Hoy en cazado en
el coto La Patirroja. Tercer día de
temporada. Cuando he parado en Barrax el termómetro marcaba 0 grados.
Pasadas las 10
he llegado a El Bonillo. Hoy me ha tocado el lote Los Tosares. Me ha acompañado Nicolás.
Un amigo mío, Ramón, me decía que dar los pasos bien
o mal cuesta lo mismo, pues en la caza todavía más. No se trata de andar por
andar, sobre todo, cuando vas detrás de las perdices sino de saber cazar y eso
muy pocos saben hacerlo.
Nicolás se ha criado en el campo y eso se nota. De pequeño mataba
perdices con el tirachinas cuando acompañaba a su padre a cazar. Pero, además, Nicolás es un
artesano como la copa de un pino. Igual te hace una tabla de madera con motivos
cinegéticos dibujada con tinta china que te hace la empuñadura de un cuchillo
de monte o un llavero con cartuchos
Se conoce la
finca y la querencia de las perdices palmo a palmo. He aprendido hoy más en tres horas
con Nicolás que en todos los años
que llevo cazando. Da gusto llevar un compañero así a tu lado.
Anduve muy
fallón toda la mañana. Estaba lento de reflejos. He dormido muy poco y eso pasa
factura.
Casi todas las
perdices las he matado de segundo tiro y muchas con el tiro trasero. He
empezado errando dos perdices que me ha cantado Nicolás y que me han quitado
el gorro porque hoy era día de gorro, braga y guantes.
Aunque como dice
el refrán, gato con guantes no caza ratones.
Día especial
para cazar, eso sí, con mucho frío. Estos días pasados ha llovido y el campo es
una auténtica gozada. El olor a romero lo impregna todo. Hemos tenido suerte
porque ha sido dejar de cazar y empezar
a llover otra vez.
Como la finca es
muy grande, hay diferentes lotes, el que me ha asignado hoy Kiko es el que más me ha gustado cazar
de todos los que conozco. El pajar tiene
una buena densidad de perdices, `pero es un destroza tobillos, yo me dejé el izquierdo el último día que estuve
cazando allí. Mucha piedra suelta.
De haber estado
fino podía haberme colgado casi una veintena de perdices. Me he quedado sin
cartuchos en la primera vuelta que llevaba una treintena en el chaleco. Syrah ha
ido hoy un poco atolondrada. Se ha
dejado una perdiz que llevaba en la boca en medio de un sembrado y otra de ala
no la ha cobrado. A los perros les pasa como a las personas que no todos los
días estamos igual.
Hoy me costaba
tirarme la escopeta a la cara y cuando lo hacía muchas veces ya era tarde.
La perdiz vuela
que se las pela. Ni hoy que hacía viento, aguantaban. Siempre se ha dicho que
en días de viento se mata mejor la perdiz porque no te oye. Cazar uno solo
también es más complicado porque no mueves tanta caza como cuando va una
cuadrilla en mano de tres o cuatro.
El cartucho que estoy tirando no me gusta. No sé si es porque
lo tengo mucho tiempo en el coche, pero no mata bien. No tiene penetración. La
próxima vez que vaya llevaré de 34 gramos y sexta. En días de frío como hoy la
perdiz está más fuerte y si no centras bien el tiro no te haces con ella.
Para lo mal que
he tirado, al final la percha se ha arreglado un poco: diez perdices y dos
conejos. La segunda vuelta he tirado algo mejor.
Para compensar
el frío y la burrera, he parado en Barrax en
El Cruce y me he tomado una deliciosa
sopa castellana para entrar en calor y de segundo caldereta de cordero con
patatas. El camarero se la ha tenido que llevar porque si no aún sigo mojando
pan.
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