A las 7 en punto estaba en el bar Las Eras, tomándome un vaso de leche con Cola Cao y dos magdalenas. Si madrugo y no tomo algo, no me tengo en pie. Poco después ha llegado Fernando. Hemos pasado por su casa porque se había olvidado la documentación.
Ayer estuve almorzando en La Gloria para que Juan José me dijera la zona que debíamos cazar. Como hacía mucho calor, volví por la tarde, que, además, se ven mejor los conejos, ya que a poca noche salen a comer y con el calor permanecen encerrados en sus madrigueras.
Es una zona pegada a las antiguas vías del tren. El camino que cruza era un hervidero de conejos. El problema es que está muy pegado a la autovía y cerca de la carretera no se puede disparar. La distancia de seguridad, creo que son doscientos metros.
El último día que estuve cazando en La Gloria con el hurón fue el 4 de agosto del año pasado desde entonces no había vuelto a ir.
Hemos empezado cazando la zona que nos ha recomendado Juan José. El conejo está por la mañana en la viña, así que hemos dado una vuelta por la espaldera. Mientras Fernando entraba a modo de ganchillo, yo le esperaba en una punta. Hemos abatido un par.
Mientras espero dos torcaces jóvenes casi me quitan la gorra. Seguro que en la media veda no tengo una oportunidad así de buena. De un pino cercano ha salido otra paloma que seguramente tenía el nido allí mismo.
Algunos bancales tienen todavía agua. Me pongo entre dos campos de viña, cerca de un reguero.
Está difícil encontrar las bocas porque hay mucha maleza y apenas se ven.
Tras pasear la viña arriba y abajo decidimos cambiar a otra zona de la finca. Vamos a unos bancales de trigo y cebada que ya han sido segados, pero aún tienen comida.
Fernando encuentra unas bocas pegadas al monte. Echamos los hurones.
De una de esas bocas sale un conejo que se las pela. Le arreó los dos tiros. Cuando entro dentro de la zarza para ver si lo había matado, arranca hacia arriba. Fernando les descerraja otros tres tiros. Me dice que está muerto pegado al tronco. Subo a cobrarlo. No lo veo. De repente, arranca de mis pies. Le disparo y lo revuelco. Se llevó seis tiros y no pudimos hacernos con él.
Está minado de agujeros y al menor respiro que tienen se meten en ellos.
El sol comienza a apretar. Los bichos que lleva Fernando, tres hembras y un macho, conocen de qué va la historia y si tardan en salir es porque hay material dentro.
Oímos la captura de un conejo dentro de la madriguera, Fernando no se lo piensa dos veces. Mete la mano y saca el conejo todavía vivo.
Los mejores sitios para echar el hurón son las orillas de los bancales. Son buenos tiradores porque están muy despejados y hay muy buena visibilidad. En los sitios donde hay mucha maleza, no los ves, tiras a tenazón, muchas veces por intuición, sin ver la pieza. A campo abierto es muy difícil que salgan, siempre buscan la boca más próxima para meterse.
Si los hurones trabajan bien, como es el caso, es una caza muy emocionante, sobre todo, cuando oyes las carreras bajo tus pies. Auténticos terremotos. No es un tiro fácil por mucho que algunos digan que sí lo es porque el conejo sale de la madriguera a toda velocidad. Tienes que estar muy rápido y con muchos reflejos. Conviene tirar con un choque abierto, preferiblemente cilíndrico porque normalmente el tiro lo efectúas a una distancia muy corta. Plomo de novena de 32 gramos es suficiente.
Fernando ya no quería echar más los hurones porque hacía mucho calor, pero al final le he convencido para ir a un último sitio. Una pinada que Juan José desbrozó el año pasado y que toman mucho los conejos. Cuando hemos llegado ha aparecido el guarda de la finca. Fernando también lo conocía porque fue guarda del coto de La Font de La Figuera. Le digo si quiere ver el permiso y la documentación. Simplemente nos dice que cacemos en el lote que nos corresponde.
Queríamos apurar los últimos cartuchos y los últimos minutos de la mañana antes de marcharnos. Echamos los hurones y aún nos hicimos con un par de conejos más. Yo tuve la oportunidad de terminar la mañana con un doblete, solté los dos tiros seguidos, pero solo me pude hacer con uno.
Al final la percha no estuvo mal de todo con una veintena de conejos.