sábado, 23 de agosto de 2014

Mal primer día de caza

Con las torcaces pasa todos los años lo mismo. Las ves cuando no llevas la escopeta al hombro. Para acertar con un buen día tienes que hacer muchos viajes antes. Yo no soy mucho de ir a la paloma porque me gusta más la caza en mano con perro, así que muy pocas veces acierto. Y esta vez no iba a ser menos.

A las cinco de la mañana salía de casa con una hora de retraso. No sonó el despertador del móvil. Menos mal, que poco antes de las cinco, se me ocurrió comprobar la hora que era. De un brinco salté de la cama y me apresuré a subir al coche todos los bártulos, que no eran pocos.

No paré n siquiera a tomar algo por el camino. Puse gasolina en Barrax y a las 6,30 estaba en Ossa de Montiel. Me dio tiempo para que en el bar del pueblo me prepararan un bocadillo.

En casa de los Venera, como suele ser habitual, hicimos el sorteo de los puestos. Uno para por la mañana y otro para la tarde. Es lo justo. De esta manera, todos tienen las mismas oportunidades. Si se te da mal por la mañana, puedes tener más suerte por la tarde.

Sobre el papel me tocó el mejor puesto. El 6. Para la tarde, el número 5. No haré el chiste.

Cuando íbamos de camino hacia el coto, un majestuoso búho real apareció en medio de la carretera, comiendo algún conejo muerto. Preciosa estampa la del búho real cuando alzó el vuelo de manera solemne y majestuosa, con una elegancia sublime. De todas las rapaces es la que más me gusta, más incluso, que el águila imperial.

Los puestos los hizo Fran, rodeando el riachuelo que cruza el coto, y que lleva algo de agua, con intención de mover la caza y evitar que las palomas se pararan en las sabinas. La paloma antes de entrar puede pasarse horas observando hasta que se decide.

Una observación a este respecto. Las barracas no deben hacerse nunca ni cara al sol ni en pendientes o terrenos abruptos. El mío cumplía con ambas cosas a la vez. Sí que es verdad, que al no entrar palomas, les ves aún más inconvenientes. Seguramente, si estás distraído tirando a las palomas, lo de menos es dónde estás.

Hay que buscar sombras y terreno firme donde pisar cómodamente y no perder el equilibrio. El movimiento del disparo y la posición de los píes debe ser cómoda. Esto ayuda, sin duda, a que nuestros aciertos sean mayores.

Tuve que llevar las gafas de sol durante toda la mañana. Ya que la barraca estaba puesta orientación este, que es por donde sale el sol.  Bueno, hasta las 11 porque no aguanté más tiempo en el puesto.

A la hora de estar ya colocado, me entra la primera paloma de la mañana, que yerro estrepitosamente, tras darme toda la panza. La dejé entrar demasiado y cuando quise disparar el segundo tiro, repetí con el primero, acostumbrado como estoy a la escopeta de un solo gatillo, ahora que estamos en plena temporada de tiro al plato.

Las pocas palomas que entraban lo hacían muy altas, como si estuvieran tiroteadas. Hubo quien no le importaba que estuvieran fuera de tiro y aún así le descerrajaba los tres tiros. Estropeando lo poco que había.

Obvia decir, que no descolgaron ninguna.

Pasadas las 11, recogí todas mis pertenencias y puse rumbo a Fontanars.

Es probable que por la tarde entrara alguna paloma a beber, ya que no lo hicieron durante toda la mañana y los animales tarde o temprano tienen que entrar al agua. De hecho, cuando hay palomas suelen ser mejores las tardes que las mañanas.

Yo preferí dejarlo para otro día.

 Lo mejor de la jornada fue sin duda reencontrarme con viejos amigos como Ramón Ferrero o Salvador Vila.



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