Hace unas
semanas un grupo de activistas de
diferentes colectivos animalistas y ecologistas paralizó una batida de jabalíes
en la zona de la Serra Grosa de
Xátiva, que contaba con todos los permisos legales para que se llevara a cabo
dicha cacería. Este mismo periódico se
hizo eco de la noticia en su edición del pasado 21 de enero.
Las batidas de
jabalíes son necesarias para controlar su población que en los últimos años ha
crecido exponencialmente, como resultado de la falta de predadores que tiene el
jabalí.
A los cuantiosos
daños económicos que causan en la agricultura se une la cantidad de accidentes
de tráfico que provocan.
La Guardia Civil
se vio obligada a suspender la batida ante el riesgo de que se produjera algún
accidente. Por su parte, la Federación de Caza va a emprender acciones legales
contra las personas que provocaron que la batida se suspendiera finalmente,
pese a contar con todos los permisos legales de la Administración.
Efectivamente, fue
un grupo minoritario de personas las que accedieron a la zona donde se iba a
celebrar la batida, pero finalmente se salieron con la suya. Sin embargo, cada
vez es más frecuente este tipo de coacciones por parte de los grupos
animalistas. También se congregan alrededor de los campos de tiro para que se
suspendan las tiradas de pichón a caja o codorniz.
Creo que sienta
un mal precedente que se suspendiera la batida. Si cuatro personas porque no
habría muchas más son capaces de paralizar una cacería, lo harán cada vez que
tengan ocasión. No sé cuantas personas entre cazadores, ojeadores y rehaleros
habría ese día en la batida, pero seguro que pasaba holgadamente del centenar.
¿Por qué no se detuvo a los activistas que estaban impidiendo que se celebrara
un acto legal y se permitió que se celebrara la batida con normalidad?
En las batidas
se moviliza a mucha gente y son una fuente de ingresos para las sociedades de
cazadores, que son las encargadas de su organización. Esta vez, cazadores,
perros, rehaleros y ojeadores tuvieron que plegar los trastos e irse a su casa
por la intransigencia de unos pocos.
Los animalistas
que pretenden acabar con esta práctica cinegética y con la caza en general,
proponen como medida para acabar con la superpoblación de jabalíes y de otras
especies venatorias como el muflón o la cabra: métodos anticonceptivos como la esterilización,
es decir, vacunar a las hembras para que no procreen. Lo que no dicen, como
siempre, es el coste económico que tendría esta medida, que ya se ha intentado
con conejos y, sobre todo, cómo piensan llevarla a cabo. Seguramente se
prestaran ellos mismos a coger las jabalinas para luego ponerles la vacuna
anticonceptiva, como hacen en el monte llenando charcas para que los animales puedan
beber o sembrando trochas para que no les falte alimento.
Las batidas o
los ganchillos son el único método eficaz para controlar la superpoblación de
esta especie cinegética que ha crecido exponencialmente. Es frecuente verlos ya
hasta en las ciudades en busca de alimentos removiendo los cubos de basura.
Los animalistas
siguen con sus campañas a favor de prohibir la caza en España. Están en todo su
derecho de hacerlo, afortunadamente muy pocos les secundan, pero lo que no
pueden hacer es saltarse las leyes.
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