Cuando subía
esta tarde a quitar salicornios por el camino de Casa El Rull ha visto un bando
de perdices casi completo. Salían de un campo de almendros, han cruzado el
camino de tierra y se han metido en un bancal de viña en vaso. He contado hasta
ocho perdices que apeonaban a gran velocidad hasta que las he perdido de vista.
Hacía años que
no veía tantas perdices juntas. Me he alegrado al verlas. No he podido hacer
una foto al bando porque tenía el sol de cara y me deslumbraba. En lo que
llevamos de temporada solo había visto una pareja.
La perdiz ha ido
a menos. Toda la caza, en general. En el término de Fontanars no se sueltan
perdices, aquí toda la que hay es
salvaje. El coto no se repuebla con perdices criadas en granja. Otros cotos han
optado por esta solución ante el declive que ha experimentado la perdiz salvaje
que tiene que hacer frente a innumerables obstáculos para sobrevivir.
Yo hace años que
decidí no salir a cazar en Fontanars dels Alforins, pese a que el cupo que se ha
puesto es de una perdiz por cazador y día.
Tiempo atrás,
Fontanars tenía mucha caza. Había conejo, liebre y perdiz. También tordo y
torcaz. Era un acotado perfecto para la práctica cinegética. Monte, siembras,
bancales. Yo entonces no era cazador, pero he acompañado muchas veces a Vicente, que era el casero de la finca
y gran cazador, y no había día que no trajera a casa 7 u 8 perdices en el
morral y alguna que otra liebre.
Decía un poco
más arriba que la perdiz tiene que hacer frente a innumerables obstáculos para
salir adelante. A la proliferación de alimañas como: zorros, jabalíes, urracas
o cernícalos se une la gran transformación que ha experimentado la agricultura.
Donde antes
había grandes extensiones de viñas en vaso, confeccionando un paisaje único, perfecto
para que la perdiz y la liebre criaran sin problema, ahora se levantan estructuras
metálicas de conducción de la vid, conocidas como espalderas, que son una
auténtica aberración no solo para el paisaje sino también para la caza.
Aunque cada vez
hay un mayor control sobre los productos que tiramos a los cultivos en el campo
para combatir enfermedades o plagas, los productos fitosanitarios son una
consecuencia directa de que hoy haya menos perdices.
El control de
las alimañas y una buena gestión cinegética son fundamentales para el futuro de
la caza. Los cotos de caza que sean capaces de aunar ambas cosas a la vez, tienen
por delante un mejor futuro que otros que no lo hagan.
Si acabamos con
los linderos, estamos destruyendo el hábitat natural de la perdiz. Desde que se
produjo la desaparición de la mayor parte de
lindes, muchas especies de aves están en peligro o a punto de
desparecer.
Aunque la
mayoría de las perdices ponen sus nidos en los cultivos de cereal, se sabe, que
la proporción de nidos en lindes es significativa, de modo que cuantos más
lindes haya en nuestro coto más probabilidades hay de que las perdices acaben
escogiendo estos lugares para anidar y criar a sus perdigones.
Pero no solo las
perdices también otras aves buscan los linderos como cobijo y protección frente
a los depredadores.
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