miércoles, 11 de diciembre de 2019

Otro día de perdices

Hoy en cazado en el coto La Patirroja. Tercer día de temporada. Cuando he parado en Barrax el termómetro marcaba 0 grados.
Pasadas las 10 he llegado a El Bonillo. Hoy me ha tocado el lote Los Tosares. Me ha acompañado Nicolás.
Un amigo mío, Ramón, me decía que dar los pasos bien o mal cuesta lo mismo, pues en la caza todavía más. No se trata de andar por andar, sobre todo, cuando vas detrás de las perdices sino de saber cazar y eso muy pocos saben hacerlo.
Nicolás se ha criado en el campo y eso se nota. De pequeño mataba perdices con el tirachinas cuando acompañaba a su padre a cazar. Pero, además, Nicolás es un artesano como la copa de un pino. Igual te hace una tabla de madera con motivos cinegéticos dibujada con tinta china que te hace la empuñadura de un cuchillo de monte o un llavero con cartuchos



Se conoce la finca y la querencia de las perdices  palmo a palmo. He aprendido hoy más en tres horas con Nicolás que en todos los años que llevo cazando. Da gusto llevar un compañero así a tu lado.
Anduve muy fallón toda la mañana. Estaba lento de reflejos. He dormido muy poco y eso pasa factura.
Casi todas las perdices las he matado de segundo tiro y muchas con el tiro trasero. He empezado errando dos perdices que me ha cantado Nicolás  y que me han quitado el gorro porque hoy era día de gorro, braga y guantes.
Aunque como dice el refrán, gato con guantes no caza ratones.
Día especial para cazar, eso sí, con mucho frío. Estos días pasados ha llovido y el campo es una auténtica gozada. El olor a romero lo impregna todo. Hemos tenido suerte porque ha sido dejar de cazar y empezar  a llover otra vez.
Como la finca es muy grande, hay diferentes lotes, el que me ha asignado hoy Kiko es el que más me ha gustado cazar de todos los que conozco. El pajar tiene una buena densidad de perdices, `pero es un destroza tobillos, yo me  dejé el izquierdo el último día que estuve cazando allí. Mucha piedra suelta.
De haber estado fino podía haberme colgado casi una veintena de perdices. Me he quedado sin cartuchos en la primera vuelta que llevaba una treintena en el chaleco.  Syrah ha ido hoy  un poco atolondrada. Se ha dejado una perdiz que llevaba en la boca en medio de un sembrado y otra de ala no la ha cobrado. A los perros les pasa como a las personas que no todos los días estamos igual.
Hoy me costaba tirarme la escopeta a la cara y cuando lo hacía muchas veces ya era tarde.
La perdiz vuela que se las pela. Ni hoy que hacía viento, aguantaban. Siempre se ha dicho que en días de viento se mata mejor la perdiz porque no te oye. Cazar uno solo también es más complicado porque no mueves tanta caza como cuando va una cuadrilla en mano de tres o cuatro.
El cartucho que  estoy tirando no me gusta. No sé si es porque lo tengo mucho tiempo en el coche, pero no mata bien. No tiene penetración. La próxima vez que vaya llevaré de 34 gramos y sexta. En días de frío como hoy la perdiz está más fuerte y si no centras bien el tiro no te haces con ella.
Para lo mal que he tirado, al final la percha se ha arreglado un poco: diez perdices y dos conejos. La segunda vuelta he tirado algo mejor.

Para compensar el frío y la burrera, he parado en  Barrax en  El Cruce y me he tomado una deliciosa sopa castellana para entrar en calor y de segundo caldereta de cordero con patatas. El camarero se la ha tenido que llevar porque si no aún sigo mojando pan.

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