Con las torcaces
pasa todos los años lo mismo. Las ves cuando no llevas la escopeta al hombro.
Para acertar con un buen día tienes que hacer muchos viajes antes. Yo no soy
mucho de ir a la paloma porque me gusta más la caza en mano con perro, así que
muy pocas veces acierto. Y esta vez no iba a ser menos.
A las cinco de
la mañana salía de casa con una hora de retraso. No sonó el despertador del
móvil. Menos mal, que poco antes de las cinco, se me ocurrió comprobar la hora
que era. De un brinco salté de la cama y me apresuré a subir al coche todos los
bártulos, que no eran pocos.
No paré n
siquiera a tomar algo por el camino. Puse gasolina en Barrax y a las 6,30
estaba en Ossa de Montiel. Me dio tiempo para que en el bar del pueblo me
prepararan un bocadillo.
En casa de los
Venera, como suele ser habitual, hicimos el sorteo de los puestos. Uno para por
la mañana y otro para la tarde. Es lo justo. De esta manera, todos tienen las
mismas oportunidades. Si se te da mal por la mañana, puedes tener más suerte
por la tarde.
Sobre el papel
me tocó el mejor puesto. El 6. Para la tarde, el número 5. No haré el chiste.
Cuando íbamos de
camino hacia el coto, un majestuoso búho real apareció en medio de la
carretera, comiendo algún conejo muerto. Preciosa estampa la del búho real
cuando alzó el vuelo de manera solemne y majestuosa, con una elegancia sublime.
De todas las rapaces es la que más me gusta, más incluso, que el águila
imperial.
Los puestos los
hizo Fran, rodeando el riachuelo que cruza el coto, y que lleva algo de agua,
con intención de mover la caza y evitar que las palomas se pararan en las
sabinas. La paloma antes de entrar puede pasarse horas observando hasta que se
decide.
Una observación
a este respecto. Las barracas no deben hacerse nunca ni cara al sol ni en
pendientes o terrenos abruptos. El mío cumplía con ambas cosas a la vez. Sí que
es verdad, que al no entrar palomas, les ves aún más inconvenientes.
Seguramente, si estás distraído tirando a las palomas, lo de menos es dónde
estás.
Hay que buscar
sombras y terreno firme donde pisar cómodamente y no perder el equilibrio. El
movimiento del disparo y la posición de los píes debe ser cómoda. Esto ayuda,
sin duda, a que nuestros aciertos sean mayores.
Tuve que llevar las
gafas de sol durante toda la mañana. Ya que la barraca estaba puesta
orientación este, que es por donde sale el sol. Bueno, hasta las 11 porque no aguanté más
tiempo en el puesto.
A la hora de
estar ya colocado, me entra la primera paloma de la mañana, que yerro
estrepitosamente, tras darme toda la panza. La dejé entrar demasiado y cuando
quise disparar el segundo tiro, repetí con el primero, acostumbrado como estoy
a la escopeta de un solo gatillo, ahora que estamos en plena temporada de tiro
al plato.
Las pocas
palomas que entraban lo hacían muy altas, como si estuvieran tiroteadas. Hubo
quien no le importaba que estuvieran fuera de tiro y aún así le descerrajaba
los tres tiros. Estropeando lo poco que había.
Obvia decir, que
no descolgaron ninguna.
Pasadas las 11,
recogí todas mis pertenencias y puse rumbo a Fontanars.
Es probable que
por la tarde entrara alguna paloma a beber, ya que no lo hicieron durante toda
la mañana y los animales tarde o temprano tienen que entrar al agua. De hecho,
cuando hay palomas suelen ser mejores las tardes que las mañanas.
Yo preferí
dejarlo para otro día.
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