jueves, 10 de noviembre de 2022

Tercer día en la Patirroja

Cuando la noche antes dejo el coche en la puerta de casa, Syrah ya sabe que nos vamos a cazar. Una espléndida luna llena ilumina el firmamento. Parece que sea de día. El viaje ha sido algo incómodo. He cogido la niebla al llegar a Almansa y no la he dejado hasta Barrax. En el bar donde paro siempre a tomarme un café, el tema de conversación es la lluvia de esta pasada noche. En la tele hablan de las noticias sin que nadie les preste atención. Al llegar a El Bonillo estaba esperándome, como de costumbre, Elías. Hemos vuelto a cazar en el mismo lote que el último día, Fuente Agria. Una zona donde hay retamas, carrascas, campos de almendros y de cereal, con bastantes desniveles y barrancos.
Los campos de cereal empiezan a verdear, agradecidos por la lluvia que ha caído. También aquí ha llovido esta noche y ha dejado alrededor de 20 litros. Las temperaturas han bajado considerablemente frente al calor de días pasados. El termómetro marca 8 grados. Una temperatura acorde con el tiempo en el que estamos de pleno otoño. Hoy he ido algo más descansado a cazar aunque he dormido poco. Cuando entramos al coto, cientos de perdices apeonan por el camino en dirección al monte. Realizan vuelos cortos y zigzaguean. Parecen no tener miedo al coche. El camino está lleno de comida. Nada más salir a cazar, Syrah se hace con una perdiz de ala. No sería la primera que cobraría en el día. En la primera vuelta he estado bastante certero, errando muy pocas perdices,alguna muy facilona como la que me ha arrancado de los pies en un perdido y la he dejado volar para no deshacerla, errando los dos tiros por arriba al levantar la cara. Nada que ver con el último día donde estuve bastante fallón. Con la mitad de cartuchos, he matado las mismas perdices, 9 en total. Voy siguiendo la mano que me indica Elías que se conoce perfectamente la finca y la querencia de las perdices. El rocío de la mañana baña los perdidos y también a nosotros. Menos mal que el pantalón que llevo no es de tela en la parte de abajo sino que lleva una zona impermeable y evita que se mojen los calcetines. Las perdices vuelan largas. Al haber llovido y estar el terreno más fresco, dan pocas opciones. De un campo de olivos que cruzamos vuelan algunos tordos. Estos días ha habido una entrada masiva en toda España. Yerro un conejo que arranca de una zona muy tupida. En el segundo tiro me quedo engatillado porque aprieto dos veces el primer gatillo, olvidándome de que la escopeta lleva dos. En un lance he tenido ocasión de hacer un doblete, pero he hecho el segundo tiro bajo y solo he conseguido arrancarle algunas plumas. En la segunda vuelta no hemos tenido tanta suerte. Las perdices no han salido a tiro. Hemos visto muchas, pero muy largas. He tirado a cuatro perdices y solo he conseguido abatir una, llegando al coche. Un macho precioso con un par de buenos espolones, seguramente de la temporada pasada porque aunque es un coto de caza intensiva, se queda mucha caza de un año para otro que crían como lo hacen las perdices salvajes. Syrah ha cazado hoy bastante más tranquila y a la mano, aunque sigue apretando mucho la caza. Hemos perdido una perdiz que ha caído en los juncos dentro de un pequeño riachuelo. El cobro en estos sitios es complicado para el perro por el fuerte olor que desprenden estas plantas y que les resta poder olfativo.

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