los hechos fueron denunciados por la
Real Federación Española de Caza que interpuso una denuncia en el juzgado por delito de injurias,
calumnias, odio y amenazas. Estos días se ha conocido la sentencia. Todos los
delitos han sido desestimados, bajo el paraguas de la libertad de expresión. No
ha habido ninguna condena y no cabe
recurso contra esta sentencia porque ya
se han agotado todas las vías legales.
Para las magistradas que han juzgado el
caso, la publicación de este cúmulo de insultos y amenazas no pueden
considerarse delito y lo circunscriben al ámbito de la libertad de expresión.
Entre otros muchos calificativos, no
consideran injurias llamar a los cazadores: "racistas, homófobos, escorias de la humanidad, manada de enfermos
mentales, hijos de puta malparidos". Tampoco en calificar de asesinos al colectivo cazadores
porque consideran que se trata de una "consideración
genérica". A juicio de las
magistradas, las amenazas que se vierten de forma reiterada en los tuits son "comentarios inofensivos "que no
generan una "repulsa social".
Pues menos mal que no generan una repulsa social. No sé en qué consiste exactamente
para su señorías una repulsa social. Desde luego, alegrarse de la muerte de un
ser humano no está amparado en ningún artículo y merece las mayores de las
repulsas.
Esta sentencia, que, obviamente, crea
jurisprudencia va a dar barra libre a los animalistas para que cada vez que se
produzca la muerte de un cazador, de un torero o de cualquier otra persona que
a ellos no les guste, viertan sobre él o su familiares toda clase de
improperios, insultos y amenazas con absoluta impunidad.
El derecho a la libertad de expresión
que consagra el artículo 20 de nuestra Constitución tiene unos límites, que en
este caso se han sobrepasado porque incitan al odio.
En Francia, donde existe también libertad
de expresión, mucho antes incluso que en España, los tribunales de justicia dictaron una
sentencia de cárcel contra un animalista por celebrar la muerte de una persona .
Vamos, igual que aquí, donde insultar y amenazar a cazadores no se considera
delito sino libertad de expresión.
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