domingo, 1 de diciembre de 2013

Un buen día de caza


 

Hacía mucho tiempo que le había prometido a mi amigo Miguel que le invitaba a cazar. Tras haberlo aplazado en varias ocasiones, el jueves pasado fue el día elegido.

La mañana amaneció fría y lluviosa. Marcaba nieve a muy pocos metros de altitud. Quedamos en vernos en La Font de La Figuera. Llegó con algo de retraso debido a la lluvia.

Pepe Sala nos esperaba en el lugar de costumbre. Almorzamos en Los Rosales. Sala ya había hecho una llamada al cuartel de la guardia civil para ver el estado de las carreteras y para saber si llovía donde íbamos a ir a cazar. Allí, al menos, no marcaba agua.

Tras un suculento almuerzo nos subimos a los coches en dirección a Albacete. En esta ocasión íbamos a cazar a un coto llamado El Viso, que también gestiona Moisés Navarro.

El coto de cerca de mil hectáreas es una auténtica delicia para cazar. Muy cómodo de andar. Abundan los chaparros, los romeros y las esparteras. Un cazadero de lujo en el que si hay que ponerle un pero, diré que allí uno se encuentra con perdices que llevan más y menos tiempo en el terreno, pero eso es por otra parte es normal en un coto de caza intensiva, donde se va reforzando la perdiz conforme pasan los días y se van abatiendo patirrojas. Por lo demás perfecto.

Como yo este viaje iba sin perro, Moisés me prestó una braca de dos años de nombre Kattie que lo hizo francamente bien, tanto a la perdiz como al conejo. La verdad es que quedé enamorada de ella. Pero todavía confío en que Sénia mejore y vuelva a acompañarme.

Cuando me eché los cartuchos al chaleco me di cuenta de que uno de ellos estaba oxidado. No le di más importancia aunque luego más tarde lamentaría haberlo echado al chaleco.

Nada más entrar al monte, Kattie se queda estática de muestra. Arranca una perdiz hacia atrás a la que derribo de segundo tiro y le rompo el codillo. La perdiz cae de ala y los perros finalmente no se pudieron hacer con ella. Hay mucho agujero y esta perdiz cuando cae herida se refugia inmediatamente dentro del agujero. También les gustan las piedras y allí donde pueden se esconden sin que los perros puedan hacer nada para cobrarlas.

A Miguel le acompañan dos esplendidas perras, Hanna y Debbie, dos magníficas podencas andaluzas, una mediana y una chica, que hicieron varias carreras a los conejos y las delicias de los que las vimos trabajar.

El día fue inmejorable para la caza. La perdiz, además, voló bastante bien.  Se vio algo de conejo, que está recuperándose después de la mortandad que ha sufrido en esta zona debido a la neumonía hemorrágico vírica que ha diezmado mucho la población de conejos en Castilla La Mancha. La liebre abunda poco aunque hay una zona en la finca donde puedes probar fortuna.

Yo disfruté tirando a varias perdices de muestra que Kattie magistralmente me ponía a tiro. No erré ninguna de las 11 perdices a las que disparé, pero si me ocurrió en el último lance de la mañana y cuando me disponía a disparar a una patirroja que el cartucho me hizo falta. La razón no era otra que puse sin darme cuenta el cartucho oxidado en la recámara y el pistón estaba más hundido de lo normal y el percutor falló, con lo cual no se produjo la detonación ni claro está el disparo.

El día como la compañía no pudo ser mejor. Sala se colgó cinco perdices y Miguel, seis y un conejo. Y para que el día fuera ya redondo paramos a comer en el Restaurante Valencia de Almansa donde nos esperaban unas alubias y unos gazpachos manchegos, inmejorables. Aderezado con un buen vino de Rioja. Como le dije a Miguel: esto es lo que me ha recomendado el médico que haga con frecuencia: Cazar, comer bien y estar en buena compañía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario