miércoles, 5 de febrero de 2020

Último día de caza

Al llegar a Barrax la niebla comenzaba a disiparse. En el cd que llevo en el coche suena el último disco de El Barrio: "El danzar de las mariposas".
El paisaje manchego es único. El color rojizo de la tierra en este tiempo se tiñe de verde.
En el restaurante El Cruce he parado a reponer fuerzas mientras esperaba a mi amigo Pablo Oriola, que venía por primera vez a la Patirroja.
Pablo estaba igual de nervioso que yo y con ganas de llegar cuanto antes.



Pasadas las 10 de la mañana llegábamos al coto. Esta vez nos ha acompañado José Antonio. Nicolás estaba con una cuadrilla de franceses. La entrada a la finca era un hervidero de perdices apeonando delante del coche. Pablo no daba crédito a lo que estaba viendo. Luego con la escopeta en la mano es otra cosa.
Los caminos está llenos de trigo. Los arroyos que cruzan la finca llevan agua después de las últimas lluvias.  Las siembras empiezan a verdear. Por donde mires ,ves perdices.
Yo he empezado bien la mañana, pero luego he errado un montón de perdices. Me he colgado 5 y 1 conejo, pero podría haber doblado la percha de haber estado más certero. Hay días que estás más fino que otros. Llegando al coche he errado una perdiz tipo ojeo, larga, pero a tiro, de las que da gusto tumbar. He podido hacer un doblete, pero la segunda perdiz se ha ido pinchada. Lo mismo me ha ocurrido con otra que la he enganchado, pero ha caído de ala en un sembrado, pero se ha metido en un agujero y no la hemos podido cobrar.
De la caída del último día estoy más recuperado, tras un par de semanas con hematomas en la espinilla, pero he andado con molestias toda la mañana por un dolor en el talón.
He estado falto de reflejos en más de una perdiz, que solo te dan opción de un tiro. Entre las carrascas lo he intentado un par de veces, sin éxito.
El lote que nos han asignado hoy también era muy bueno de cazar y con una alta densidad de perdices.
Pablo, que ha cazado con una escopeta del  calibre 28 que tiene desde que era pequeño iba acompañado de Kiko, un precioso pointer blanco con machas negras que iba loco siguiendo los rastros de las perdices. Ha cogido un par de  perdices alicortadas. Syrah tampoco le andaba a la zaga.
Estábamos tan metidos en la caza que se nos ha olvidado tomar el taco. Sobre las 13,30 llegábamos al coche y Pablo se ha podido colgar una perdiz que he errado yo, muy larga y con plomo del 10. Cosas de la caza.







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