domingo, 17 de mayo de 2020

Los cazadores catalanes dicen basta ya

Los cazadores catalanes se han plantado hartos de denuncias y no participarán en el control de plagas por daños a la agricultura mientras la administración no rectifique.
La nueva ley aprobada  con fecha 29 de abril por la Generalitat prevé sanciones de hasta 120.000 euros y un nuevo impuesto sobre las instalaciones que inciden en el medio ambiente como granjas cinegéticas. Medidas todas ellas que no han sido consensuadas con el colectivo de cazadores.
Entre estas sanciones está la obligación de poner chips a los hurones o la prohibición de colocar una parada de batida en un camino. Pasar con el arma cargada a menos de 25 metros de un camino lleva aparejada una sanción de 3.000 euros.
Molestos con la actitud de la Generalitat que por un lado les reconoce el trabajo que hacen en el control de poblaciones como jabalíes, corzos o conejos, mientras que, por otro lado, les imponen sanciones cada más elevadas.
Hartos de esta persecución administrativa, los cazadores no volverán al campo mientras no se resuelva esta situación.
Si los cazadores no salen al campo a controlar la excesiva población de algunas especies cinegéticas, los daños en la agricultura se van a disparar exponencialmente. Con la actividad cinegética paralizada por la pandemia durante estos meses de confinamiento ya se han constatado daños en algunos cultivos como frutales o vid.
El cazador es el único aliado que tiene el agricultor para salvar las siembras y las cosechas que la fauna salvaje destroza, ocasionando cuantiosos daños económicos en sus explotaciones agrícolas.
También es necesario un control de estas poblaciones por el número de accidentes de tráfico que ocasionan en la carretera, algunos con resultado de muerte.
Poner trabas a la labor de los cazadores mediante sanciones administrativas, absolutamente exageradas y desproporcionadas como es el caso, hace que muchos se lo piensen dos veces antes de salir al campo.






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