A menudo se nos
acusa a los cazadores de maltratar a los animales por el mero hecho de salir a
cazar Una actividad no solo legal y regulada en España sino absolutamente
necesaria para el mantenimiento del ecosistema, entre otras muchas razones que
no expondré para no alargarme demasiado ni ser demasiado cansino.
La caza siempre ha
tenido grandes defensores y enconados detractores, que utilizan las redes
sociales, casi siempre escondidos bajo la
cobardía del anonimato, para verter toda clase de insultos y de amenazas contra
los cazadores. Basta con subir una foto con un animal abatido a una red social
para ser objeto de infinidad de barbaridades, que no mencionaré para no darles
pábulo. Algunas acaban en el juzgado, pero otras muchas quedan impunes, ante
esa laguna legal que sigue existiendo en internet, que todo lo devora, sin
saber muy bien las consecuencias que de ello se derivan. Se jactaron con la
muerte del torero Víctor Barrio y
del pequeño Adrián y hasta donde yo
sé, aquello no tuvo consecuencias penales, pese a la gravedad de los insultos.
Recientemente ha
habido dos casos de maltratos con animales salvajes que han aparecido en los
medios de comunicación. En el primero se trataba de una cuadrilla de
senderistas que estaba de vacaciones por los Picos de Europa (ninguno era
cazador), que tras cercar a un jabalí, acabaron despeñándolo desde lo alto de
una cima. En otro caso, un desalmado (tampoco cazador) ahogó a un joven jabalí, que cayó a una
acequia de riego. Ambos hechos deben ser penados con toda la contundencia de la
ley y aplicarles las penas máximas.
Como los
animalistas se creen más chulos que un ocho y lo de las leyes no va con ellos,
se permiten entrar en una finca privada durante una batida, portando vuvuzelas
para ahuyentar a los animales y amenazar a los cazadores que se encontraban en
sus puestos, poniendo en peligro sus propias vidas y las de los demás.
Cada vez que se
produce un caso de maltrato animal, volvemos a ser injustamente los
protagonistas de la noticia, criminalizando y estigmatizando a todo el
colectivo de cazadores por las salvajadas que cometen unos pocos, que son todo,
menos cazadores y sobre los que debe recaer todo el peso de la ley.
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