domingo, 1 de agosto de 2021

De descaste al conejo con mi amigo Álvaro

Anoche cuando llegaba a casa recibí un wasap de mi amigo Álvaro, preguntándome si quería ir mañana al conejo a las Casas Juntas. Le dije inmediatamente que sí. Llevo más de un año sin cazar y quería probar la repetidora que me he comprado. Para la caza del conejo hay que madrugar mucho. Álvaro que es el presidente del coto tiene establecido en el plan cinegético el horario de descaste y los cupos en el caso de las perdices y las liebres: De 7,30 a 10,30 de la mañana. Hoy era, además, el último día de descaste. Han cazado solo cuatro días. A las 7 llegaba al restaurante Les Eres. Hemos ido en dos coches hasta Casas Juntas. Una vez allí he cogido la escopeta y los cartuchos y he pasado los bártulos a su coche. De camino al cazadero, cientos de torcaces ensombrecen el cielo. El trigo y la cebaba han sido cosechados estos días, pero hay mucha comida en los bancales. Sobrevuelan de los barbechos al pasar con el coche. Si no lo estropea alguna tormenta, pinta una buena media veda. Pero hoy no era día de torcaces sino de conejos.
Álvaro no ha cogido la escopeta porque tiene una lesión en la mano derecha. Nos acompañan tres perros. Nena, Chico y Mayka. Dos bretones y una pointer cruzada de braco. La pointer tiene de 11 años y está recién operada, pero por lo incansable y fuerte que es, nadie lo diría. Espectacular como trabaja. Yo iba un poco loco porque no estoy acostumbrado a cazar con tantos perros. Al poco de salir, Álvaro ve un conejo que se echa a un perdido. Entramos con los perros y uno de los bretones lo saca, aunque sería la pointer quien lo cobraría. El segundo disparo lo efectuo muy cerca del perro cuando se tiraba a un ribazo, pero consigo abatirlo. Los torcaces no paran de pasar a bandos. Algunos entran directamente a donde estamos. El día 8 abren la media veda en la Comunidad Valenciana. Queda solo una semana. Se ve poco conejo. La sarna les ha afectado mucho y ha diezmado mucho la población en un coto donde antes abundaba en exceso. Álvaro me decía que hace solo unos años donde hemos estado cazando era para echarse al zurrón veinte o treinta conejos en un par de horas. Vamos alternando sembrados y monte. En una charca natural los perros se refrescan. En un perdido, Maika, la pointer va tocando y arranca un conejo. Yerro los dos tiros. En el segundo apenas ya lo veo. Llegando al coche, la pointer se queda de muestra en un chaparro. Los otros dos le acompañan a muestra puesta. La pointer consigue hacerse con el conejo. Espectacular lo que es capaz de hacer esta perra con 11 años. Un día de pocos conejos, pero con unos lances extraordinarios. Y de eso se trata al fin y al cabo la caza.

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