viernes, 19 de noviembre de 2021
De perdices en La Patirroja
Una hora antes de que sonara el despertador ya tenía los ojos como platos. La niebla me ha acompañado hasta Almansa. Un brote de ansiedad ha estado a punto de hacerme regresar a casa.
A las 9 en punto llegaba a El Bonillo. Esta vez me ha acompañado Antonio. Había ojeo en la Patirroja. Elías no ha podido acompañarme esta vez porque estaba de secretario en el ojeo. Cesáreo iba con los perros, acompañando la mano.
Día frío y con bastante viento. Tocaba ir abrigados hasta las orejas con braga y gorro.
Hoy el centro de la finca estaba reservado para el ojeo, así que hemos cazado en la zona conocida como el Pajar.
La primera mano no se ha dado mal del todo para las pocas oportunidades que hemos tenido.
Las perdices están muy esquivas y vuelan largas. Los días de viento son propicios para la caza de la perdiz porque aguantan más. Sin embargo, hoy con el aire a favor volaban largas.
Antonio iba a mi derecha tratando de meter las perdices hacia el centro para tenerlas a tiro. Tanto trabajo ha dado finalmente sus frutos y me he podido colgar un par de patirrojas.
A media mañana hemos hecho un alto en el camino para tomar un pequeño taco y coger algo de fuerzas. Syrah ha aprovechado un charco cercano para revolcarse en el barro y beber.
La segunda vuelta hemos vuelto sobre los mismos pasos porque la perdiz cuando no se le molesta suele regresar al mismo sitio. Son muy querenciosas.
Llevaba una buena racha cuando he errado dos perdices seguidas y un conejo que me ha arrancado de los pies.
Menos mal que luego he enmendado los errores descolgando dos perdices en un doblete. Las perdices estaban emboscadas dentro de una retama. Syrah se ha lanzado y las perdices han salido cada una hacia un lado diferente. Primero he abatido la de la derecha. La segunda ha aguantado un poco más. Ha volado larga y cruzada. La Mateo Mendicute tiene un segundo tiro que plomea muy bien y la he podido bajar.
El ojeo está relativamente cerca de donde estamos nosotros cazando y se oye el repicar de los disparos.
Llegando al coche he abatido otras dos. Una ha caído larga. No he quitado la vista de ella y menos mal porque después de haber tocado suelo se ha vuelto a levantar, incluso ha llegado a volar. La he seguido con la vista y poco después ha caído.
Cazar uno solo es complicado porque la perdiz te torea. Lo ideal es un par de escopetas para abarcar una mayor zona y mover más caza.
Con una buena percha sobre las 12,30 hemos dado la jornada por concluida. Como de costumbre he parado a comer en El Rincón de Pedro. Esta vez Isabel me ha preparado un delicioso arroz de boletus, foie y secreto ibérico. La verdad es que este restaurante nunca decepciona ni por su comida ni por su excelente trato familiar.
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