viernes, 8 de octubre de 2021

Primer día de caza tras 18 meses sin pegar un tiro

Hoy ha sido el primer día que he salido a cazar después de 18 meses de parón cinegético. La pandemia obligó al cierre de varias Comunidades Autónomas para evitar los contagios, entre ellas Castilla La Mancha. La temporada anterior se saldó con cero viajes. Los nervios no me han dejado dormir en toda la noche. Cuando he bajado Syrah estaba esperándome en la puerta. Ha sido abrir el maletero y subirse de inmediato. Al entrar en Barrax he cogido algo de niebla. He parado en el restaurante El Cruce a tomar algo. Llegando a Munera se ha levantado la neblina.
Con mi perrita Syrah en una jornada de caza de mucho calor en El Bonillo (Foto: PSG) Cuando he llegado a El Bonillo, Francisco, ya estaba esperándome en la puerta. Me ha acompañado otras veces. Pasaban las nueve de la mañana cuando he llegado. Me he esperado a saludar a Kiko antes de salir a cazar. De camino a la finca, la carretera era un hervidero de perdices. Les gusta el calor del asfalto. A ambos lados de la cuneta se contaban por decenas. Tuve que frenar varias veces para no atropellarlas. Nada más llegar al cazadero unas perdices que estaban en la orilla de la siembra se hacen las remolonas y no quieren volar. La mañana presagia que hará mucho calor. Apenas hace viento, con lo cual la sensación de calor es aún mayor. En este viaje me he llevado conmigo dos escopetas: la Mateo Mendicute y una beretta repetidora que he comprado hace poco tiempo. Tenía ganas de probarla y cazar con ella. Primero he tirado a un conejo largo que he errado. El tiro entrañaba algo de dificultad por la distancia. Lo he hecho trasero. Se ha visto perfectamente donde han impactado los perdigones. Después ha venido lo peor. He errado tres perdices consecutivas que tenía que haber abatido con los ojos cerrados. Ante este panorama he optado por ir al coche y cambiar de arma. El cambio afortunadamente ha sido para mejor. He encadenado varias perdices sin errar ninguna. Syrah ha sacado alguna perdiz emboscada. La perdiz al hacer tanto calor se aplasta y no vuela. Cuando más apretaba el calor anduvimos cerca de hora y media sin volar perdices ni pegar ni un tiro. Después del taco, Francisco, ha optado por cambiar de zona, para ver si así teníamos más suerte. Y la verdad es que acertó de lleno porque ha sido cuando he podido colgarme algunas perdices y un conejo, que ha salido de mis pies a una velocidad endiablada. De segundo tiro lo he revolcado. Cazar con tanto calor no da gusto, además, el perro no trabaja igual, pero las ganas de salir después de tanto tiempo sin coger una escopeta han podido más que el sentido común. Para la próxima salida me esperaré un poco más a ver si bajan las temperaturas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario