Acabo de
regresar de Peñadorada. Peñadorada es el nombre de un coto que está enclavado
en Ossa de Montiel. Para ser más exactos y para que no me corrija Baltasar, el
dueño de la finca, el nombre exacto es Peña Horadada, aunque todo el mundo lo
conoce por Peñadorada.
He salido esta madrugada para cazar
codornices. La veda se abrió el pasado jueves día 15, pero no será hasta el día
22 cuando se abra para la torcaz y la tórtola. Desde hace un par de años se ha
optado por esta medida, al menos en Castilla La Mancha, para evitar que haya
torcaces todavía con pollos en el nido y se malogren.
Pasadas las 5 he
parado en Almansa a tomar algo. Siempre que puedo me detengo en el mismo sitio.
El servicio es muy amable y tengo mucha amistad con uno de los camareros. Me ha
preparado un bocadillo de chorizo con queso que me ha sabido a gloria bendita cuando a mitad
mañana me lo he comido en el campo. Bueno, para ser más exactos hemos comido,
pues lo he compartido con Sénia, que se lo merecía.
Durante el
trayecto he encontrado algún banco de niebla y pocos vehículos. Se nota que aún
no se ha abierto la veda para el torcaz y la tórtola, que siempre atrae a más
cazadores que la codorniz.
Había quedado en
verme a las 7 en el bar de Ossa con Fran, el encargado de la finca.
Son fiestas en
Ossa de Montiel y pasadas las 7 al ver que no venía Fran que estaba de resacón
me fui directamente al coto.
Hacía más de un
año que no subía a Peñadorada a cazar. Estuve el año pasado, pero en un ojeo.
No había vuelto a cazar a palo mata desde entonces.
El año pasado
que se dieron un par de días buenos a la tórtola no fui. Contraté una cacería para
dos días de torcaz, que luego resultó ser uno, pues el segundo día ni
disparamos en un coto que está pegadito
a Albacete y que resultó una auténtica estafa.
Cuando llego al
coto, Sénia ya está deseando bajar del coche tras algo más de dos horas de
viaje. Yo también.
Estos viajes
cada vez se me hacen más largos y agotadores, sobre todo, al regresar.
A Sénia le han diagnosticado una displasia de cadera,
pero su afición a la caza puede más que esa dichosa displasia que la tortura y
la hace cojear. Ahora la tengo sentada a mis pies mientras escribo estas
líneas. No se separa de mí ni un momento atenta como parece a lo que escribo.
Nada más entrar
a la laguna me arranca de los pies un jabalí de 40 o 50 kilos. Sigo bordeando la laguna en busca de alguna
codorniz. El sonido de los patos es ensordecedor. Se les ve tranquilos dentro
del cañizo. Al haber tanta gente de
vacaciones en las lagunas de Ruidera todo el pato se concentra aquí, que está
más tranquilo. Cojo la cámara para grabar algunas imágenes y hacer algunas
fotos. Conforme avanzo por la laguna empiezan a salir collverds en todas
direcciones. Decido apartar la vista
para evitar la tentación.
Fran las había
oído cantar días atrás. No había habido ninguna tormenta últimamente, así que
habiendo agua en la laguna todo parecía indicar que pudiera haber alguna
codorniz. Sin embargo, habían recogido la paja de los campos. A las codornices
les gusta la paja, que les sirve de cobijo y protección frente al peligro de
las alimañas.
Mientras ando
por la laguna me detengo al ver heces de venado. Se lo comento después a Fran y
me dice que hay venados que se acuestan en la laguna buscando el fresco del
cañizo. En el coto que linda con Peñadorada, Navalcaballo, abatieron dos
medallas de oro la pasada temporada.
Yo, la verdad,
no di con las codornices tras dos horas de cacería. El calor empezaba a apretar
y no quería cansar mucho a Sénia en su primer día de salida al campo y más con
la lesión de cadera que padece.
Al completar la
primera vuelta decidí irme al coche y dar por concluido el día.
No disparé ni un
solo tiro en toda la mañana, pero créanme que valió la pena el viaje. Y se lo
dice un cazador al que le gusta mucho apretar el gatillo, pero también la
naturaleza y el entorno, que en el caso de Peñadorada es de los que no se
olvidan fácilmente. Reconozco mi fascinación por este enclave paradisíaco en
tierras castellano manchegas.
Tuve ocasión de
disparar a patos, conejos, torcaces y tórtolas, incluso al jabalí. Es más que
probable que cuando se abra la veda no tenga tantas ocasiones. Pero,
sinceramente, me da igual.
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