En el bar de Ossa de Montiel donde paro a tomar un bocado, me entero de la muerte de Camilo Sesto. Paisano mío. El otro día llevaba un cd con canciones suyas.
Segundo día de media veda en Peñadorada. Cuando llego al puesto el sonido de un grajo altera el silencio de la mañana.
No es que haya muchas codornices en el coto, pero alguna hay. A 6 ó 7, con suerte, siempre les puedes tirar o las ves. Queda algo de agua en la nava, aunque ha descendido bastante el nivel desde la semana pasada que estuve.
En el coto de al
lado han puesto un cañón espantapájaros, que cada cierto tiempo produce una detonación
para ayuntar a los animales. En la Sénia, mi padre también puso uno para que los
jabalíes no destrozaran la cosecha de girasol. Entran por la noche y arrasan
cosechas enteras, no ya por lo que comen sino por el destrozo que causan al
pisotearlo todo. A mi vecino Vicente
le han visitado hace poco.
Doy la misma
vuelta de siempre. Syrah cada vez lo
hace mejor. Rastrea y cobra muy bien. Y eso que el cobro en la nava es muy
complicado porque hay mucha vegetación y el olor que desprende el cañizo
confunde al animal.
La primera
codorniz en abatir cae justo dentro de la nava, vuela otra, pero no le tiro
para no perder la orientación. Ni rastro de ella. No hubo forma de encontrarla.
Me voy hacia la
punta de la nava, donde hay algo de verde y de humedad y abato dos codornices
seguidas, una casi la piso y la otra la cogí bien de segundo tiro.
Syrah que toca muy bien levanta una,
pero solo acierto a disparar un tiro porque apenas levantaba un palmo por
encima de la cabeza de Syrah.
Este viaje me
pasó una cosa curiosa y es errar dos veces la misma codorniz. La vuela la perra
y yerro los dos disparos. La sigo con la vista y veo más o menos donde se echa.
Voy a buscarla y la vuelvo a hacer volar y fallo de nuevo. Así es la caza.
Del linde de
Navalcaballo vuela una serrada de perdices. Si vuelan así ahora de fuertes que
no ha empezado la temporada y no han sido tiroteadas, no quiero ni pensar
cuando se abra la veda.
De una carrasca
vuela una tórtola que derribo de un certero disparo, tras dejar un rastro de
plumas en el suelo.
Llevaba más de
dos horas detrás de las codornices y decidí probar fortuna a la paloma. Coloqué
los cimbeles en el suelo y me metí en la barraca hecha dentro de la misma sabina. A primera hora de la mañana se
veía alguna tórtola. Genaro estuvo
la tarde antes y se divirtió.
Pero a media
mañana no se movía ni un pájaro. La mañana era algo fresca y los animales no
buscan el agua igual que cuando aprieta el calor.
Era hora de
regresar a casa. De camino a Barrax han puesto en la recta un radar de tramo.
Así que si pasáis por ahí andad con mucho cuidado. Son 16 kilómetros en los que
no puedes pasar de 90 km/h. Hay dos cámaras al principio y al final del tramo
que cogen la matrícula del vehículo y saca la media en función del tiempo
transcurrido de un punto a otro. Si te excedes ... a pagar.
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