Hace unos años,
el ex presidente del Gobierno Felipe
González se compró una finca de caza en Extremadura. La noticia no fue muy
difundida en los medios de comunicación. De Felipe González sabíamos de su afición por los bonsáis y por los
cohíbas cubanos, pero de su afición por la caza, nada. Al menos, nada de su
pasión cinegética había trascendido a la opinión pública.
Felipe González no es el único caso de
políticos que pasan por la caza de puntillas. En la clase política son muchos
los políticos que comparten esta afición. Sin embargo, lo callan por temor al
qué dirán o por la mala prensa que pudiera ocasionarles en su carrera política.
Junto al propio Felipe González otros nombres ilustres
del mundo judicial como el ex juez Baltasar
Garzón o el ex ministro de Justicia Mariano
Fernández Bermejo o el propio coordinador general de IU, Cayo Lara también practican la caza,
aunque prefieren omitirlo si pueden. Como si ser cazador fuera un delito y
hubiera que pedir disculpas por ello.
No tienes ningún
problema si el deporte que te gusta es el fútbol, el baloncesto o el
motociclismo, pero si se trata de caza, mejor no decir nada, no sea que te
estigmaticen y eso te cueste un puñado de votos o lo que es peor: tu carrera política. Si, además,
eres de izquierdas, la cosa pinta peor. Caza y ecología parece que vayan
separadas, cuando en realidad van de la mano y ambas se complementan
perfectamente. Se lo dice una persona que ama el campo y los animales, pero que
también es cazador y no le duelen prendas reconocerlo.
La caza no tiene
ideologías. Ni es de derechas ni de izquierdas. Es una afición, un deporte, una
pasión, que compartimos muchos, independiente de la ideología que tenga cada
cual.
Si es cierto,
sin embargo, que durante mucho tiempo, la caza la practicaba la aristocracia.
Era propia de Reyes y sólo estaba al alcance de las clases pudientes. Pero eso
ha pasado a la historia. Hoy es un deporte al alcance de todos. Por 200 euros
que es lo que cuesta sacarse un talón de caza en mi pueblo, puedes cazar toda
la temporada. ¿Qué es eso comparado con los ocho euros que te crujen por
tomarte un gin-tonic o los 100 euros por
una entrada a un partido de fútbol?, ya no les digo, si la compran en la
reventa.
Señores
políticos: no teman decir que son cazadores o amantes de la bicicleta. No pasa
nada. Este es un país libre! O no?.
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