En el programa
de ayer domingo de "Salvados" que dirige y presenta el periodista
Jordi Évole se abordó el tema de los lobbies.
En un momento
determinado del programa, el periodista pregunta a la ex Ministra de Medio
Ambiente, Cristina Narbona, de qué
colectivo había recibido más presiones siendo ella ministra.
La contestación,
que sorprendió al propio Évole, pensando que iba a citar a los constructores
por su famosa ley de costas fue cuando Narbona citó al colectivo de cazadores
como el lobby que mayor presiones había ejercido sobre su ministerio por la ley
que abolía el uso del plomo en los humedales.
La ex ministra
socialista añadió que durante las cacerías se hacen muchas amistades y es un
buen lugar para entablar amistad y hacer negocios, si no que se lo pregunten a los Agag, Bárcenas, Blesas o Zaplanas, si el compadreo cinegético funciona y da pingües beneficios, además de emociones fuertes. Narbona eludió responder cuando se le preguntó por el Rey.
Desde hace unos
años está prohibida la utilización del plomo en los humedales por el daño que
hacía al ecosistema y sobre todo, a las aves, algunas de las cuales morían
envenenadas al ingerir plancton infectado en lo que se conoció como plumbismo.
Se trabajó con
varios sustitutos al plomo y con varias aleaciones como el hierro, el tungsteno o el bismuto, pero finalmente se optó por el
acero.
El problema y
eso no lo cita la ex ministra es el riesgo que entrañaba, en este caso, para
los cazadores sustituir el cartucho de plomo por el de acero. No sólo por el
coste que supone una caja de cartuchos sino porque las escopetas no estaban
preparadas ni lo están hoy para utilizar esta munición, que entraña más
peligros para el cazador por los rebotes que puede llegara a producir el acero,
por ejemplo, con su contacto con el agua y por el riesgo de que el arma pudiera
llegar a reventarse.
Con el perdigón
de acero hay mas fricción en el ánima, mayor presión y, por tanto, el esfuerzo
que hace el cañón es mayor.
Si disparamos
con escopetas con recamaras cerradas o chockes cerrados de una o dos estrellas
el plomo tiende a deformarse y no causa ningún daño al cañón del arma, pero
cuando hablamos de cartuchos de acero la cosa cambia sustancialmente. Y si las escopetas
son antiguas, el problema se acrecienta mayormente pudiéndose deformar los
cañones o peor aún reventar.
Además, se da la
paradoja de que el cartucho de acero es más lento debido a la menor densidad de
acero, y en consecuencia, tiene menos penetración, con lo cual deja más piezas
heridas.
Afortunadamente,
las modificaciones que se han hecho en el proceso de fabricación de armas para
perdigón de acero han mejorado notablemente su comportamiento con cañones más
fuertes y cierres más robustos. Lo que se traduce en mayor seguridad para
todos.
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