martes, 21 de diciembre de 2021
Sexto día de caza en La Patirroja
La niebla me ha acompañado hasta Barrax. Luego se ha levantado el tiempo y ha salido un cielo azul maravilloso. En el cd suena un disco de villancicos, versión jazz, de Diana Krall muy apropiado para estas fechas navideñas. Una inmensa luna llena dibuja en el cielo una imagen preciosa.
Estuve a punto de no ir a cazar por un nuevo brote de ansiedad. He empezado a tomarme medicación, a ver si así me encuentro mejor. Quienes sufren de ansiedad o de depresión saben perfectamente de lo que estoy hablando y lo mal que se pasa en esos momentos.
Cuando he parado en Barrax a tomarme un vaso de leche con magdalenas, he leído un mensaje de Elías en el wasap, diciéndome que no cogiera bocadillo para el almuerzo, que su mujer había preparado dos.
Pasadas las nueve he llegado a El Bonillo. Allí estaba Elías esperándome y Kico. Elías ha tenido la gentileza de reglarme una caja de polvorones y mantecados. A mí como siempre se me han olvidado las botellas de vino que le prometí. Hoy estábamos solos en el coto, algo difícil que ocurra porque siempre hay mucha gente. De hecho, la semana pasada no pude ir porque lo tenía completo todos los días.
Kico nos ha mandado al centro de la finca. Nada más llegar al coto el camino es un hervidero de perdices. Mientras conduzco grabo con el móvil los bandos de perdices que corretean delante de nosotros. La imagen no es muy buena porque llevamos el sol de cara.
Ver aquello es el sueño de cualquier cazador. Bandos de perdices correteando y volando a nuestro paso.
Aunque los campos ya empiezan a verdear y la perdiz ya empieza a picotear, en la Mancha siembran mucho antes que nosotros, en el mes de octubre mientras que aquí estamos sembrando ahora; los caminos están a tope de comida, concretamente de trigo. Regueros de trigo para que no les falte comida.
La mañana es fresca, pero luce el sol. Para esta semana que comienza, los partes meteorológicos señalan agua a partir del miércoles.
Dejamos el coche cerca de una carrasca. En los campos todavía puede apreciarse la escarcha de la mañana.
Se oye el canturreo de las perdices. El sonido inconfundible de los machos donde marcan su territorialidad te ponen los pelos de punta.
Elías marca la mano. No tardamos mucho en tirar y en abatir la primera perdiz. Hoy el cupo son diez.
Syrah va delante batiendo muy bien el terreno. Cada día lo hace mejor, pero hoy especialmente ha estado soberbia en un par de lances que han merecido la felicitación del propio Elías, cobrando primero una perdiz de ala que se le ha intentado escurrir varias veces entre las piedras y otra que la ha volado de dentro de un cañar y que al oír la dirección del disparo ha ido a cobrarla. Solo por esto que ha hecho la perra ha merecido la pena el viaje. No es el número de piezas que abates sino los lances que vives con el perro.
A mitad mañana hemos parado a tomar el taco y ya llevábamos siete perdices en el morral. Aún quedaban por delante un par de horas más.
El bocata de hoy era de longaniza y chorizo con tomate. Ideal para coger fuerzas.
Tras errar un par de perdices, he estado bastante fino, abatiendo perdices muy largas. La verdad es que la paralela que llevo, una Mateo Mendicute de pletina entera, hace un plomeo espectacular, dejando pocos huecos, además tiro con cartucho de 34 gramos y sexta.
Hay días que por lo que sea la escopeta te entra como un guante y otros en los que no te aclaras. En la caza influyen muchos factores, pero ayuda mucho ir con un buen acompañante como es Elías que se conoce la finca y la querencia de las perdices como la palma de su mano.
Mientras caminamos se oyen motosierras a lo lejos. Están preparando el ojeo para mañana martes. Una línea de doce escopetas.
La finca tiene zonas muy buenas para el ojeo de perdiz con barrancos y desniveles.
Syrah aprovecha los charcos de agua para refrescarse. Luce un sol espectacular que por momentos hace que te sobre la ropa, si bien cuando he pasado por Barrax el termómetro marcaba 0 grados.
Sobre la una del mediodía hemos dado la jornada por terminada, tras pasar un día formidable en el campo que ha tenido como colofón final unas alubias pintas en Casa Valencia de Almansa.
De regreso a casa aún en el término de El Bonillo me he encontrado con el cuerpo inerte de una hembra de venado que yacía en la cuneta de la carretera, seguramente atropellada.
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