jueves, 24 de noviembre de 2022

Otro día más en La Patirroja

Hoy he salido un poco más tarde de casa, aprovechando que amanece antes. En el cd suena un concierto en directo de Joaquín Sabina que acaba de presentar un documental sobre su vida. A la altura de Bonete empiezan a asomarse los primeros bancos de niebla. En Barrax chispea algo. Esta pasada noche ha llovido un poco y el ambiente es fresco. Cuando he llegado a El Bonillo estaba esperándome Elías a la puerta del hotel. Hoy estábamos solos, así que hemos cazado en el centro de la finca. Una zona con monte bajo, carrascas, romeros y retamas. También por aquí ha llovido y el campo respira vida.
Nada más salir del coche y con la escopeta recién montada arranca un conejo que abato. Un tiro a tenazón que es como se matan los conejos. Lo dejamos en el coche y seguimos. Una ligera lluvia nos acompaña durante los primeros pasos en el campo. La mañana es gris. Un día perfecto para la perdiz. El viento de estos días pasados nos ha dado un pequeño respiro. Los milanos sobrevuelan el cielo, buscando algo que echarse al buche. El terreno está algo pesado sobre todo los barbechos y las siembras. El barro se pega a la suela de las botas y caminar cuesta el doble de trabajo. Syrah se mete en todos los charcos que encuentra en su camino. Una perdiz arranca de detrás de una carrasca y cae en medio de un sembrado. Syrah la cobra, aunque aprieta mucho la caza. Al abrir la escopeta para meter los cartuchos me doy cuenta que se ha soltado una pieza del guardamano. Se lo digo a Elías y regresamos al coche para cambiar de escopeta. Siempre suelo llevar conmigo dos armas por si alguna se estropea. Aligeramos el paso y cogemos un camino para no volar las perdices. De camino al coche nos cruzamos con el guarda de la finca. Más tarde también nos encontramos con Cesáreo y otro compañero que llevan el carro lleno de trigo para echarlo por los caminos y los comederos. Aprovechamos que estamos en el coche para tomar un pequeño taco. Elías que piensa en todo ha cogido un par de cervezas. Miro los cañones y veo que llevo cuatro y dos estrellas. Un poco abierto el primer tiro porque la perdiz vuela muy larga y conviene un choque algo más cerrado que agrupe más los perdigones. Continuamos la mano y las perdices dan pocas oportunidades. Vuelan largas. No salen chorreadas. Aprovecho las pocas oportunidades que se presentan. Hacía tiempo que no tiraba con la superpuesta. Es algo más ligera que la paralela. Me daba miedo engatillarme en alguna perdiz porque la superpuesta lleva solo un gatillo y estoy acostumbrado a tirar con dos. La caza se está dando bastante bien y consigo encadenar cuatro perdices seguidas sin errar ninguna. De dentro de unas retamas vuela una perdiz que consigo derribar de segundo tiro, sin embargo, no conseguimos cobrarla. Seguramente caería de ala porque no había ni rastro de ella. Ni siquiera el pelotazo, a pesar de que la hice un ovillo. Al menor suspiro desaparecen. Sobre la una del medio día hemos dado la jornada por concluida con media docena de perdices y un conejo. La media ha sido bastante buena porque he tirado trece tiros. Syrah al llegar a casa no quería bajar del coche. Seguramente se ha quedado con más ganas de cazar como me ha pasado a mí.

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